Cuando un neófito comienza a interesarse por el género de superhéroes (como hoy es el caso de Batman) y su historia, se encuentra con algunos descubrimientos que desafían sus nociones preconcebidas. Por ejemplo, a la hora de establecer a Superman como el primer superhéroe, podemos decir sin temor a equivocarnos que se ha llegado a este consenso porque fue uno de los primeros justicieros exitosos surgidos en el cómic que han triunfado en otros medios, y que codificó los convencionalismos del género tal y como los conocemos, pero no surgió de la nada.
No solo se inspiró en la novela Gladiador, sino que existían muchos otros héroes con identidad secreta en novelas pulp y hasta en tebeos. Tenemos al japonés Golden Bat, al Hombre Enmascarado, a Green Hornet… y a La Sombra, que tendría una gran importancia a la hora de establecer la identidad secreta de cierto multimillonario conocido como Bruce Wayne. Los superhéroes no brotaron por generación espontánea, sino que son consecuencia del entorno cultural de su época. En el caso de Batman, del entorno cultural de 1939.
El segundo miembro en hacer su aparición de la trinidad de DC, el Caballero Oscuro, se inspiró en estos héroes pulp de la época, comenzando su larga andadura de ochenta años como un justiciero extremadamente violento que, en su primera historieta, tiraba a un criminal a un tanque de ácido, y que no tenía ningún reparo en utilizar armas de fuego.
El diseño original de Bob Kane, de colores brillantes en imitación de Superman, fue sustituido por la versión mejorada de Bill Finger, más cercana a la que todos conocemos. Y, al igual que este caballero oscuro no era ajeno a la literatura popular, su concepción tampoco puede separarse de un género muy prominente en sus primeras aventuras: el terror.
Freaks
En 1932, con una gran polémica, Tod Browning estrenó La parada de los monstruos, en la que los enanos y trabajadores deformes de un circo son tratados como unos protagonistas con pleno derecho. Sin embargo, a pesar de este oasis en el desierto, el género del terror no dejó de recurrir a jorobados ayudantes y a villanos horriblemente deformados durante los violentos años del Hollywood primigenio con el que se criaron los creadores del Murciélago, y que explotaba aquello que se percibía como raro o grotesco en cintas como Los crímenes del museo de cera. En aquella época, dentro de la ficción y en algunos ámbitos de la vida real, se trataba a las personas con este tipo de problemas físicos como si fueran meras atracciones de circo o, aún peor, monstruos.
Así, podemos comprobar que las primeras aventuras de Batman están repletas de villanos que bebían del terror de esos años, desde el Doctor Muerte (nada que ver con el legítimo gobernante de Latveria), cuyo rostro fue horriblemente desfigurado por un incendio, hasta el siniestro Pingüino que tan acertadamente supo adaptar Burton al empaparse del espíritu de esta época, sin olvidarnos de los gigantescos Hombres Monstruo de Hugo Strange, un encorvado científico loco que nada tenía que envidiar a los numerosos imitadores de Frankenstein que invadían las pantallas de cine.
Esta tendencia llega a su apogeo con los dos ejemplos paradigmáticos: Dos Caras y el Joker, inspirados por El extraordinario caso del doctor Jekyll y el señor Hyde y El hombre que ríe respectivamente, y cuyas sendas deformidades se convertirían en su seña de identidad. El Batman de los años treinta y cuarenta vivía en un mundo extraño y enfermizo en el que nuestro héroe se podía encontrar con hombres sin rostro, flores con cara, aristócratas malignos… y prácticamente cualquier monstruo sacado de un largometraje de la Universal.
Del celuloide a las viñetas
No solo el Joker y Dos Caras tomaron inspiración directa del cine de la época, y Conrad Veidt como el Guasón no fue el único intérprete que apareció en las páginas de Batman. Sin ir más lejos, en la primera aparición de Clayface nos encontramos con que este asesino enmascarado es en realidad un viejo actor que pretende acuchillar a todo el reparto del remake de su película más famosa. El nombre del villano, Basil Karlo, es reminiscente de Basil Rathbone, que interpretó al hijo de Víctor Frankenstein en la tercera entrega de esta saga y, sobre todo, de Boris Karloff, actor sobradamente conocido por dar vida a la criatura imaginada por Mary Shelley y a otros monstruos como la momia Imhotep. Todo un homenaje de estos autores al género que trataban de emular en las viñetas.
Durante sus primeros números, Batman también tuvo que enfrentarse al Monje, un vampiro con tendencia a secuestrar señoritas que nos hace pensar en cierto conde de Transilvania e, incluso cuando la aparición de Robin suavice el tono de las aventuras del Murciélago, este dúo de justicieros tendrá una extraña aventura en la que viajarán al pasado para descubrir la verdadera historia del monstruo de Frankenstein. A pesar de que el género policíaco también era muy prominente en estos primeros años, el terror seguía siendo una influencia fundamental.
Irónicamente, cuando este género comenzó a popularizarse en el cómic durante los años 50, las distintas colecciones del Caballero Oscuro comenzaron a adoptar un estilo más blanco e infantil, en parte para eludir las críticas de los sectores más puritanos de la sociedad, encabezados por el doctor Fredric Wertham en su paranoica cruzada contra los tebeos. Así, durante gran parte de la Edad de Plata del cómic, se perdería este encanto grotesco, y tendría que venir el recientemente fallecido Dennis O´Neil (con la inestimable ayuda de Frank Robbins y Neal Adams) a recuperar la oscuridad del personaje. Desde entonces, la mayoría de los autores que lo han tratado han respetado esta visión.
Conclusión
Hay muchas interpretaciones de Batman, y es difícil hablar de la esencia de un personaje ya octogenario. Si quieres saber por dónde empezar a leer los cómics del Señor de la Noche, échale un vistazo a este artículo. Si precisas de una guía más completa, también contamos con una. Aquí comprobarás que el Caballero Oscuro es un superhéroe increíblemente versátil que ha dado lugar a numerosas y contradictorias versiones.
Sin embargo, no podemos obviar que, para muchos, pensar en Batman es pensar en una noche tenebrosa, en una galería de villanos conformada por auténticos engendros, en criaturas de la oscuridad. Desde el comienzo, Gotham City ha sido un escenario gótico e irreal, en el que cualquier día puede uno cruzarse con el doctor Caligari o con el conde Drácula. Demos las gracias a Bill Finger y a Jerry Robinson, entre otros, por convertir la mala copia de Superman concebida por Bob Kane en un terrorífico icono que sigue perdurando después de tanto tiempo.
Máximo … Me ha encantado el artículo.
He leído un montón de curiosidades que, algunas las conocía y otras no.
Muchas gracias, compi y enhorabuena.
¡Gracias! La verdad es que me llevó su tiempo redactarlo, pero es interesante ver cómo la cultura de aquella época sigue siendo influyente hoy en día.