Continuamos analizando la primera temporada de The Walking Dead: Daryl Dixon, serie que, en su periplo por Francia, sigue a uno de los personajes más queridos y emblemáticos salidos de la serie principal de la franquicia (recordemos que en los cómics originales no existe). Y en esta segunda entrega conocemos los detalles del pasado de Isabelle. La serie, creada por David Zabel, es emitida por AMC+.
Hola otra vez, caminantes del apocalipsis. Nos volvemos a encontrar para desbrozar otro episodio de esta primera temporada de The Walking Dead: Daryl Dixon, en este caso el segundo, cuyo título, al igual que una tradicional canción francesa, es Alouette (Alondra).
Una entrega que, a través de la doble línea temporal, nos ha permitido explorar el pasado de Isabelle y, por extensión, el de Laurent, ayudándonos a entender el vínculo que les une y el origen de la vocación religiosa en ella. Por otra parte, continúa el viaje hacia el norte en procura de llevar al niño a destino y por el medio se cruzan de manera impensada, pero merecida, homenajes a Astérix y a la serie Mork y Mindy.
Por lo pronto, pasemos ya mismo a ver qué nos ha dejado esta entrega no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejarles link con nuestros análisis episódicos, tanto de esta serie como de las otras de la franquicia.
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París era una Fiesta
Comenzamos con un flashback que nos lleva a la “ciudad luz” cuando todavía lo era y la Torre Eiffel se erguía altiva y luminosa. Entre fiesta nocturna, alcohol, pastillas, línea de cocaína y música de New Order, reconocemos a Isabelle, sin hábitos y con vestido de noche.
De pronto comienza la pesadilla y lo de comenzar no puede ser más literal porque estamos en el país en que todo se inició y, por lo tanto, viendo quizás su primera manifestación. Lo que hasta hace un momento era fiesta es ahora festín de sangre mientras las calles son invadidas por caminantes y un tren que pasa pareciera rendir homenaje al filme coreano Train to Busan.
En medio del caos, Isabelle es rescatada de la calle por su novio Quinn (Adam Nagaitis) y huyen en auto. La idea es escapar hacia alguna zona apartada, pero ella no quiere hacerlo sin su hermana Lily (Faustine Koziel) así que pasan a buscarla. Ya en las afueras, esta se siente mal y descubren que tiene un avanzado embarazo que ha estado ocultando: no hace falta ser demasiado astutos para darnos cuenta de quién pueda ser el niño en camino…
El novio de Isabelle cree que lo mejor sería dejarla en alguna clínica, pues en el lugar al que van será un estorbo y no habrá forma de atenderla adecuadamente. Ella parece darle la razón, pero al primer descuido le birla la llave y huye en el auto con su hermana.
Por el camino, se detienen al ver una unidad móvil de paramédicos, pero para esta altura los mismos son ya caminantes que se les abalanzan encima e incluso uno muerde a Lily que, para colmo de males, está teniendo prematuras contracciones.
Isabelle consigue llegar con ella a un convento que ya sabemos cuál es, pero a pesar del esmero puesto por las monjas, Lily no sobrevive. Es un momento durísimo, pero una luz de esperanza se enciende para Isabelle cuando consiguen, a pesar de todo, extraerle el bebé en buen estado de salud.
No solo se queda con él, sino que además evidencia querer permanecer allí, en el lugar en que se operó el milagro por el cual el legado de su hermana sigue vivo. Mientras sostiene al niño en brazos ante una estatua de St. Laurent, ya ha decidido cuál será su nombre…
Asalto al Castillo
Vueltos al presente, Daryl y el resto discuten sobre un mapa cuál es el mejor camino para llegar a destino en el norte. Él quiere hacerlo por París porque dice que es más corto, pero Isabelle no quiere saber nada y prefiere la ruta de Angers: visto el flashback, entendemos su trauma.
En un momento, la mula que tira del carro (llamada Astérix en genial guiño) se niega a avanzar y la razón es que hay caminantes. A los efectos de que no se convierta en su alimento, Daryl la espanta y el animal echa a correr para desesperación de Laurent. Deben seguir a pie…
En los bosques son sorprendidos por una banda de niños y adolescentes con máscaras a los que lidera una tal Lou (Kim Higelin). Les llevan detenidos a su comunidad, que funciona en una antigua institución preescolar y, una vez allí, Isabelle y Sylvie deben demostrar que son monjas recitando la Oración a Sr. San José.
En cuanto a Daryl, lo presentan como un misionero llegado de América, lo cual lo pone en aprietos cuando le piden que pronuncie el agradecimiento en la mesa. Improvisa como puede y sus palabras, de tan simples, caen bien, pero ya Lou se ha dado cuenta que no es sacerdote.
Quienes viven allí son niños cuyos padres nunca llegaron a buscarlos y que a su vez acabaron amparando a otros que quedaron huérfanos. En algún momento, el lugar estaba a cargo una tal señora Dubois, pero ya hace seis meses que no reacciona y, aun cuando su estado luce irreversible, no quieren darla por muerta porque dicen que volverá. Suena disparatado pero no tanto: algo parecido ocurrió en 2014 con un gurú cuyos seguidores afirmaban que estaba meditando y tuvo que intervenir la justicia para determinar que llevaba meses muerto.
Daryl quiere una nueva mula y lo más cercano, según le informan, son los caballos de los que dispone un sujeto que vive en un castillo de las cercanías al que llaman La Tarasque. No es muy querido ya que, al parecer, exprime a la región quitándoles medicinas, alimentos y combustible. Pero Daryl ve la oportunidad y convence a Lou de guiarlo con el incentivo de conseguir los medicamentos que Dubois necesita para volver en sí: sin embargo y según le admite luego a Isabelle, sabe que no es posible.
La Tarasque es un castillo medieval protegido con una fosa recorrida por caminantes. A quienes hemos visto The Walking Dead: Dead City nos viene rápidamente al recuerdo el método similar que usaba el Croata para resguardar su fortaleza en el Madison Square Garden.
Una vez allí y sabiendo del peligro al que la expone, Daryl encierra a Lou en una de las dependencias para ingresar en soledad. Se encuentra con uno de los niños que anda hurgando por alimentos, pero alguien les está disparando. Cuando, distracción mediante, logra sorprenderle y reducirlo, se encuentra con que es un americano apellidado Gaines (Ned Dennehy).
Dice ser de Texas y estar esperando el momento de volver a su hogar, pero Daryl le anoticia de que ya no lo hay. Tiene pinta de bastante inescrupuloso y no genera confianza, por lo que lo sacan atado al carro junto con las rescatadas provisiones pero, al pasar por el puente, una de las ruedas se rompe y caen tubos de gas a la fosa de los caminantes.
El sujeto aprovecha la situación para atacar a Daryl e intentar escapar, pero acaban forcejeando y ambos caen. A Gaines le va bastante mal y acaba devorado.
A Daryl se le complica pero, afortunadamente, no parecen caminantes de los que queman y más bien es eso lo que él hace con ellos al volar de un disparo uno de los tubos y provocar un estallido que deja un tendal de zombies.
Es rescatado por los niños y, al frente de ellos, la propia Lou, que ha conseguido liberarse pero no se muestra resentida. Al regresar a la comunidad, sin embargo, la señora Dubois acaba de morir y Lou lamenta que llegaron tarde. Aun sin necesidad, Daryl siente que debe sincerarse y admite que las medicinas no la habrían salvado…
Los niños despiden tristemente a quien fuera su protectora y Lou queda definitivamente a cargo del lugar aun cuando ya lo estuviera de hecho.
Terminan disfrutando todos una función de episodios de Mork y Mindy, sitcom de finales de los setenta y principios de los ochenta que, al parecer, hacía las delicias de Daryl en su infancia y admito que en la mía también, por lo cual me parece un justo y delicioso homenaje a la serie que en su momento lanzara a la fama a Robin Williams y de la cual los niños repiten los diálogos de memoria y hasta saludan con el clásico “nano-nano“…
Pero cuando el cuarteto quiere reiniciar la marcha, Laurent debe ser prácticamente obligado, pues quiere quedarse allí donde ha encontrado nuevos amigos y ya ni siquiera tiene la esperanza de hallar con vida a su mula tras verle muerta. Marchando a regañadientes, dice renegar de ser un niño especial y del supuesto destino de mesías que le han endilgado.
En la última escena, tenemos noticias de Codron, tras no haberle visto en todo el episodio: está escuchando las grabaciones que Daryl dejara a poco de llegar a Francia y en las cuales confiesa su intención de regresar a América. Un mapa muestra su posible camino y está claro que Codron irá tras él…
Balance del Episodio
Entrega correcta y entretenida, aunque continúan algunas inconsistencias que ya mostrara la primera que, en la comparación, termina siendo más sólida que esta. Entre lo más interesante ha estado, desde luego, el largo flashback de Isabelle que, alternándose con la línea actual, nos ha ido contando su historia. Ojo: fue bastante previsible y a cada momento sabíamos lo que ocurriría al siguiente, pero nos ha ayudado a entender el porqué de su sentir religioso y la necesidad de aferrarse a una esperanza que ve encarnarse en su sobrino al momento del “milagroso” alumbramiento.
La banda de Lou me trajo reminiscencias de la de Osa en Sweet Tooth (inclusive ella como líder) y hasta de los “niños perdidos” en Peter Pan, aunque también me vinieron imágenes de la novela El Señor de las Moscas (William Golding) o la banda de la Sinforosa en El Barón Rampante (Italo Calvino). Aun sin ser del todo original (de hecho, los niños criados en comunidad son bastante comunes en las historias postapocalípticas), era una buena idea para explotar, así como Lou un personaje interesante, pero lamentablemente ya no creo que volvamos a saber de ellos.
Más enigmática nos resulta la señora Dubois, a quien ni siquiera hemos conocido y ello nos priva de sentir lo que los niños sienten al despedirla: quizás ese arco merecía un par de flashbacks, pero al estar buena parte del capítulo ocupado por el de Isabelle, se hubiera visto algo recargado con lo que, en todo caso, podemos concluir que no fue buena idea reunir ambas historias en un mismo episodio pues una, necesariamente, pierde fuerza y es una lástima.
Vamos conociendo un poco más a Laurent y eso es bueno. No solo entendemos mejor su vínculo con Isabelle al saber que es sobrino y huérfano de su hermana, sino que además se ve interesante el propio conflicto que el muchacho tiene al querer ser un niño normal como el resto, destino que se le niega en aras de otro más trascendente, aunque de momento incomprobable. Digamos que hasta aquí no ha hecho nada especial, pero la impresión es que ya lo hará…
Sylvie, en cambio, todavía no pinta demasiado ni conocemos nada sobre su pasado o personalidad, pero se me ocurre que por algo la hicieron sobrevivir a la matanza del convento y doy por sentado que en algún momento nos pondrán al tanto.
Los villanos principales han estado desaparecidos por completo y el que pintaba para central del episodio no lo fue tanto: Gaines terminó teniendo pocos minutos en pantalla y yo lo había imaginado más como una especie de señor feudal que como un americano rústico, algo atropellado y casi estereotipo de Texas. El castillo, incluso, podría haber aportado un escenario gótico interesante, pero nos lo mostraron muy poco, aunque la voladura de zombies haya estado genial…
Pero no hemos tenido noticia alguna de Genet y apenas uno o dos minutos finales de Codron en los que no dijo palabra. No es que fuera obligatorio hablar de ellos, pero estamos ante una temporada de solo seis episodios y si van a ocupar un lugar central como villanos de la serie, ya tendríamos que irlos conociendo mejor. Ojalá así sea en el próximo…
Por otra parte, sigue sonando inverosímil que en todos los lugares que visitan hablen inglés. Incluso los niños lo hacen, lo cual Lou justifica en la oportunidad de ensayar el idioma: no sé con qué sentivo la señora Dubois se los enseñaría en un mundo devastado por el apocalipsis, pero al parecer así era. Solo en el arco de Isabelle hemos oído un par de diálogos en francés. Gran homenaje, en cambio, el llamar Astérix a la mula de Laurent, sobre todo porque el icónico y maravilloso personaje creado por René Goscinny es reconocido prácticamente en todo el mundo a excepción de Estados Unidos y ya es hora de que enmienden esa falta.
A pesar de todas esas debilidades, la serie sigue entretenida: Daryl es un personajazo, lo cual casi ni falta hace decir por lo mucho que le conocemos, del mismo modo que se perfilan bien Isabelle y Laurent, pero creo y repito que siendo solo seis episodios en la temporada, habría que acelerar ya algunas situaciones para dar forma a la idea central.
Esperemos que la próxima entrega apunte en tal sentido. Les espero cuando llegue y veremos si en efecto así es. Hasta entonces y sean felices…