Penúltimo episodio de la temporada de Riverdale: decimoctavo de la quinta y su título es Cerca de la Normalidad. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, se emite por The CW y puede ser vista en España a través de Movistar+.
Bienvenidos sean a un nuevo episodio de Riverdale. Nos vamos acercando al final de la temporada y en la entrega que hoy analizamos, la cosa viene de musical, como viniendo a cumplir con esa regla no escrita de que en cada temporada debe haber uno. Además, hay mucho encuentro, reencuentro y desencuentro pero, por encima de todo, una historia sobre el dejar partir.
Sin más prólogo, pasamos a analizarlo: es el episodio 18 de la temporada 5 o, si lo prefieren, capítulo 94 del listado total. Cumplo en advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y les recuerdo que pueden leer nuestros análisis anteriores aquí.
Familia Perfecta
Mesa de amigos en el Whyte Wyrm. La ocasión no es de festejo sino de consolar y acompañar a Betty, que viene de la dura pérdida de su hermana. Consultada acerca de los mellizos, dice que están con Cheryl y sorprendentemente bien, pero cuando llega el momento de hablar de su madre, manifiesta preocupación: Alice no asume lo ocurrido y se halla fuera de la realidad, mientras se lo pase escuchando un viejo disco de vinilo del musical Next to Normal (Cerca de la Normalidad), obra a cuya representación tanto ella como sus dos hijas asistieron en Broadway.
El musical, sobre cuya existencia nada sabía pero estuve investigando en Google, fue estrenado en 2008 y está escrito por Brian Yorkey con música de Tom Kitt; su versión para España, según averigüé, fue estrenada en septiembre de 2017: cuenta la historia de una mujer con trastorno bipolar que, habiendo perdido a su hijo, se aferra a una fantasía de familia perfecta que ya no existe o quizás nunca existió. Lo que no entiendo es por qué, siendo tan reciente, Alice lo tiene en vinilo: si tiene hábitos de coleccionista, nunca mostró ese perfil.
Como corolario a las palabras de Betty, comienzan a oírse frituras de disco y vemos a Alice en su casa viviendo una fantasía semejante a la del musical mencionado: todo luce como una familia ideal modelo años cincuenta que incluye tanto a Polly como a Charles que, de ese modo, vuelven a aparecer en la serie: ella luce uniforme de animadora y él chaqueta de colegio secundario. No hay, en cambio, padre de familia a la vista, o sea que el inconsciente de Alice redime a Charles, pero no a Hal.
A partir de ese momento, el episodio toma tono de musical y no está mal que vuelvan a uno de los fuertes de la serie después de tanto delirio, ni que recuperen un tono más “realista” y emotivo. Como es habitual en los episodios musicales, el elenco femenino de Riverdale se luce (brillantes los contrapuntos madre-hija entre Alice y Betty) y el masculino lo hace tan dignamente como puede, siendo Cole Sprouse (Jughead) quien mejor lo lleva. Es el ya clásico momento Glee que Riverdale siempre nos entrega y que, en este caso, es una brisa de aire fresco.
La Benefactora
La cosa va de mal en peor para Britta. La pobre no solo tuvo que pasar por un secuestro y escapar por milagro de ser asesinada, sino que, además, sus padres la echaron de su casa por ver en sus “perversiones homosexuales” la culpa de lo ocurrido. Ya está visto que, salvo un par que ya no están en la serie, los padres de Riverdale no se caracterizan por ser un amor para con sus hijos ni tampoco el mejor ejemplo.
Cuando Toni es puesta por Weatherbee al tanto de la situación familiar de la joven, se aboca a la tarea de conseguirle algún hogar sustituto o institución acorde, pero sin suerte: nadie la acepta; también son un amor. Es entonces cuando Fangs piensa en Cheryl. El semblante de Toni cambia de tono ante la mención de la pelirroja: el pasado compartido sigue siendo una carga fuerte.
Por cierto, Cheryl se ha quedado sin seguidores en su templo: parece que el culto de Gaia no goza de mucha popularidad y ello divierte a Penelope, resentida de que su hija le haya arrebatado y, según ella, desvirtuado, la iglesia que fundó. Cheryl ve en ella al demonio personificado y hasta habla de exorcismo: no llega a practicarlo, pero le arroja agua encima, no sé si bendita o no, pero no le quema la cara ni nada por el estilo.
Si bien Toni, en un primer momento, rechaza la idea de Fangs, este logra convencerla de que Cheryl es la mejor opción para Britta: puede dar mucho amor y ya lo ha demostrado, cosa que Toni sabe bien.
Cambiando entonces de opinión, va a hablar con ella; pensé, honestamente, que podría ser la punta de un nuevo comienzo, pero no. Cheryl queda encantada de alojar a Britta, mientras que Toni y Fangs, olvidando, al menos de momento, su pasado homosexual, se declaran amor mutuo.
Aquí hay que quitarse el sombrero ante Fangs: ¡señores, qué jugador! Se quedó con Toni y le dio algo con qué entretenerse a su mayor competencia: hasta luce como el padre perfecto mientras alimenta al bebé. En cuanto a Britta, en un trámite tan insólitamente fácil como rápido, ha quedado al cuidado de una joven que tuvo el cadáver de su hermano durante días sentado en su casa y que, además, dirigió una secta: adorable, pero esto es Riverdale, ¿no lo sabías? Más aún: es Thornhill…
“Jabitha”
Los padres de Tabitha están de visita en Riverdale con motivo del festejo del día de la madre. Tabitha quiere una cena familiar en Pop´s, pero el señor Tate (Benton Greene), muy despreciativo, no está interesado y ya arregló reserva en un lujoso restaurante italiano (¿hay uno en la ciudad?). Ello genera desencanto en Tabitha, que esperaba la ocasión para invitar a Jughead: lo hace de todas maneras, presentándolo como falso novio y digamos que no causa en sus padres la mejor impresión vestido como camarero. Más allá de eso, el asunto hace pensar a Jughead en que le gustaría ser novio real y no imaginario y así se lo manifiesta después a Tabitha, aunque el señor Tate haga todo lo posible por desaconsejarle la relación con su hija.
Párrafo aparte para el padre de Tabitha: debo confesar que el personaje me hizo reír mucho. Es tan pedante que no parece ni por asomo hijo de Pop y tan antipático que me termina cayendo simpático, no sé si me explico. De hecho, en este episodio se llevó las mejores frases él y no Cheryl:
“¿Y por qué vamos a ir a cenar con el camarero?”(cuando Tabitha le presenta a Jughead).
“ Lo sé. Y me fui en cuanto pude” (cuando su hija le recuerda que él también creció en Riverdale).
“ Está fuera de tus ligas” (cuando busca desalentar en Jughead el interés por Tabitha).
“ No lo conozco” (cuando Jughead le menciona que le hace acordar a Hiram).
“Quizás tenía mucho ketchup para limpiar del mostrador” (cuando Jughead está retrasado y no llega a la cena).
En fin, un personajazo y espero que volvamos a verlo seguido: hay pedantes que me caen fatal, como Chad, pero este me cae de maravillas. La cuestión es que, entonces, Jughead se ha retrasado para la cena y en la espera se cruzan acusaciones, evidenciándose que los padres de Tabitha están resentidos con ella por haberse marchado de Chicago en busca de la vida pueblerina de Riverdale cuando, según ellos, estaba para cosas mayores.
Cuando, finalmente, Jughead llega, lo hace con una rosa en la mano y ello es suficiente para convencer a Tabitha de que su futuro está junto a él: marche una Jabitha que, por cierto, se veía largamente venir.
“Varchie”
Bien, ¿qué pasa con Veronica y Archie? ¿Volvemos a la histeria insufrible de otros momentos? Y en esta ocasión, hay que decir que él es el principal responsable: ella no solo se divorció del tóxico sino que incluso lo asesinó (aunque no pareciera darse por enterada ni sentir trauma al respecto), pero él, una vez más, vuelve a jugar al muchacho conflictuado. Veronica le ha pedido de mudarse juntos, pero resulta que casi no duermen juntos: él rehuye una cena argumentando su trabajo como bombero y pone como excusa que, de pronto, la ciudad pareciera estar en llamas. Si se me permite opinar, voy a decir que esa excusa no es buena para una pequeña localidad en la cual cualquier pequeño incendio sería noticia destacada.
Lo cierto es que no se termina de entender qué cuernos quiere Archie y, de una u otra forma, Varchie es una pareja que está destinada a no funcionar. Ella debería buscar mejor puerto (wow, ya parezco el padre de Tabitha) y lo bueno es que ya no puede volver con Chad. Por cierto, le está yendo bien en su sociedad con Reggie y sus negocios parecen marchar bien en Wall Street: allí puede haber un camino…
Ella no está aquí
Betty ya no sabe qué hacer para que Alice despierte de su mundo de ensueño: las cenizas de Polly parecen, en determinado momento, tener algún efecto. Pero en cuanto Alice tiene algún atisbo de realidad, carga contra Betty acusándola de que fue por culpa de ella que Polly se marchó de casa y terminó ocurriendo lo que ya se sabe (recordemos que las hermanas habían discutido entre sí).
No es el único reclamo: además, acusa a Betty por haberse marchado durante siete años, uno de los tantos plantones que la rubia ha dejado tras de sí por ir tras un asesino serial y sino pregúntenle a Jughead.
Pero el sincerarse y sacar los trapos al sol les hace bien a ambas y Betty logra que su madre acepte que Polly partió: “ella no está aquí” es la frase que se repite cantada una y otra vez. Al igual que ocurriera antes con los de Archie, los fantasmas de Alice se retiran: ha llegado el momento de dejarlos ir. Y la conclusión final es que si no se puede tener una vida ideal o, cuando menos, normal, no está mal una que se acerque lo más posible a ello: de allí el título del episodio y del musical que toma como base. En un emotivo cierre, todos cantan ante la tumba de Polly y una fotografía familiar la muestra sonriente junto a Alice y Betty en aquella jornada de Broadway.
Balance del Episodio
Agotadas o, mejor dicho, ahogadas sin salida las subtramas que nos venían presentando hasta la entrega anterior, esta vez la serie optó por empezar a cerrar la temporada. Y los responsables de Riverdale saben bien que cuando no encuentran el camino, un musical es muy útil para reencontrarlo; es ir a lo seguro, a lo que siempre les sale bien. Y no está mal cuando se ha perdido el norte.
El arco de Alice y su no aceptación de la partida de Polly fue fuerte y emotivo. Lo de Jughead y Tabitha, en tanto, se veía venir, pero nos sirvió para conocer a un personaje que, espero, sigamos viendo porque tiene mucho potencial.
Lo de la secta, casi única subtrama que sobrevivía, terminó por morir sin pena ni gloria mientras el rol benefactor de Cheryl se abre como un gran interrogante. Si realmente son ciertos los rumores de que Madelaine Petsch no estaría en la sexta temporada por compromisos cinematográficos, se me ocurre que puede ser una buena forma de irla despidiendo: que funde una entidad para niños y adolescentes en problemas o algo por el estilo. Y que se olvide de Toni… y de Gaia.
Sobre lo de Archie y Veronica ya no sé qué decir porque cansa. En su eterna corrección, el pelirrojo termina arruinándole la vida a aquellos a quienes verderamente les importa, en este caso Veronica, que se jugó por él y cómo: ¿dónde vas a encontrar alguien que le meta una bala a su ex esposo para sacárselo de encima?. Supongo, claro, que siendo esa dupla el centro romántico de toda la serie, la producción querrá estirar su encuentro final lo más posible: el riesgo sería que para cuando llegue ya no nos importe.
Más allá de todo, no ha sido un mal episodio o, quizás, el listón estaba muy bajo después de los tres anteriores, pero es bueno que hayan vuelto al musical, a la emoción y a un toque más realista. Queda una sola entrega y esperemos que sepan cerrar bien una temporada tan irregular. Por lo que se ve, viene bastante intenso…
Nos encontraremos aquí para analizarlo. Un saludo y sean felices…