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Crítica de Elvis (2022), la frenética soledad del ícono.

Resulta difícil hablar sobre Elvis, la película. Igual que, supongo, es complicado analizar la figura de Elvis, el cantante, actor e ícono del siglo XX, con miles de imitadores a lo largo y ancho del mundo y cuya muerte ha sido y sigue siendo fuente de teorías conspiranoicas. Una figura cuya esencia late en el contraste entre la persona (desconocida) y el personaje (la imagen que todos tenemos). Porque Elvis Presley fue una figura repleta de contradicciones.

Cuando uno se acerca a Elvis (a partir de ahora, la película) con cierto conocimiento cinematográfico, espera un cuidado y exhaustivo acercamiento a la biografía del personaje. Más de dos horas de duración, un gran presupuesto, grandes actores y una recreación milimétrica de los sucesos más conocidos de su vida. Es decir, un Bohemian Rhapsody centrado en el cantante de Jailhouse Rock.

Si uno profundiza un poco más, verá que Elvis está dirigida por Baz Luhrmann, el del Romeo y Julieta y El gran Gatsby, ambas con Leonardo DiCaprio y, sobre todo, el de Moulin Rouge. Es decir, un director amante de la música, las coreografías imposibles, los anacronismos y, sobre todo, la sobrecarga de distintos movimientos de cámara sobre decorados recargados. En resumen, se dice que Luhrmann es un director barroco, igual que esas iglesias que están decoradas a más no poder y no tienen ni un solo milímetro de pared libre de adorno.

Así que, haciendo cábalas, me acerqué a Elvis pensando en una mezcla entre Bohemian Rhapsody y, por poner un ejemplo de película “barroca”, El lobo de Wall Street.

¿Es una descripción acertada? Sí y no.

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Sí porque, como era de esperar, Elvis realiza un recorrido completo por la carrera artística del cantante, abarcando tres décadas de la música estadounidense. Asistimos a la cima y caída del country, la aparición del blues en la América blanca, el rock n´roll, Hollywood, el derrumbamiento de los ideales americanos con el asesinato de Martin Luther King y Robert Kennedy o el asentamiento de Las Vegas como ciudad del vicio mundial.

Y sí, porque no es que Elvis sea una película rápida…es que, al igual que los movimientos del cantante en cada una de sus representaciones, Elvis parece realizada por un director hasta las cejas de anfetaminas. Zooms, contrazooms, elipsis temporales…hasta unos improvisados títulos de crédito a mitad de la película. Se suele decir que una película solo debe tener un clímax para reforzar la potencia de ese momento.

El concatenar momentos épicos solo lleva al agotamiento del espectador, que acaba saturado ante tanto “final”. Un ejemplo claro sería el último tercio de Batman v Superman, en el que el combate entre ambos héroes acaba perdiendo fuerza por todos los momentos in crescendo que aparecen después.

Pues nada, me trago mis palabras. Porque Elvis es el biopic musical con más clímax de la historia del cine. Es más, diría que Elvis es un clímax constante…que funciona. Desde su primera actuación hasta ese Hound dog censurado o su If i can dream… la película no da un segundo de respiro y se pasa volando en sus dos horas y cuarenta minutos.

Por otro lado, no. Elvis no es solo la mezcla de Bohemian Rhapsody y El lobo de Wall Street.

Es mucho más que eso.

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Porque es curioso, pero siendo una historia narrada a ritmo taquicárdico y con múltiples canciones y momentos festivos, Elvis nunca abandona la tristeza de la historia vital de su protagonista. Es curioso lo bien que queda reflejada la soledad del, por décadas, hombre más famoso del mundo. Un genio de la música, pero un ser humano dependiente y vulnerable ante una figura, su mánager, al que no abandona por ser el padre que nunca tuvo.

Ese mánager no podría haber encontrado mejor actor para ser interpretado que un Tom Hanks con toneladas de maquillaje, el mejor actor para dar rostro a ese psicópata encantador que es el coronel Tom Parker, narrador de esta historia.

Quedando bien reflejado el espíritu del icono al ritmo de la propia narrativa de su historia y su carácter dependiente, así como la soledad con la que fue castigado toda su vida, no podemos decir que Elvis sea un biopic exacto. De hecho, estoy convencido de que Luhrmann, fanático del personaje, ha dirigido el biopic que a Elvis le hubiera gustado. Porque, con todas sus fortalezas y vulnerabilidades, Elvis es mostrado como un ser sin contradicciones cuando… ¿qué ser humano no las tiene?

Mención aparte a la impresionante interpretación de Austin Butler, que consigue lo impensable en un biopic de estas características: el que, sin parecerse nada al Elvis original, lo acabemos viendo en cada escena que aparece.

En definitiva, Elvis no es una biografía exacta de uno de los mayores íconos musicales del siglo XX. No es fiel a todos los hechos y niega las contradicciones de su personaje. Pero, sin duda, es una de las películas del año, un impresionante y entretenido musical que nos mantiene en la cresta de la ola durante casi tres horas a la vez que nos muestra una triste historia. La de la soledad del hombre más famoso del mundo.

¡Un saludo y sed felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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