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Crítica de La tribu, dando la nota a lo español

La tribu, película que hemos podido ver gracias a FOX, se eleva como una película más en la línea de la La llamada, donde la música y la imagen se unen para dar lugar a un producto que, inconfundiblemente, es español.

Podemos empezar diciendo que en este país hay tres tipos de películas, aquellas de suspense y misterio con una trama policial detrás o las de una comedia ligera que en cualquier caso buscan lo mismo: hacer una crítica social. El tercer tipo consiste en películas de terror, y en mi opinión, es el mejor tipo. Con La tribu nos encontramos claramente ante la clase de comedia disparatada, simplona y en ocasiones hasta sórdida que aunque por un lado es ligera de llevar por otro no puedes dejar de sentir que te están intentando colar un mensaje facilón con un tono de suficiencia e infantilismo irritante, como si de la versión picantona de Peppa Pig se tratase.

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En este caso el mensaje parece una reivindicación de los parados o bajos cargos, que por supuesto achacan su situación únicamente a los malos malísimos de las clases adineradas cuyo objetivo es sin ninguna duda perjudicar a los demás para orar a su Dios, el dinero. Sinceramente, la película iba bien y podría haberse quedado como una película ligera, divertida y sin ninguna clase de pretensión, pero por una especie de manía que no alcanzo a comprender y que se repite de manera aplastante en el cine español, parece que la industria está empeñada y se siente obligada a decir algo cuando es evidente que no tiene nada que decir, resultando sus productos finales en estúpidos lugares comunes que brillan por su poca originalidad y su abundante petulancia.

Aun con todo y exceptuando esto, no podemos negar que la película tiene sus momentos que son acompañados por actores que dan la talla. Me gusta que la película se haya desarrollado en un ambiente popular, industrial y al mismo tiempo castizo que creo se ha representado bien y ha tenido su gracia, empezando por la forma en algunas ocasiones soez de expresarse y las pintas que llevaban, los chistes que cuentan o la manera en la que se desarrolla el escándalo de El hombre Lapa. Los ambientes y personajes de la película, a excepción de los repugnantes hijos de Virginia (Carmen Machi), son simpáticos y consiguen transmitir la honradez y modestia que se proponen, aportando el humor y cercanía que se proponen. Por otro lado tenemos a Fidel (Paco León), que sin duda diría que es el personaje más divertido y que con su amnesia nos aporta no sólo a nosotros, sino al resto de personajes, la sinceridad, desparpajo y valentía que a todo el resto de la película le ha faltado.

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En cuanto al aspecto musical de la película, es cierto que ha ayudado a darle vidilla a la película y ha recordado ligeramente a Dando la nota, aunque se ha centrado más en el baile que en cualquier otra cosa, aunque no podemos olvidarnos del éxito de reggeaton de El hombre lapa, que aunque se haya hecho especialmente para la película en tono humorístico estoy bastante segura de que se va a acabar escuchando en las discotecas. En cualquier caso debo decir que me han sorprendido gratamente las coreografías y la calidad del baile de los actores, que aunque deja patente que no son bailarines profesionales todos sin excepción cuentan con sentido del ritmo y se mueven bien. La idea me es simpática, pues no podemos olvidar que se trata de señoras ya no tan jóvenes que dejan traslucir su pasión por el baile, que no tiene edad, aunque el mejor bailarín sin duda es Paco León, quien en una escena en un supermercado nos deja patente su habilidad, desconocida por mí hasta ahora. Quizá, y sólo quizá, hemos llegado a una nueva modalidad del cine español en este mundo del musical.

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En conclusión, La tribu se trata de una película en la que se respira su nacionalidad, en cómo se entienden la cosas, cómo se expresan, el deporte nacional de reírse de lo más grotesco y el ingenio que ello conlleva, la ligereza y la forma de hacer reír al espectador, así como esa petulancia que intenta darnos lecciones desde el prisma más alejado de la realidad posible.

Un saludo y sed felices.

 

Carmen
Carmen
Mi nombre es Carmen, pero me llaman Kitayu. En los fríos inviernos me muevo sedienta de tinta y ocio. Bueno, a quién vamos a engañar, en verano también.
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