¿Podrás perdonarme algún día? es una de esas películas que se intentaron hacer anteriormente pero no dio resultado. Al principio, los actores protagonistas iban a ser Julianne Moore y Chris O’Dowd y la encargada de dirigir Nicole Holofcener quien finalmente ha recibido el titulo de coguionista. En cierto modo, a veces los contratiempos resultan beneficiosos para una producción y creo que es el caso de ¿podrás perdonarme algún día? Es muy difícil imaginarse el resultado final del filme sin los dos actores principales que realizan un trabajo excelente el cual les ha conseguido a ambos la nominación al Óscar en la categoría de mejor actriz y mejor actor de reparto. También hay que agradecer que finalmente Marielle Heller haya sido la encargada de dirigir porque no cabe duda de que su experiencia como actriz ha sido en parte responsable de que sus actores hayan conseguido unas interpretaciones de tal calibre.
¿Podrás perdonarme algún día? es una obra basada en el libro que en 2008 Lee Israel escribió sobre su vida. La película presenta una parte de la vida de Israel (Melissa McCarthy) muy definida: habla sobre el periodo en el que para ella fue difícil encontrar trabajo, ni si quiera su agente le respondía a las llamadas, como bien plasma la película, se veía obligada a imitar a Nora Ephron por teléfono para conseguir respuesta. Debido a sus dificultades económicas empezó a falsificar cartas de escritores y celebridades fallecidas. En este periodo también conoció a Jack Hock (Richard E. Grant), un hombre que deambulaba por las calles de Nueva York sin rumbo alguno. Juntos iniciaron una relación de amistad para combatir la soledad que amenazaba con engullirlos, pero no se dejen engañar, es una amistad muy peculiar, tanto como estos personajes. La película se beneficia mucho de este tipo de historia contenida porque a veces las biografías quieren abarcar demasiada carga narrativa y el desarrollo del personaje se pierde entre tanto acontecimiento, no es el caso de ¿podrás perdonarme algún día?, aquí los personajes son el punto principal de interés.
El filme no se avergüenza ni teme en revelar que sus protagonistas son personas con muchos fallos, son difíciles de tratar, especialmente Lee con la que pasamos la mayoría del tiempo. Ha ido perdiendo todo en su vida, su relación, su trabajo y lo único que le queda es su gato, hasta que aparece el personaje de Grant. Grant está fantástico como una persona que enmascara sus problemas a través de una continua farsa. De hecho su aparición en el filme cambia completamente las tornas y lo hace mucho más ligero en cuanto a tono. La actuación de Melissa McCarthy, a quien estamos más acostumbrados a ver en comedias, pero quien posiblemente haya realizado su mejor trabajo en este filme, inunda al personaje de capas, pasando por el humor, momentos de ternura y de generosidad a momentos en los que es difícil estar a su alrededor. De hecho, aquí se debe alabar el trabajo de la directora, el tono y la forma de ver la vida de la protagonista parece que se adopta en cuanto a la dirección del relato. Sin lugar a dudas, la historia está llena de elementos tristes, ambos protagonistas se enfrentan día a día a una soledad que los absorbe, no parecen encontrar su lugar en el mundo, pero ¿podrás perdonarme algún día?, como Lee y Hock, encuentra momentos de humor porque la vida no es tan sencilla de definir y no todo es reír o llorar.
La labor de la directora no es solo excelente porque ha conseguido sacar dos de las mejores actuaciones del año o porque ha logrado equilibrar el tono de una forma tan magistral, de forma que todo sea tan fluido, además, los movimientos de cámara siempre aportan detalles al ojo más curiosos para que sepa lo que va a pasar a continuación.
En conclusión, ¿podrás perdonarme algún día? nos trasporta a la Nueva York de los años 90, en particular es especialmente brillante como refleja la cantidad de esnobs que hay en el mundillo al que pertenece Lee por profesión pero del que es tan contraria en cuanto a comportamiento. Es un relato especialmente interesante por los personajes tan complejos que construye y por el cariño con el cual los desarrolla.