Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Yo estaba como vosotros. Años y años igual. Leyendo el manga “x” y buscando cosas sobre él siempre aparecía que algo de ese manga aparecía en otro llamado “Jojo´s Bizarre Adventure”. Leías más mangas, y volvían a aparecer referencias sobre él. Y pasabas a jugar videojuegos. En tardes tontas te ponías a ver de donde se habían sacado a Guile de Street Fighter, por ejemplo, y…resulta que también se habían inspirado en aquel manga de nombre rarísimo. Y otro videojuego. Y otro. Y otro. Y memes a montones. La lista de cosas a las que habías jugado y que tenían que ver con aquel manga raro que rara vez había salido de Japón era larguísima. Pero mucho.
Puede que lleve mil años publicándose. Puede que el manga haya vendido una cantidad obscena de ejemplares. Puede ser eso y todo, pero lo que has tenido toda tu vida es una sombra que aparecía constantemente cuando tocabas tantas cosas japonesas. Una sombra, ya que el cómic como tal no lo habías leído nunca. Hasta el jueves pasado, cuando Ivréa sacó en España el primer número de la primera saga de Jojo´s Bizarre Adventure, en una edición tan estéticamente bonita como necesaria.
El descenso a la locura
Me lo habían recomendado amigos, que lo leyera. Que no era uno de esos clásicos que han envejecido mal y a que a día de hoy es complicado de tragar, por más que influyeran tantísimo. Hay que decirlo todo: meterse en cómics o mangas ochenteros sin haberlos leído en su momento es un ejercicio de riesgo. Puede uno, debido a la distancia cultural que nos separa, pensando que aquello es una enorme chorrada que no hay por donde cogerla. Con el agravante de que lo ochentero tiene un aura de grandeza que no tienen otras décadas: cuidado con todo lo ochentero, así, en general.
Tras comprarme el primer tomo con mucha ilusión (junto al primer tomo de la nueva edición de Berserk, de la que ya Mario habló con gran gloria, así como Abraham nos contó en detalle el porqué toda persona feliz debería leérselo), procedí a sentarme en el sofá de casa a leérmelo. Hirohiko Araki es el autor. Pues vamos allá.
Al principio todo parecía un culebrón venezolano, pero con personajes que parecían sacados del mismísimo dios de los mangas de peleas ochenteros en Japón: El Puño de la Estrella del Norte (manga del cual hablamos muy amorosamente en esta vuestra página amiga). En medio de una ambientación que trata de acercarse al siglo XIX de Drácula o Jack el Destripador, empezamos a ver el culebrón de una familia rica que acoge a un malvadísimo personaje: Dio Brando, que competirá con el hijo del padre de familia, Jonathan Joestar, por quedarse con las propiedades de la familia. El malvado Dio le intimidará a golpes, le intentará fastidiar la relación su primer amor, hará por que el padre de la familia le repudie…por momentos esto es Candy Candy, pero con ambientación victoriana y personajes, como hemos dicho, sacados de El Puño de la Estrella del Norte. Pero culebrón. Culebronazo.
Todos los momentos exagerados de los culebrones están aquí. Las frases pomposas y épicas sobre cosas profundamente bobas. La trascendencia de la más mínima tontería. El ridículo de la intensidad exagerada emocional de los personajes le da un aspecto pretendidamente cómico, siendo descaradamente una parodia de tantos mangas de supermachos superfuertes con supersentimientos supertrascendentes. Esto nos lleva a algo que parece marca de la casa del manga: las poses. Poses de brazos forzadísimas sin ningún sentido, parodiando las poses pretendidamente serias de lucha de tantos otros mangas. Todo esto unido a unos trajes y vestimentas que parecen sacados del mismo asesor de estilo de Freddie Mercury, Tino Casal o David Bowie. Portadas con personajes enormes, musculosos, con ropas estrambóticas, con mucho brillo, en posiciones ridículas.
Larga vida al rocanroul
Al llegar a la mitad del tomo puede parecer que todo es un recopilatorio pretendidamente hortera con intenciones paródicas sobre los mangas de relaciones amorosas y demás. Pero ahí, dentro de este primer tomo, da un giro: pasa del culebrón al manga de peleas, dentro de la misma ambientación más o menos victoriana (dentro de lo estupefaciente y desmadrado que es todo el tomo visualmente). Allí el protagonista conoce a un personaje nuevo, Speedwagon. Dentro de que es otro sujeto estrafalario y muy muy rarito (tanto en forma de vestir como de actuar) el nombre del personaje es un claro homenaje a la banda de rock sesentera REO Speedwagon. Las referencias en los nombres de los personajes a bandas o canciones de rock parecen que son constantes: he podido ver que un personaje de más adelante de la trama se llama “Killer Queen” (como la canción de, claro, Queen). Es posible que el propio nombre del malvado Dio Brando tenga que ver con el de Ronnie James Dio, cantante de Black Sabbath o Rainbow. En esto recuerda un poco a Bastard! y los nombres sacados también del rock de la época para los ataques del protagonista, el inolvidablemente chulito Dark Schneider.
Es desde ese momento hasta el final cuando damos el segundo giro. Empezamos como un culebrón, seguimos con un manga de peleas con poses imposibles y vestimentas ridículas para acabar en un manga con elementos sobrenaturales, objetos mágicos, maldiciones y monstruos. De la disputa entre hermanos venezolanos por la hacienda de su padre a peleas en los suburbios victorianos con la chusma a puñetazo limpio a plantarnos en una de monstruos y objetos con maldiciones. Todos estos pasos no sabes ni cómo los ha dado, pero de repente estás en otro tono de historia (aunque siempre grandilocuente y conscientemente ridículo). Y resulta que el culebrón venezolano entroncaba perfectamente con las peleas en los suburbios, y a su vez éstas están en perfecto equilibrio con la parte final de los monstruos. Todo contando sin ninguna seriedad y con mucho exceso, pero todo ese cambio de tono pasa como si nada. Sin romper nada. Es más: mejorando la lectura conforme se van pasando las páginas. Atrapado por todos esos excesos sacados de alguien que no es que haya tomado drogas: es que muy posiblemente su cerebro las genera de modo endógeno. Es tremendamente creativo, y, cómo me decía un amigo por Facebook, dentro de que es manga shonen ningún personaje malvado es del todo plano. Cuando le toca enfrentarse a un tópico del género de peleas se sumerge en él con ropa brillante y gorras rosas, pero con la cara muy seria y trascendente.
Es posible más gloria, pero no mucha más (mirad mi gorra de colores brillantes)
Al acabar el tomo lo hice agotado. Es como subir a la montaña rusa siendo pequeño: estás como aturdido de tanta estimulación. El autor, Hirohiko Araki, es una mina de ideas, tanto argumentales como de diseño de personajes, que saca como una metralleta. Lo hace parodiando algo que ama, los mangas de lucha, y lo hace del mejor modo posible: tomándoselo en serio, metiendo rock and roll, dejando de tomárselo en serio cuando les viste o les pone en madre mía que postura ridícula nueva. Este humor desde la seriedad y el cariño lleva a que la historia esté incluso igual de bien pensada argumentalmente y narrada como su referente serio, El Puño de la Estrella del Norte.
Ivréa va a sacar 29 tomos que cubrirán los primeros cuatro arcos argumentales de la serie. Si funciona bien sacarán más. Corred. Compradlo. Es lo más parecido que vais a encontrar a drogaros entre risas escuchando glam rock, aunque sin haberos drogado y sin escuchar glam rock…con alguna sonrisa que seguro os sacará. Yo con un tomo ya soy un auténtico creyente.
Sed felices.








Un visionario el autor de este manga. Al menos en cuanto a peinados se refiere.
Un manga que tiene que apadrinar tele 5 si o si. Pues es una mezcla entre: mujeres, hombres, bíceps y berzas y cambiame.