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Crítica de Ventajas de viajar en tren: Una marcianada consciente

Hay que tener mucho valor para caminar por el filo del abismo. Sobre todo si eres un director novel en esto de los largometrajes que adapta una novela de un autor inadaptable. ¿Sale airoso Aritz Moreno en la surrealista y escatológica Ventajas de Viajar en tren? Sin duda alguna, sí. Aunque con matices.

Por simplificar, la historia de Ventajas de viajar en tren comienza con Helga (Pilar Castro), una editora que acaba de internar a su pareja en un psiquiátrico y vuelve a su casa en tren. Durante el trayecto, coincide con Ángel Sanagustín (Ernesto Alterio), un psiquiatra especializado en trastornos de personalidad que le cuenta la historia de Martín Urales de Úbeda (Luis Tosar), un paciente psicótico con un delirio paranoico que, entre otras cosas, envolvía a la basura.

Seamos claros. La película no está hecha para todos los públicos. Su estilo es directo y está dirigida con dinamismo. Pero es una marcianada que disfruta de su propia rareza, tanto por sus personajes como por la estructura de sus diferentes historias.

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Se podría decir que Ventajas de Viajar en tren es una película coral, con varios actores de primer nivel. Pero no es un largometraje de historias cruzadas. En todo caso, funciona a modo de matrioshka rusa, de un guión con historias con múltiples capas, cada una de ellas con diferentes actores y tono. Encontramos el horror de la guerra (el primer acto durante la guerra de Bosnia) , la locura bizarra de un psicótico (magnífico y desquiciado Luis Tosar, en un papel totalmente alejado de lo que se espera de él), lo estrambótico de un maltrato en el que confluyen zoofilia y dependencia (sorprendente Quim Gutiérrez en el mejor segmento de la película) ; el amor vivido como práctica y no como teoría(un culto Javier Botet con la compañía de la espléndida Macarena García) y, por último, la verosimilitud como ente sobrevalorado en la trama que cierra, a la vez que une, a todas las demás líneas argumentales.

Cada una de estas historias funciona en un tono diferente. En ventajas de viajar en tren visitamos diversos géneros como si se tratasen de paisajes a lo largo de un viaje. Thriller político, drama doméstico, romance…todo ello con un humor negro y escatológico que no se avergüenza de serlo. Esto, que supone su mayor virtud, también es su principal defecto.

Ventajas de viajar en tren es una película tan consciente y orgullosa de ser transgesora, de no tener una trama estructurada, de tratar temas tabú de una forma escandalosa sin atarse a complejos; que, al final, acaba saturando al espectador con tanta marcianada en su viaje a la locura, en su repetición de mecanismos narrativos que al principio sorprenden pero, al final, agotan. Tal vez sea un reflejo de la propia mente de la protagonista, que va colapsándose a medida que avanza el metraje, pero es innegable que termina por sacar del argumento al espectador que ha atendido interesado, al menos hasta el desenlace de la trama del noviazgo de Helga.

Entiendo que las tramas con tantas preguntas sin responder puedan ser del gusto de cierto público, pero reconozco que no caso tanto con este tipo de guión.

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Eso sí, el reparto es excepcional. El eje de todas las tramas es una Pilar Castro que cumple a la perfección como editora con un gran problema de dependencia hacia los demás. Ernesto Alterio, Luis Tosar, un sorprendente Quim Gutiérrez, Belen Cuesta, Jabier Godino, Javier Botet, Macarena García… un desfile de actores patrios de primer nivel que interpretan a personajes perturbados de una u otra forma.

En definitiva, Ventajas de viajar en tren es una película excepcional dentro del panorama cinematográfico español. Única en su batiburrillo de géneros, es esencialmente una comedia negra que no teme sumergirse en las diferentes historias, reales o inventadas, de los personajes que conforman este entramado a modo de muñeca rusa. Como película que camina en el abismo, es consciente de su incomodidad, lo que es loable pero no evita que, valga la redundancia, sea una película incómoda y que puede saturar al espectador con escenas cada vez más bizarras y detalles marcianos. Dadas las características del guión, creo que Aritz Moreno no ha podido hacerlo mejor con el material del que partía. Es una película destinada a no dejar a nadie indiferente, a molestar, a perturbar, a escandalizar, a removernos de nuestras butacas. A que nos riamos de cosas que no tendrían por qué hacernos gracia. 

Sobre todo, y esto ya es una interpretación mía libre de spoilers, es una película sobre como la verosimilitud, entendida como la capacidad de un narrador para contar historias que se perciban como reales, está más que sobrevalorada. Como decía alguien, no recuerdo quién, “engáñame, pero engañame bien”.

 

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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