Arcane pone punto final a su primera temporada con este un tercer acto que sirve de cierre a su trama y a la vez abre nuevas vías para seguir explorando un mundo que ha resultado ser maravilloso. Si en los seis primeros episodios había quedado claro que podíamos estar una de las mejores series del año su, final no hace más que acrecentar esta sensación.
Crítica de Arcane actos 1 y 2. Una magnífica serie más alla de League of Legends
Muchas veces dar con el cierre adecuado es complicado, pero Arcane lo hace de la manera más sencilla posible. Dejando a los personajes tomar un camino lógico con la personalidad que nos han estado mostrando a lo largo de los episodios de tal manera que las piezas vayan cayendo una tras otra hasta llegar a un clímax que logra mantener al espectador pegado a la pantalla.
Para empezar, tenemos la recuperación de Ekko. El pequeño que jugaba con Vi y Powder en el primer acto de la serie vuelve siendo un personaje con un aspecto visual espectacular y con un trasfondo que añade más profundidad a toda la trama que trascurre en Zaum y a las luchas de poder que se dan en la ciudad subterránea.
Por si esto fuera poco, el enfrentamiento entre Ekko y Jinx en el puente, al final del episodio siete, nos vuelve a mostrar el poderío visual de Fortiche, los responsables de la serie. Es tremendo cómo contraponen planos de los personajes siendo niños en plena pelea, haciendo que la batalla sea original, emotiva y desbordante de acción, todo a la vez.
Las tramas que hemos ido viendo cobrar vida a lo largo de seis episodios se siguen desarrollando, aunque bien es cierto que unas tienen más peso que otras por exigencias del guion. Todo lo relacionado con el enfrentamiento entre las dos ciudades-estado y cómo lo viven los personajes que pueden tener peso en dicho conflicto está perfectamente narrado y va in crescendo poco a poco.
El triángulo emocional formado por Caitlyn, Vi y Jinx, unido a las decisiones de Jayce como jefe del Consejo llevan la voz cantante en esta parte de la historia. Y de nuevo es asombroso lo bien que está tratado el trastorno mental de Jinx, un tema en el que el papel de Silco, su padre adoptivo y “villano” de la serie, tiene gran peso. Pongo entre comillas lo de villano ya que, aunque está claro que es malvado, sus acciones y su personalidad tienen una motivación lógica detrás que no es otra que el amor que siente por Jinx y su afán de lograr igualar las cosas entre Zaum y Piltover.
También hay que quitarse el sombrero con la trama de Viktor, que no tiene tanto peso en la historia pero que de todas maneras logra brillar gracias al carisma del personaje. Es alguien que ha pasado una vida de penurias debido a su origen y a su estado físico, pero aun así ha conseguido llegar muy alto en la vida y ahora está dispuesto a lo que sea para lograr su objetivo de hacer que el Hextech pueda salvar vidas.
La escena en la que arranca a correr es sencillamente genial. Aunque luego se dará cuenta de que tal vez el precio a pagar sea demasiado alto y puede que su mentor Heimerdinger tuviera razón en cuanto a que no tendrían que haber despertado ciertas fuerzas.
Y si el apartado del guion es tan bueno como esperábamos, las escenas de acción, tan importantes en una serie como esta, no se quedan atrás. Ya hemos comentado lo buena que es la pelea entre Ekko y Jinx en el puente. Pero no se vayan, aún hay más. Vi y Jayce también tienen su momento de lucimiento, usando además las armas por las que estos campeones son conocidos en LoL.
Como colofón de la serie tenemos una escena genial en la que se resuelve todo el conflicto latente entre Vi y Jinx que es el principal eje argumental de la serie y que acaba llevando a las dos campeonas a la situación en la que las conocen los fans de LoL.
Jinx abraza totalmente su nueva personalidad dejando atrás a la pequeña Powder mientras, gracias a un montaje en paralelo, vemos cómo Jayce, Viktor y Mel Medarda logran convencer al Consejo de Piltover de que tal vez sea necesario tender la mano a la ciudad subterránea. Pero ya sabemos cómo acaba todo cuando la locura se adueña de una persona tan inestable y peligrosa como Jinx…
Y sí, amigos: Arcane acaba con un cliffhanger monumental, de esos que te hacen maldecir a los guionistas de la serie y la vez desear con toda tu fuerza que tenga otra temporada. A propósito, Netflix y Riot Games ya han anunciado que Arcane tendrá una segunda, algo normal viendo el éxito que la serie ha tenido.
Y por si tuviéramos poco con Zaum y Piltover, la llegada de la madre de Mel Medarda a La Ciudad del Progreso abre las puertas a que en el futuro podamos ver nuevos escenarios como el Imperio Nexus.
En resumen, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Arcane es una de las mejores series que hemos visto este año. Ha conseguido sorprender al público no conocedor del League of Legends para ofrecer una historia que atrapa desde el principio hasta el final seas o no conocedor de los personajes.
Su apartado artístico, aunque pueda parecer extraño al principio por su originalidad, acaba también atrapando gracias a un arte bellísimo y a una animación fluida que ofrece unos resultados extraordinarios. A Todo ello se suma un inspirado diseño de personajes y escenarios, más un apartado sonoro que acompaña la historia subrayando muy bien cada momento épico de la trama.
Es cierto que la historia tiene algunos pequeños fallos, como un cierto apresuramiento a la hora de pasar ciertos acontecimientos (el ascenso al poder de Jayce o el enfrentamiento entre las dos ciudades), pero en líneas generales la trama de Arcane es entretenida, adulta y compleja, sin necesidad de mayores artificios que dejar a sus personajes crecer. Si no habéis visto Arcane, ya estáis tardando.