Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Esperamos, desde este vuestro sitio, que hayáis visto la última temporada de The Boys. Nuestro compañero Juanma Martín ha estado hablando de la serie por aquí. En realidad no es tanto que la serie sea buena o mala: es que ha traspasado las pantallas para ser parte de la cultura popular. Casi siempre, vamos a decirlo, promocionada por gente con una ignorancia abismal sobre los cómics de superhéroes, soltando cosas como “si los superhéroes existieran en la realidad serían así” y cosas tardoadolescentes por el estilo. Es más o menos inevitable: en realidad los que hemos leído cómics de superhéroes hemos sido dos y el tambor.
Es decir, tampoco es culpa de esa gente. Toda la nueva venida de películas y series de superhéroes no ha tenido un Superman o en general películas de DC a la altura de sus personajes (salvando la primera de Wonder Woman y poco más). Así es posible hacer películas o series que deconstruyen a los superhéroes clásicos como The Boys, pero se hace sin que la gente que ha llegado a los superhéroes por el cine haya tenido contacto con el Superman clásico. Toda esta confusión sobre la serie y cosas ridículas que se dicen sobre ella (en el propio post enlazado antes de Juanma alguien pregunta por el “MVP” de la última temporada de The Boys, por ejemplo) se debe a que los actuales productores y realizadores de Hollywood tienen problemas de fondo para representar la luz, la honestidad y la pureza sin cinismo ni ironía. También una incapacidad para ser sutiles o ingeniosos para transmitir cosas. O quizás no, y es que vender en tales cantidades para que las cosas sean hoy rentables exige pasar por alto la sutileza a la hora de mostrar las cosas.
Pero volvamos al éxito de la serie de televisión, que ya decimos que es abrumaduramente mejor que el cómic (lo cual tampoco era difícil). Como siempre que hay un personaje malvado bien interpretado en pantalla con suficientes minutos en una serie o película de éxito tenemos a gente admirándolo. En el caso de The Boys es la parodia de Superman y del Capitán América, llamada aquí El Patriota. Personaje adulto que se comporta como un adolescente recién descubre que le salen pelos en los genitales: es inestable emocionalmente, caprichoso, le cuesta inhibir sus impulsos, le cuesta planificar a medio o largo plazo, etc. Por no comentar que mata o tortura en sus arrebatos de enfado caprichoso. Hay suficientes escenas de su patetismo y lloriqueos cuando está solo como para que cualquier persona normal y mayor de edad entienda que El Patriota es un ser patético, inmaduro y, sí, malvado.
Y ahí tenemos, otra vez, gente adulta usando a El Patriota para vender sus filias políticas. O sacando escenas suyas como algo a admirar. O creando y compartiendo memes de El Patriota con la última y estupenda escena final del último episodio de la serie. “Cómo mola El Patriota” y así. Este show lo hemos visto más veces. Por ejemplo con un villano como Walter White, que por más que sea el protagonista de Breaking Bad resulta que es difícil ver otro protagonista de una serie o película que cometa más crímenes y haga más cosas horrendas, por más que las hayamos entendido y le hayamos acompañado en el viaje.
También lo vimos en el pasado con el instructor psicópata de La Chaqueta Metálica (1987), interpretado espectacularmente por Ronald Lee Ermey. No era raro encontrar gente que se sabía la colección de insultos y humillaciones a las que sometía al “soldado patoso” en los años noventa y era bastante común hasta hace no tanto encontrarse gente con su personaje como avatar en redes sociales. Ya qué vamos a decir de otros como el rey Leónidas de la película “300”.
Podemos seguir mucho con el tema, abarcando no solo personajes sino las propias películas. Es decir, gente que en teoría no pilló la fina ironía de Starship Troopers y se creyó que era propaganda militarista. O sujetos que creemos que no han entendido la crítica a la fantasía del hombre hecho a sí mismo realizada por Scorsese en El Lobo de Wall Street y que incluso se lo ponen de nombre de nick en redes sociales o hacen vídeos poniendo ejemplos de la película sacando mensajes exactamente opuestos a la más que evidente intención de sus autores.
Aquí podríamos seguir con la corriente histórica y de entendido al respecto de este tema. Es decir, ser condescendiente y explicar que esta gente que idolatra a monstruos, psicópatas y malvados de ficción no ha entendido las películas o series. Que les faltan lecturas y que deben ponerse a leer, que no conocen los contextos y la realidad. Que no han analizado a fondo la película ni han pillado los signos y pistas de los artistas que dejaban clarísimo que el malo es el malo. Que hay que explicar otra vez a la muchachada la canción “El Imperio Contraataca” de Los Nikis.
Al final todo el género de artículos, columnas y reportarjes explicando a los pobres tontos que no han entendido las películas parten de una sola idea: la gente que admira a los psicópatas, monstruos o villanos lo hace desde la ignorancia o la inocencia. Si lo pensamos ésta es una de las bases de la Ilustración: se puede combatir la ignorancia, la superstición y la maldad divulgando el conocimiento y la ciencia. Y, bueno, podemos decir como buenos burgueses acomodaticios que sí somos que en parte es verdad.
Pero luego está la otra parte. Que también es tan cierta como la que sale de las tinieblas gracias a la información verdadera que ilumina tu camino a la Verdad. Y que, jajaja, resulta que también es real. Es esa gente que a lo mejor no son mayoría en ninguna sociedad pero que desde luego no son dos amigos en su casa del pueblo. Es esa gente que ve a un personaje como El Patriota que revienta la cabeza a un sujeto que ha lanzado una botella de agua a su hijo y piensan que a ellos les gustaría ser así.
Nada de aguantar a otros en los atascos por la mañana. Nada de aguantar gilipolladas de tus padres o tíos. Nada de tragar con bromitas de tu cuñado sobre que no tienes ni puta idea de nada. Nada del compañero de trabajo pesado que te da la brasa con sus mierdas políticas de pirado todos los días. Ojalá reventarles la cabeza, mover camiones de droga y que nadie te chiste, humillar a los demás sin ninguna consecuencia. Ojalá hacerlo o estar en el bando de quienes puedan hacerlo. Que no me vengas con gráficas, niño, que ya me las sé, joder. Que me dan igual. Que ya he entendido lo que tenía que entender. No, no es un calentón que tenemos todas las personas normales y grises del planeta con algo que nos molesta, no. Estamos consciente y responsablemente a favor de poder hacer cosas horrendas si no tuvieran consecuencias graves en nuestras vidas.
El error es creer que mucha de esta gente está enajenada de la realidad o no se ha leído el último “peiper”. O que tú estás menos resentido que ellos o tienes menos sesgos cognitivos. El error es creer que no han entendido las películas o las series, cuando realmente las han entendido perfectamente. Cogen de ellas lo que les gusta, lo que quieren y lo reivindican como deseable. Ni son idiotas ni necesitan lecturas. No les importa dejar un rastro de dolor y miseria para hacer su capricho. Y si no llegan a hacerlo en la vida real es por falta de oportunidades o por las consecuencias tremendas sobre sus vidas si empezaran a intentarlo. Más o menos como un porcentaje vergonzosamente alto de personas, que quizás no son mayoría, pero tampoco son anécdota. Puede que incluso tú mismo estés ahí, amado lector. Es por eso que hay leyes, hay mecanismos para que todo poder tenga limitaciones, para que no exista la impunidad, por lo que existe la policía y la cárcel. Incluso el civismo y la Ilustración, pero esa es la última fase.
Así, el error ilustrado de mandar a la gente a leer es comprensible y tierno, pero un error. La Maldad sigue existiendo incluso con dosis masivas de divulgadores científicos y acceso infinitivo a más información de la que manejaremos nunca. La Maldad no es una enfermedad, no es una distorsión de la realidad, no es ignorancia o falta de lecturas. Es la elección totalmente adulta y responsable de que te puedes llevar al mundo por delante para estar tú bien. Y eso es imposible de eliminar del todo. Por una sencilla y tonta razón: hay demasiada gente que, de hecho, ya lo ha hecho con éxito. Bienvenidos al mundo.
Sed felices.
Me he quedado sin palabras. Gran artículo. 👏🏻
Muchísimas gracias.