Desde Pixar y sin coste adicional ha llegado a Disney+ Luca, película dirigida por Enrico Casarosa que ofrece un saludable retorno a los filmes de animación más clásicos sin perder un ápice de actualidad y con muchos guiños para cinéfilos.
Habiendo hace unos días a la plataforma de Disney+ como una de las principales novedades de junio, Luca es la primera película de Pixar que arriba directamente al streaming sin pasar por salas cinematográficas, como también el primer largometraje dirigido por Enrico Casarosa, quien, de todas formas, ya contaba con experiencias en cortos al punto de haber estado, incluso, nominado al Oscar por La Luna, además de haber realizado storyboards para filmes exitosos como Cars, Up, Ratatouille, Robots o Ice Age: la Edad de Hielo.
Fábula de Mar
Luca es una historia ambientada en la Riviera italiana durante los años cincuenta y en consonancia con ello recupera mucha de la candidez que caracterizaba a las comedias de esa época o a los viejos filmes de animación; se aparta un poco del lenguaje más complejo y trascendente que venían tomando los filmes de Pixar en los últimos años y decanta, en cambio, hacia una propuesta más sencilla, pero en absoluto banal. El tono es básicamente de fábula y, en buena medida, ello explica esa sencillez.
La historia sigue a dos amigos que son, en realidad, criaturas marinas (monstruos según los pobladores de la región) que viven en las profundidades cultivando campos de algas o haciendo pastar a rebaños de peces.
El pequeño Luca, sin embargo, siente curiosidad por el mundo de la superficie cada vez que encuentra algún objeto caído a las profundidades, ya sea un reloj despertador o un gramófono. Es por ello que, aun a pesar de las prohibiciones de sus padres al respecto, termina subiendo a la superficie alentado por su nuevo amigo Alberto.
La cuestión es que, con solo subir, toman forma de humanos y alcanza con volver a mojarse para recuperar la original. Así, una lluvia o una simple salpicadura pueden dejarles en evidencia ante los pescadores que viven en la pequeña localidad costera de Portorosso y que sienten hacia las criaturas marinas una aversión irracional basada en la superstición y la tradición oral.
Todo por una Vespa
Dijimos que estamos en los cincuenta y, como no puede ser de otra manera, la gran fantasía de los dos jóvenes es una moto Vespa que han visto en un volante publicitario. Conseguir una, sin embargo, no es fácil, pues descubren que en el mundo de la superficie existe un obstáculo llamado dinero.
La posibilidad de ganarlo les surge al enterarse que en el lugar se celebra una muy especial competencia de triatlón que, en variante claramente itálica, consta de tres carreras: una nadando, otra en bicicleta y otra comiendo pasta.
Pronto descubrirán también que en el pueblo hay un villano: es el antipático y presuntuoso Ercole, quien se jacta de haber triunfado en competencias anteriores y, para colmo, posee una Vespa.
Pero, a su vez y contrariamente, encontrarán una amiga en Giulia, niña de Genova que se halla allí por el verano. Es ella quien les enseñará a montar una bicicleta o a comer pastas con propiedad (enrollando en el tenedor, por supuesto).
El gran problema es, desde ya, la etapa de natación, ya que el mojarse implicaría para Luca y Alberto quedar expuestos en su verdadera forma, la cual hasta Giulia desconoce. Ella es, además, quien estimulará en Luca la pasión por el conocimiento, le enseñará con un telescopio esas estrellas a las que él creía anchoas y le alentará el deseo por ir a la escuela.
Un Mundo de Referencias
Luca es una historia entrañable, querible y bellamente nostálgica. Su simpleza la hace accesible a niños de cualquier edad, pero a la vez contiene los suficientes guiños como para mantener prendido a un público más adulto e inclusive conocedor de cine.
Se pueden encontrar referencias a películas italianas de posguerra, como Los Inútiles o La Strada (ambas de Federico Fellini), La Tierra Tiembla (de Luchino Visconti) o Ladrón de Bicicletas (de Vittorio De Sica), así como también a algunos títulos más cercanos en el tiempo como Cinema Paradiso, El Cartero o Mediterráneo. Hay, además, un par de alusiones a Marcello Mastroianni, ya sea por imagen o por mención.
Inclusive Giulia es a veces aludida como Giulietta, homenaje a Giulietta Masina, quien fuera esposa y actriz fetiche del mencionado Fellini; también hay un barco llamado Gelsomina, al igual que la protagonista de la ya mencionada La Strada, del mismo director. Y el personaje de Ercole, fanfarrón y egocéntrico, remite bastante al de Vittorio Gassman en Il Sorpasso, de Dino Risi. Y no faltan referencias literarias, como la plaza que se llama Calvino, en clara alusión al escritor Italo Calvino.
No pueden faltar tampoco referencias musicales, ya sea al más pueril cancionero italiano de los cincuenta y sesenta (Mina, Gianni Morandi, Rita Pavone) o bien, obviamente, a la ópera (Puccini, Rossini), fuerte golpe emocional para mí por ser música que marcó mi infancia. En cuanto a la banda sonora original, es realmente hermosa y acorde al tono emocional del filme, estando compuesta por Dan Romer (Zoe, Krystal, Wendy), al cual le tocó reemplazar nada menos que a Ennio Morricone, compositor originalmente pensado para el proyecto y a quien, por tal razón, la película está dedicada tras su fallecimiento.
La recreación del pueblo es maravillosa y de clara influencia cinematográfica. Abundan los estereotipos, pero la idea es que, justamente, sean tomados a broma, especialmente por los adultos: Giulia, por ejemplo, lanza imprecaciones como “santa mozzarella” o “santo pecorino” (mezclando religiosidad y gastronomía); el gato se llama Macchiavelli (verdadero apellido del pensador al que conocemos por Maquiavelo) y luce un bigote a lo Super Mario, en tanto que el acento italiano está presente en todos los personajes más allá del idioma seleccionado.
El filme está maravillosamente dibujado y con un bello tratamiento de los colores, ya sea en la recreación del fondo marino o en una Riviera italiana que, por supuesto, está llena de luz: se nota que Casarosa ha sido dibujante antes que director o, por qué no, que tal vez aún siga siendo ese su principal don. Cuando una película de animación es dirigida por un dibujante, es difícil que el resultado gráfico no sea de alta factura.
Y a propósito de Casarosa, también hay mucho de autorrefencial, ya que, según declaraciones suyas, su propia infancia transcurrió en la Riviera, siendo oriundo de Genova y habiendo, incluso, tenido en aquellos años un amigo llamado Alberto, que fue quien le empujó hacia la dirección de cine.
Desde lo argumental, se pueden encontrar también ciertos paralelos con algunos filmes japoneses animados de Studio Ghibli, muy especialmente, con Ponyo en el Acantilado (2008) de Hayao Miyazaki, en donde había un pez que soñaba con ser humano; también con Porco Rosso (1992), a la cual aquí el nombre del pueblo costero rinde claro homanaje. Y no puede obviarse, desde ya y como referencia obligada, La Sirenita (1989), pudiéndose casi decir que Luca es la historia que Hans Christian Andersen hubiera escrito de haber vivido en el Mediterráneo y en el siglo XX.
Básicamente es una historia sobre la diversidad, la aceptación del diferente y el mostrarse tal cual se es en lugar de ocultarse o representar un papel ante los demás. La historia de los temidos monstruos que arriban a la costa bien puede ser equiparada con la inmigración, pero lo bueno es que nos dejen decidirlo: no hay mensajes explícitos y metidos con calzador, sino que todo discurre de modo natural y sutil, sin las explicaciones redundantes tan frecuentes en este último tiempo.
Todo un detalle nostálgico el cierre con el clásico “fine” y presten atención a los créditos finales, pues las ilustraciones que acompañan nos continúan dando información sobre los personajes y, muy especialmente, sobre lo que ocurre con ellos tras cerrarse la historia: no podía esperarse menos viniendo la película de alguien que hizo buena parte de su carrera diseñando storyboards. Ah… y bien al final hay escena post-créditos.
Balance Final
Luca es una película que rescata la belleza de lo simple y que sabe dar un mensaje que emociona sin incurrir en cursilería, todo ello realzado por una estética realmente hermosa y una pátina de nostalgia que hará las delicias de adultos y, muy especialmente, de cinéfilos y melómanos.
Devuelve algo de luz a las producciones de Pixar y, sobre todo, puede ser disfrutada por toda la familia. Creo que lleva camino de nominación para la próxima entrega de los Oscar.
Hasta la próxima y sean felices…
Buenas, muy buena y hermosa película que al igual que Onward fue mejor de lo que esperaba. Muy buen y completo análisis. También tiene el añadido del valor de la amistad, gracias a su amistad con Alberto conoce el mundo exterior que tanto le interesaba y a su amistad Giulia descubre el conocimiento. Y por añadir algo, el pueblo italiano en el que transcurre la historia es muy similar al que vemos en la película Aquaman, saludos.
Hola Sergio: gracias por comentar! Me alegra que te hayan gustado tanto la película como el análisis. Coincidimos totalmente en cuanto a la valoración de la amistad. No había pensado en Aquaman: muy buen aporte y está claro que, en general, han homenajeado a muchas películas que tuvieron que ver con pueblos costeros y reinos submarinos. También, aunque no lo mencioné, hay algo de Buscando a Nemo e, inclusive, en un momento, se ve pegado en la calle un afiche promocional de Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, la película.
Gracias por el aporte y que estés bien!