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Crítica de El país de los sueños (Slumberland), una cinta que se queda corta en su desarrollo fantástico pero que esconde todo un dramón

Netflix ha estrenado uno de sus platos fuertes para final de año, la película El país de los sueños (Slumberland), protagonizada por Jason Momoa y dirigida por Francis Lawrence. Y oye, ni tan mal. Aunque hemos tardado (perdón, Carlos Maria Porras, porque te dije que la haría hace semanas) no hemos tenido la sensación de perder el tiempo en su visionado. Al lío.

Viaje al país de los sueños

El país de los sueños cuenta la historia de Nemo (Marlow Barkley) una niña de 11 años que ha perdido a su padre y se ve obligada a vivir con su tío Philip (Chris O’Dowd), un soso vendedor de cerraduras sin imaginación, solitario y sin amigos. Nemo, que no acaba de asumir la perdida, descubrirá que puede huir de la gris vida a la que se enfrenta viajando al país de los sueños.

Allí conocerá a Flip (Jason Momoa), un forajido que viaja de sueño en sueño, que ha olvidado quien es realmente y que ayudará a Nemo a encontrar un tesoro que le permitirá reunirse con su padre, aunque sea en sueños.

El país de los sueños se inspira en la serie Little Nemo in Slumberland, un clásico que es historia del cómic, guionizada y dibujada por Winsor McCay. Publicada como tira dominical en el New York Herald entre 1905 y 1911, su originalidad estaba en que narraba una historia en cada página que se iniciaba con Nemo, el niño protagonista, durmiendo y despertándose al final pero introduciendo un hilo narrativo en cada página, lo que le dotaba de un cierto aire folletinesco.

little nemo

Gráficamente, la propuesta de Winsor McCay era lo más original de una época en la que los cómics estaban en pañales. Encuadres imaginativos y espectaculares, personajes que se salían de las viñetas, el uso del color como un elemento más de la narración,… todo eso prácticamente lo invento Little Nemo in Slumberland.

La película de Francis Lawrence se inspira en la tira de McCay, usando personajes y viajando a mundos fantásticos que no están mal pero que podrían ser algo más. No es una adaptación al uso y de ahí que hablemos de inspiración. Si vemos imágenes que ya aparecían en las tiras, como los gansos o esa cama que se mueve.

La verdad es que pese a la magnífica fotografía (mucho mejor que la media de películas de Netflix) y a un uso de los efectos especiales ajustado, El país de los sueños podría haber dado más de si. En resumen, que se han quedado algo cortos.

Jason Momoa

Sin embargo, nos ha gustado

Si, es cierto que El país de los sueños podría ser mejor. La propuesta es imaginativa y tiene posibilidades. De hecho me hubiese gustado ver el resultado de alguien mucho más dotado para este tipo de historias, como por ejemplo Steven Spielberg. En sus manos, quizás estaríamos dando palmas con las orejas.

Aun así, la historia es sólida. Saben lo que quieren contar y lo cuentan bien. Hay un tema de fondo que es la pérdida de un ser querido, de la figura del padre en concreto, y cómo lidiar con esa pérdida (un tema que parece recurrente hoy en día). También de la depresión, de la forma que tiene de manifestarse. Es algo simple y superficial pero se agradece el esfuerzo por ser algo más que una aventura de efectos especiales.

Otro punto fuerte de la película son sus actores. La niña protagonista, Marlow Barkley, aguanta bien el tipo frente a Chris O’Dowd, en un papel muy contenido y más si tenemos en cuenta que en frente está Jason Momoa, desbordando carisma y pasándoselo en grande. La pena es que podría haberse desmadrado algo más. Al igual que el conjunto, se queda algo corto.

el pais de los sueños

Pero si por algo recordaremos El país de los sueños en el futuro es por hacernos soltar más de una lagrimita. No hemos llorado a mares como cuando vimos Coco (madre mía, que llorera) pero poco nos ha faltado. Si cuando viajan a Slumberland prometen más de lo que finalmente dan, cuando se quedan en el mundo real acontece un dramón de los que hacen época.

Igual hay mucho insensible pero si eres padre / madre, tío / tía, hermano / hermana o hijo / hija y has perdido a un familiar, o incluso te torturas con la idea de perderlos, es imposible no identificarse, no empatizar con Nemo y su pérdida. En ese aspecto, han logrado con creces su objetivo, sobre todo cuando emerge la figura de padre encarnado por Kyle Chandler, que va para especialista en este tipo de papeles.

En resumen, El país de los sueños podría haber sido mejor. Como adaptación pura y dura es un churro pero como película “inspirada en” da el pego. Como aventura de viajes a mundos fantásticos se queda corta pero como drama lacrimógeno es muy destacable. No se, pero creo que dentro de un tiempo la volveremos a ver y la valoraremos mejor. O no. Me voy a por los kleenex. Un saludo, sed felices.

Pedro Pérez S.
Pedro Pérez S.
Aficionado también al cine, las series de televisión, la literatura fantástica y de ciencia ficción, a la comida, la cerveza y a todas las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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