Antes de empezar que vaya por delante una cosa: ir al cine a ver la última película de Harrison Ford como Indiana Jones debería ser obligado para todos los que aman el cine y especialmente para los que crecimos en los 80. No debería importar si es una buena o mala película ni otras estupideces que he leído en redes sociales. Es la despedida de un actor icónico de un personaje mítico. O al revés.
En todo caso, Indiana Jones y el dial del destino es una de las películas del año, una gran película que debería convertirse en el blockbuster (clásico) del año como lo fue Top Gun: Maverick el año anterior.. Ahora sí, al lío. Intentaremos evitar spoilers.
- En busca del arca perdida
- Indiana Jones y el templo maldito
- Indiana Jones y la última cruzada
- Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
El héroe crepuscular
Estamos en 1969 e Indiana Jones está viejo, cascado y cansado. Su hijo ha muerto, Marion le ha pedido el divorcio y encima se jubila. El pasado no importa, tan solo el presente en el que el hombre acaba de llegar a la Luna. Sin embargo, el destino le tiene reservada una última aventura en la que intervendrá su ahijada Helena Shaw y un científico nazi que busca cambiar la historia.
Indiana Jones y el dial del destino pone el foco en el paso del tiempo, inevitable para todos y también para Indiana Jones, que ve cómo su mundo ha desaparecido y no acaba de adaptarse. Y aún así poca cosa cambia en relación a sus anteriores aventuras. Su nueva película mantiene el aroma a cine clásico que destilaban las anteriores entregas, un tipo de cine muy alejado del de acción más moderno.
La primera parte de la película, con ese Harrison Ford rejuvenecido (y que luce bastante bien) en el prólogo, más la escena del desfile, es vibrante y recuerda a lo mejor de la saga, aunque admitamos que James Mangold no es Steven Spielberg. Es un buen director, un artesano al estilo de Ron Howard pero Spielberg abre más la cámara y Mangold abusa un pelín de los primeros planos. En todo caso, Spielberg es mucho mejor y pocos hay que estén a su altura.
Tras su primera parte, Indiana Jones y el dial del destino mantiene el ritmo en la escena de persecución en Tanger (de las mejores que hemos visto en la gran pantalla), introduce una escena submarina y de ahí encadena set piece tras set piece hasta llegar a su brillante y emotivo final.
Ford y compañía
“No me apetece ver a un yayó de 80 años corriendo aventuras imposibles”. Algo así me dijo Carlos Maria Porras y al final acabó picando. Y la verdad es que Ford está que se sale. Por mucho que les pese a algunos, este último Indiana Jones es la evolución natural del que vimos en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Más viejo, más cansado y resignado, así como dispuesto a terminar de una vez por todas.
A su altura están los villanos, encabezados por Mads Mikkelsen, un nazi de los de toda la vida pero sin resultar exagerado, acompañado de Boyd Holbrock y un armario ropero. Lo de los nazis cansa un poco pero Mikkelsen resulta ser uno más cerebral, más frio y menos fanático, lo que da más miedo.
Mención aparte para Phoebe Waller-Bridge. Personalmente (y es una manía mía porque evidentemente no la conozco de nada) me cae fatal pero hay que reconocer que es una gran actriz y su personaje resulta más actual, bordeando el filo entre el anti-héroe y el villano, con motivaciones más prosaicas y menos heroicas de lo que estamos acostumbrados a ver. En Indiana Jones y el dial del destino y como no podía ser de otra forma, la relación amorosa entre el héroe y la chica brilla por su ausencia. Eso beneficia a la película.
Antonio Banderas pasa por allí.
Hasta siempre, Indi
Hasta aquí hemos llegado. Cada uno ha vivido la saga de Indiana Jones a su manera, muy en función del momento en que vio su primera película sobre el arqueólogo del látigo. Para mí, la mejor siempre será En busca del arca perdida, porque la vi en el cine en su momento; para Carlos María Porras será Indiana Jones y la última cruzada, la primera que vio en el cine.
Indiana Jones ha sido, es y será un personaje que ha trascendido la gran pantalla, un ícono de la cultura popular e Indiana Jones y el dial del destino es la mejor despedida que podía tener el personaje. Su escena final (que no revelaremos; de nada) es emotiva y sacará una lagrimita a más de uno. Disfrutad de su última aventura. Un saludo, sed felices.
Lo mejor de la película son el principio y el final, las partes que tienen más de aventura y descubrimiento. Quizás lo que menos es la abundancia de persecuciones, que ocupan demasiado tiempo por más que la primera de ellas sea estupenda. También que es larga y que muchas cosas podrían haberse contado en menos tiempo o directamente haberse pasado por alto, como toda la escena en que sale Antonio Banderas, que como no entenderle diciendo sí a hacer una de Indiana Jones. A favor de esa escena está que sale la bandera de Españita en una película de Indy, pero ya está.
Totalmente de acuerdo con el tema de la dirección, pero me ha hecho gracia otra vez leer a tantos rajando de los efectos hechos por ordenador y su maldad. Si se quisiera hacer una película con el anciano Harrison Ford haciendo algo que no sea comedia romántica nos lo cargamos en el rodaje, claro que hay que meter ordenador para meter persecuciones, latigazos y demás. Ese no querer salir del pasado y que éste arregle el presente es precisamente lo que mueve al estupendo villano de la película, que siendo nazi consigue tener algo de más chicha que ser un villano de cómic pulp (nada en contra de estos, son los que pegan en la saga).
También he leído mucha irritación con la ahijada de Indiana Jones, y me ha hecho gracia cuando al final ella es ni más ni menos que el Indiana Jones de El Arca Perdida: una ladrona de tumbas pilla, pizpireta, atrevida, pícara, buscando el dinero y la gloria. La actriz lo borda y si es irritante es simplemente porque nos pone a los que casi lloramos con el trailer de la película (ese “machácalos, Indiana Jones!” es complicado que no llegue a la patata) frente al espejo de la edad y el paso del tiempo. Nos irrita esa muchachita que cree que lo sabe todo y que hace lo que le da la gana sin casi oirnos. Nos irrita lo que en su día nos encantaba y estamos al lado del enorme Indy cuando le dice una y otra vez que no todo es la velocidad, el dinero o la gloria. Pero ella y su “Tapón” son estupendos y merecerían su propia película huyendo de príncipes con los que se promete y cuyo anillo de compromiso ha vendido (¿no es algo que haría el Indy de la primera película? Claro que sí).
Indy es y actúa como un hombre mayor, cansado y hasta arriba de todo. Y si se mete en este embrollo no es por la pasta, por la gloria o por rescatar a su padre. En esta última lo hace por responsabilidad. Es un mundo que su ahijada no puede ni entender al principio de la película. Y es normal. Es quizás la película en que él hace menos chistes o tiene menos sentido del humor, cediendo casi todo eso a su ahijada. Casi se podría decir que Indy la da el testigo, pero al final de la película es ella la que evita que Indy cometa el error de quedarse en el pasado. La jovencita irritante le está dando una lección de madurez al mismísimo doctor Jones. El final es por todo esto maravilloso, valiente y emocionante.
En definitiva, no te quedes en el pasado. Y machácalos, Indiana Jones.
En lo que respecta a la esencia de la película, no puedo estar más de acuerdo con lo que comentáis los dos. Se ve a un Indy realmente crepuscular y amargado, muy distinto y, a la vez, coherente con lo vivido desde la anterior entrega. El papel de su ahijada y la elección de casting es poco menos que un milagro. ¿Quién iba a pensar que la protagonista y creadora de Fleabag iba a participar en Indiana Jones?
Eso sí, por muy interesante que sea lo que cuenta, no lo es tanto el cómo. Más allá de valorar lo bueno o malo de los efectos de rejuvenecimiento facial, a mí me saca totalmente de la película al principio. Y es una pena, pero es que ver a Harrison Ford con rostro de personaje de Playstation no me termina de sumergir en la película, que es lo que se espera de una trama de aventuras. Luego la cosa mejora, pero no termina de pasar de una película meramente entretenida y que se olvida con el tiempo. Más allá de la vuelta al pulp casi quince años después de la cuarta entrega de Indiana Jones, la película no tiene mayor interés. Ojalá que se planteen nuevas sagas con la influencia del personaje en lugar de volver una y otra vez a los mitos que sería mejor no tocar.
Hola Pedro! gracias como siempre por un buen artículo. No me voy a extender ni añadir nada de lo que se ha dicho, estoy de acuerdo al 100%.
Para mí Indy ha dado sentido a mi vida y ha sido un referente para saber cómo afrontarla. Así de claro.
Perooo!!, todo y que la película me ha gustado, la que sí me hizo saltar la lagrimilla es La última Cruzada. Y eso que la primera peli que vi en una pantalla grande fué En Busca Del Arca Perdida. Larga vida a mi Indy, y espero se realicen a partir de ahora alguna serie spin-off o lo que sea, pero que no quede en el olvido semejante icono, no sólo del Séptimo arte, porque incluso ha traspasado y quedado por encima del actor que lo interpreta, sino que es un icono patrimonio de la Historia de la humanidad.
Un saludo a todos, y a seguir disfrutando de las cosas que nos hacen felices!!
Gracias por el comentario Jordi. A mi, con los años, La última cruzada me ha ido pareciendo la más floja de todas. Tanto chiste acaba por cansarme y creo que le resta puntos a la película. Un saludo.