InicioSeriesAnálisis de Vikingos: Valhalla. Temporada 3. Episodios 5 a 8: Final

Análisis de Vikingos: Valhalla. Temporada 3. Episodios 5 a 8: Final

Y llegó a su fin Vikingos: Valhalla, la serie de Netflix que, creada por Jeb Stuart, se basa en la serie Vikingos, pero ubica los sucesos un siglo después. ¿Ha estado el final a la altura? Pues lo analizamos…

Hola otra vez. Con un final excesivamente apresurado y muchas situaciones no resueltas, ha llegado a su desenlace Vikingos: Valhalla, la serie que funciona como spin-off de Vikingos y que, habiéndola analizado desde sus inicios, estamos en condiciones de afirmar que ha ido de mayor a menor.

Pero no hagamos tanto preámbulo y pasemos a ver qué nos han dejado estos últimos cuatro episodios para terminar, por supuesto, haciendo balance final de toda la serie. Cumplo en advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y en recordar que pueden leer en esta web nuestros análisis previos.

Groenlandia

Comenzando el quinto episodio nos encontramos con Erik (Goran Višnjić) al frente del asentamiento que, tras su confinamiento, fundó en Groenlandia. Las cosas no van bien: no hay casi capturas de pez y deben comer carne agusanada, pero el semblante de Eric cambia al ver llegar una embarcación y a Freydis sobre la misma.

Es un reencuentro emotivo y Erik conoce tanto a su nieto como a Stígr, al que Freydis presenta como su pareja. Pero no han llegado para quedarse, como él quisiera: su hija está resuelta a llevar a su gente hacia la supuesta tierra al oeste.

Leif, a todo esto, ha llegado a Corfú y tomado contacto con Calínico, el cartógrafo a quien buscaba. Al principio este niega la autoría del fragmento de mapa, pero tras recibirle amablemente en su casa le confiesa la verdad y muestra íntegro el gran mapa del que el fragmento forma parte: el mismo incluye tierras desconocidas al este y oeste, cuadrando ello con el recuerdo de Leif, que pareciera coincidir con las costas que allí se aprecian.

Calínico tiene también datos de que la Tierra es esférica y los mantiene ocultos porque serían considerados heréticos por la Iglesia al implicar la no existencia del Jardín del Edén. Ahora Leif sabe que la “Tierra Dorada” no fue sueño ni alucinación; existe y no parará hasta encontrarla…

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En Constantinopla, Harald sigue viéndose a escondidas con Zoe, poniendo ello tanto en peligro a sí mismo como a sus hombres. En un baile de máscaras algo anacrónico va en su búsqueda pero, para su sorpresa, a quien encuentra es a Romano rodeado de muchachas. El emperador está al tanto de lo suyo con su esposa y lo anoticia de que todo fue un ardid: no puede darle a ella hijos y acordaron que Harald era la mejor opción.

Pero antes de que este pueda asimilar la información, una de las muchachas rebana el cuello a Romano y, bajo acusación de asesinato, Harald termina detenido por la guardia de Maniakes, que por fin puede así sacárselo de encima y allanar su camino al poder.

En Dinamarca, Godwin hace amago de alianza con Forkbeard, pero termina en cambio aceptando la oferta de Harefoot y mira inexpresivo cómo este asesina a su padre con un almohadón. Momento shakespereano y parricidio que parece legado familiar: quizás Forkbeard no debería haber contado que mató a su padre…

Regreso a Kattegat

Tras su exitosa gestión en Roma, Canuto regresa a Kattegat en compañía de Emma y de los tres hijos de esta, a quienes enseña el salón real y les habla de Ragnar Lothbrok, Björn Ironside, Ivar el Deshuesado y Rollo: uno de esos momentos en que la serie viene a hacernos acordar de dónde viene todo.

Pero a la vez está muriendo y ello introduce un interrogante, más aún a partir de la reunión cumbre que se está celebrando y que plantea competencia por la sucesión entre los hijos de Emma y Aelfgifu, mientras el escenario se complica con la llegada de Harefoot, de quien Godwin es ahora flamante consejero.

En cuanto a Leaf, no sé en qué medio se desplazará tan rápido, pero en un episodio lo tenemos en Grecia, al otro en Jomsborg y ahora en Kattegat, lo que agrega otro elemento de conflicto. Y el haber visto el asentamiento de Freydis arrasado le hace barajar la peor de las presunciones con respecto al posible destino de su hermana.

Encadenado y en imagen que pareciera deliberadamente remitir a Cristo, Harald es llevado a juicio ante el Patriarca por el asesinato del emperador y por la aventura con su esposa, ahora viuda. Pero sigue haciendo las cosas mal y para salvar a Zoe, dice haberla violado, complicando así más su situación.

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Para dejar libres de culpa a sus hombres manifiesta incluso haber actuado en soledad: una ingenuidad, porque Maniakes ya ha demostrado lo poco que le importan los códigos y, en efecto, al ser llevado Harald a su sitio de reclusión, puede ver a los suyos muertos, amarrados a postes y con evidentes signos de tortura. Va a parar a un foso con cadáveres y cuervos mientras una idea pareciera destellarle en la mente…

Hardrada

Las cosas se ponen difíciles en Groenlandia. Freydis sigue con el plan de buscar la tierra del oeste y ha conseguido que se le unan algunos locales, pero ello irrita a Eric, que ve morir poco a poco su comunidad que ha fundado y se niega a seguir a su hija o que su gente lo haga. Su terquedad es tanta que primero les ha robado alimentos y luego su barco tras matar al capitán, que aparece sin vida en el océano.

Enfurecida, Freydis le desafía a luchar y saca clara ventaja, pero Eric saca a relucir un as anoticiándola de que ha secuestrado a su hijo. Freydis debe entregarse y quedar encerrada sin conocer el paradero del niño pero, por fortuna, es liberada por su madre Hilde (Carrie Crowley), quien la pone al tanto de que el mismo se encuentra muy al norte, con los kalaallisut. El viaje implica varios días a través de las montañas, pero Stígr se ofrece hacerlo mientras ella se oculta y escapa en un barco de comerciantes.

En lo que hasta hace poco era Jomsborg, volvemos a tener noticias de Magnus. Solo quedan acompañándole un puñado de sacerdotes y en un acto demencial mata a golpes a uno de ellos y le desfigura el rostro hasta lo irreconocible para anunciar que ha encontrado el cuerpo de Olaf milagrosamente impoluto, obligando a los suyos a confirmar su santidad. Definitivamente, su locura está para ligas mayores…

En Kattegat, se amplía la reunión cumbre, pues a Leif se agrega ahora Magnus (qué rápido viajan todos aquí), recién llegado de Jomsborg con el cuerpo de “su padre”. Pero Leif ha estado allí y visto el grado de destrucción, por lo que desconfía. Al preguntarle por qué estaban en Jomsborg los restos de uno de sus barcos, Magnus responde que fue destruido por un derrumbe; y cuando le pide ver el cuerpo supuestamente recuperado, el obispo se lo niega por ser contrario a la liturgia. No conforme, Leif visita a este en privado y logra sonsacarle la verdad, junto con la presunción (equivocada) de que Freydis está muerta…

Canuto está cada vez peor y su muerte es inminente. Reúne a sus posibles sucesores y pregunta a Leif, por haber conocido tanto mundo, cuáles son las principales atribuciones que debe tener un rey. Leif menciona en primer lugar la inteligencia y en segundo la fuerza física. No sé si es el comentario más afortunado, pues Edward y Harefoot se trenzan en encarnizada y desigual lucha, siendo el muchacho salvado de morir por la oportuna intervención de su madre.

No sé qué sentido haya tenido todo eso porque de cualquier modo, un instante después, Canuto anuncia su sucesión: mientras que Edward y Alfred regresarán a Normandía para “continuar con su trabajo” (???), el pequeño Harthacanute gobernará Dinamarca con Harefoot como regente (la expresión de este lo dice todo).

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Cuando llega el momento de anunciar quién será rey de Inglaterra, se produce un silencio general seguido por la sorpresa de Canuto diciendo que no habrá rey, sino reina: obviamente Emma…

En Constantinopla pasan cosas raras. Harald se halla recluido a la espera de su ejecución mientras Maniakes se ha convertido prácticamente en emperador de facto y planea serlo de derecho casándose con Zoe. En caso de que ella no quiera, simplemente fingirá su suicidio y tomará otra esposa (¿por qué no lo hace directamente?).

No sé qué es más insólito: si el plan de escape de Harald o que dé resultado… Embebiendo panes en alcohol y dándoselos a los cuervos, logra que se duerman para atarles brasas de antorcha a los fines de que, al remontar vuelo, las lleven a sus nidos en lo alto y provoquen un incendio: no me pregunten cómo hace para mantenerlas encendidas mientras tanto…

Tampoco me pregunten cómo es que ha logrado abrir sus grilletes, pero al ser llevado al cadalso consigue librarse de los guardias mientras todos están distraídos con el incendio: si voy a ser sincero, no entiendo qué diferencia termina haciendo el mismo…

Rodeado por la guardia de Maniakes y a nada de ser atravesado por las lanzas, Harald desafía al pérfido general a combate cuerpo a cuerpo y no sé desde cuándo tiene este tanto honor, pero acepta y termina ensartado.

No se sabe por qué hay tanta soledad alrededor y ningún guardia interfiere (ah, cierto, el incendio) pero, anoticiada de la derrota de Maniakes, Zoe baja las escalinatas para correr a los brazos de Harald. Cuando llega al lugar, sin embargo, él ha partido, una vez más en soledad y sin que nadie le detenga. En fin, mejor pasemos a otro arco…

Destinos

Canuto, moribundo, agradece a Godwin sus servicios y le dice que algún día su hijo será rey, tal la razón por la cual lo casó con Gytha. Para para ello deberá apoyar a Emma una vez en el trono y eso se ve difícil ya que, por un lado, Godwin sabe que será difícil que los condes acepten a la nueva reina y tampoco parece probable que él la haya perdonado por la muerte de su prometida Aelfwynn. Como siempre, tiene sus propios planes…

Antes de morir, Canuto se despide emotivamente de Emma, a quien confiesa haberse enamorado de ella desde que la viera por primera vez en el puente. Una de esas muertes románticas en que el moribundo se mantiene extrañamente lúcido hasta el final, pero yo no compro la escena sabiendo cómo empezó todo y que, en definitiva, Canuto se quedó con la esposa de un rey agonizante y ella simplemente, para mantener prestigio y posición, se le arrojó en brazos. Me encantan las ambigüedades, pero no me las presenten como romanticismo…

A rey muerto, reina puesta, así que Emma asume el trono mientras Canuto es despedido con un clásico funeral vikingo aunque, al parecer, han dejado también un falso sepulcro para complacer a la Iglesia, ahora aliada de la monarquía.

Pero Canuto solo podía ser un ingenuo si pensaba que todo marcharía sobre ruedas con su viuda en el poder. Estaba claro que los lobos comenzarían a actuar al otro día, lo cual queda evidente tanto de parte de Magnus, que ha ido al norte a buscar alianzas con los jarls de Noruega, como de Harefoot, a quien, valiéndose de marionetas, Godwin pone al tanto de los pasos a seguir. Su plan, de todas formas, dista de ser sutil: solo dice que será muy fácil destronar a la reina una vez que no haya rey.

Freydis regresa a Kattegat y se anoticia del retorno de Leaf, pero no lo encuentra: es que tu hermano salió a vengarte, muchacha… En efecto, ha partido tras Magnus, de quien justamente cree que mató a Freydis (la verdad es que lo intentó y con bastante torpeza).

Sabiendo de los turbios manejes de Magnus e insólitamente con pocos hombres, Svein sale a darle caza y lo encuentra bañándose desnudo (una constante en la temporada con cualquiera que luzca bien), pero todo termina al revés. Sin que sepamos cuándo ocurrió, Magnus tiene ya a los jarls en un puño y estos acaban lanceando a traición al desdichado e ingenuo Svein que creía tenerlos de su lado: digamos que murió en su ley…

Magnus ya es de hecho rey, pero se ha enterado que Freydis está en Kattegat y le intranquiliza. Dirigiéndose allí, anoticia a Aelfgifu de la muerte de su hijo para luego entierrarle un puñal y, utilizando como señuelo a Katla (Kateryna Bratchyna), la ahora viuda de Svein (a la cual amenaza con dar muerte junto al hijo que lleva en su vientre), termina capturando a Freydis.

Harefoot se dirige hacia Inglaterra, aparentemente para hacerse con el trono pues, según sabe, Godwin ya tiene a los condes en el bolsillo para que le den su apoyo. Pero al llegar, todo cambia y así como Godwin tenía sus propios planes, también Harefoot y Emma tenían al parecer los propios que, obviamente, no lo incluyen…

Cuando se toman la mano, Godwin descubre que hay algo entre ellos que no sabe qué es y nosotros tampoco, pues nunca fuimos puestos al tanto de que estuviera naciendo algo entre la reina y su hijastro. No sé si llega a calificar como incesto (habría que preguntarle a Woody Allen) pero vuelve a revelar a Emma como mujer acomodaticia y trepadora que no pierde tiempo cuando se le muere un esposo. Y Godwin, por no seguir el consejo de Canuto, se ha quedado sin nada o quizás ese era su destino de todas formas…

Stígr, a todo esto, ha partido hacia el norte y encuentra el asentamiento en que tienen al pequeño Harald, pero Erik ha enviado a alguien tras él y por el camino es atacado: sale triufante, pero herido… Lo que termina ocurriendo es que, junto a algunos locales, es el niño quien le encuentra y salva. Prometía más, pero más allá de su nobleza y buenas intenciones, Stígr ha terminado por ser bastante inútil y no es que le hayan servido tanto las supuestas destrezas adquiridas en oriente.

En Kattegat, hay conflicto entre Magnus y Harald. El primero invoca un antiguo juramento hecho por Forkbeard, según el cual había prometido convertirle en rey de Noruega. Pero como con la lápida en que sacrificaban al león en el primero de los libros de Narnia (deus ex machina), había una sentencia previa y los jarls habían jurado antes llevar al trono a Harald.

Magnus juega su carta y hace traer a Freydis para poner en evidencia su paganismo que, según dice, podría acarrear conflictos con la Iglesia e incluso dar al trono un heredero no cristiano. Los jarls debaten y las posturas están empatadas: tanto Magnus como Harald tienen derecho a gobernar y deben por lo tanto hacerlo juntos, en biarquía.

Ambos aceptan, pero Magnus pone como condición que Freydis sea quemada por bruja y Harald está de acuerdo, tan sorpresivo como obvio que se trae algo entre manos. Efectivamente, cuando Freydis es llevada a la pira, esta invoca a viva voz a sus dioses y de inmediato comienza a haber explosiones y correr regueros de fuego. Es Leif, claro, que parece haber dejado atrás los complejos de culpa por su pólvora…

La multitud se aterra y Magnus queda descolocado. Entre el humo y sin ser visto, Leif libera a Freydis, de modo que al retirarse el mismo, ella ha literalmente desaparecido. Magnus queda en soledad y a merced de la ira de Freydis, pero tanto Leif como Harald le prohíben matarlo (?), pidiéndole incluso este último que confíe en él.

El reencuentro entre los tres es a la vez despedida, pues Freydis y Leif irán a buscar al pequeño Harald y a Stígr (que ya les habrá llamado por el móvil para comunicarles que el niño está bien) y luego partirán en busca de la “tierra dorada”, que nunca veremos ni sabremos si encuentran.

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La despedida entre Harald y Freydis es fuerte, comprometiéndose él a conocer algún día a su hijo y pidiéndole ella, entre lágrimas, que no se demore demasiado. Harald, tras hacer detener a Magnus, asume el trono como Harald Hardrada, nombre que escribiera en el foso de Constantinopla antes de su escape…

Balance de la Serie

Hay casos en que uno odia haber tenido razón y este es uno, pues lamentablemente debo decir que los temores que este redactor abrigaba con respecto a un posible final demasiado apresurado terminaron por confirmarse y en un grado de apretujamiento peor al que esperaba. Y al igual que ocurriera con la anterior, la temporada final fue de mayor a menor dando por tierra con la buena impresión que (al igual que en aquella) me había dejado la primera mitad.

No cabe duda de que mucho habrá pesado Netflix al decidir quedarse con las tres temporadas que inicialmente había encargado en lugar de las seis que Jeb Stuart tenía en mente. Pero amén de ello, hay desprolijidades de guion imperdonables y situaciones resueltas con poca o ninguna imaginación: son muchas las que lo hacen a través de deus ex machina o simplemente de la fuerza bruta y, para colmo, el séptimo y octavo episodio se resuelven de la misma manera, es decir con una ejecución interrumpida y con fuego…

No hablemos del rigor histórico porque ya sabemos que las licencias son lo corriente en este tipo de series y además la historia que se relata está basada fundamentalmente en dos sagas, la de Erik el Rojo y la de los groenlandeses, ambas escritas bastante después de los acontecimientos narrados y con el ojo censor del cristianismo encima. El material de origen, pues, ya viene con licencias…

El problema, por ende, no son tanto las licencias como los disparates, llevándose todas las palmas la delirante fuga de Harald y casi diría todo el arco de Constantinopla. Ojo: lo de los cuervos tiene cierta base, pues por fuera de las mencionadas sagas existen textos apócrifos que dicen que Harald utilizó aves para provocar un incendio…

No es que esté mal juntar todo el material disponible para hacer la historia más entretenida, pero lo de las brasas encendidas atadas a las patas supera todo. ¿Y realmente pensó uno a uno los acontecimientos que después se hilarían? Ni siquiera se entiende para qué sirvió el incendio y Harald terminó encarándose con Maniakes totalmente expuesto y en soledad: bastaba que este último indicara a sus esbirros que lo atravesasen (lo más esperable de acuerdo a cómo nos habían pintado al personaje) para que todo el plan se fuera de paseo…

Ni hablar de las subtramas no resueltas. ¿El mapa? ¿La “tierra dorada”? ¿Qué pasó con Erik en Groenlandia? ¿Fue capaz Freydis de dejar así las cosas con su padre luego de que este secuestrara a su hijo y matara a su capitán? El perdón, que yo sepa, es judeocristiano, pero no pagano. Y no es que esté pidiendo justicia poética, pero sí que al menos nos digan qué pasó. Otro tanto con el finalmente desastroso arco de Constantinopla: ¿qué ocurrió con Zoe tras la decepción de que Harald hubiese partido?

Se advirtieron asimismo en esta temporada algunos intentos por acercarse a Juego de Tronos: en algún momento pensé que solo era idea mía, hasta que quedó deliberadamente claro cuando Erik pronunció la frase “winter is coming” (el invierno está llegando). Pero si realmente se buscó eso, debería haberse trabajado mejor la intriga política que, además, era también uno de los puntos altos en Vikingos…

Los tejes y manejes de los últimos episodios ocurrieron en off, lo cual nos privó de entender el entramado: no tenemos idea de cómo Magnus consiguió el favor de los jarls en contra de Svein, como tampoco del modo en que negoció Godwin con los condes ni, menos que menos, en qué momento nació la relación y consecuente alianza entre Emma y Harefoot: un elemento que hasta podría haber agregado morbo, pero quedó reducido a un tomarse las manos.

En fin, una pena que lo que había empezado bien haya terminado mal. Si tengo que hacer un balance, no obstante, rescato la primera temporada y los primeros tramos de las dos subsiguientes, así como la hermosa fotografía que se vio particularmente realzada en esta última y el soberbio trabajo de vestuarios, ambientación y escenografía (aunque nos quedamos con ganas de una buena buena batalla sobre el final). También algunas buenas actuaciones, particularmente de Laura Berlin y David Oakes.

Una verdadera lástima que todo ello se desluzca con un final apresurado, una colección de lugares comunes y una serie de disparates argumentales, además de que la serie haya ido perdiendo lo que le daba personalidad, particularmente esa ambigüedad que hacía dudar de cuánto había de fantástico y cuánto estaría en la mente de los personajes. La espada de Freydis, sin ir más lejos, fue desdibujando por completo su peso…

Vikingos: Valhalla ha sido en definitiva una serie entretenida y que se deja ver, pero no una gran serie. Y se ha quedado lejos, pero muy lejos de Vikingos

Gracias por haberme acompañado a lo largo de estos análisis. Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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