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Sobre plataformas de streaming y el futuro del cine.

Qué malo puede ser pararse a reflexionar. Tras casi medio año de vuelta a la normalidad, la variante ómicron (por favor, que la próxima se llame megatrón), ha vuelto a frenar nuestro ritmo de vida. En mi caso, más todavía. En estos días de confinamiento domiciliario, me ha dado por pensar. En el futuro. Pero como el mío puede suponer un coñazo, mejor tratar el del cine y su relación con las plataformas de streaming, algo más trascendental y debatible.

Un año entero de pandemia nos trajo un nefasto número de estrenos. Fue un 2020 curioso por la importancia que adquirieron las producciones más independientes en detrimento de las películas de gran presupuesto.

Lo de 2021 ha sido otro cantar. La vuelta del CINE (es decir, de la experiencia que supone asistir a una sala con pantalla grande) ha sido un motivo de alegría, pero también la prueba patente de la alarmante falta de originalidad de Hollywood, la industria que provee de las mayores experiencias en pantalla grande.

Si atendemos al ránking de las diez películas más taquilleras de 2021 en España (o en el mundo), veremos que la inmensa mayoría de ellas pertenecen al género superheroico (Spiderman, Eternals, Shang-Chi, Viuda Negra, Venom), son secuelas (Sin tiempo para morir, A todo gas 9, Un lugar tranquilo 2) o adaptaciones que ya tuvieron película previa (Dune).

Ni rastro de nuevas producciones. De nuevas ideas. Hoy en día, y son muchos los casos confirmados, las productores prefieren que los directores que acudan con nuevas historias las desarrollen utilizando viejas licencias. Solo así se explican estas secuelasprecuelasspinoffs de grandes mitos del séptimo arte (Scream, Cazafantasmas…). El panorama para 2022 no mejora salvo excepciones.

Las 30 películas más esperadas de 2022

Y es que son muy pocos los directores que puedan sacar adelante las producciones que les interesan realmente. A nivel de presupuestos millonarios, hablamos de Christopher Nolan, Quentin Tarantino o Denis Villeneuve.

El cine, como todo arte, se asocia a una serie de experiencias que se han ido modificando a lo largo de su historia, desde su creación en 1895. El paso del cine mudo al sonoro, la irrupción de la televisión, las sesiones dobles, el videoclub…

Estreno en cines de Lo que el viento se llevó en 1939

Como persona nacida en los 90, viví la etapa final de los videoclubes. Esa experiencia de ir a un sitio donde cientos de historias nos esperaban sin saber cuál escoger. Una época en la que las carátulas eran el principal motivo para escoger una u otra película.

Pero en ninguna de estas etapas las salas de cine habían sufrido tanto como ahora.

Y aquí es donde entran las plataformas de streaming.

Se define plataforma como una superficie horizontal plana, descubierta y elevada, construida sobre un armazón que sirve como apoyo o base para algo.

El psicoanalista Jacques Lacan decía que estamos totalmente investidos de lenguaje y, como tal, todo término significa algo en la medida en que cumple una determinada función, un objetivo.

En este sentido, es curioso que a una base de películas y series colgadas en Internet no se le haya llamado, valga la redundancia, base.  Lo cierto es que Netflix, HBO Max, Apple TV, Disneyplus o Amazon Prime Video pueden ser bases de películas y series, pero su función es la de plataforma. De soporte y, veremos a ver, de despegue para la industria del cine.

A diferencia de las películas que se estrenan en cine, dependientes de la siempre voluble voluntad de la gente para ir a tal o cual estreno, las plataformas aseguran un número fijo de fieles suscriptores pendientes de cada estreno que, a su vez, es un potencial atractivo para nuevos suscriptores.

Solo así se explica el enorme éxito en espectadores que ha tenido una película como No mires arriba o Alerta Roja, difícil de plantear si se hubiera tratado de estrenos en cine.

Las plataformas atraen a cada vez más actores reputados pero, lo que es más importante, aprovechan el “colchón” de sus estrenos más comerciales para dar banda ancha a los creadores más interesantes de Hollywood, a los que, actualmente, se les niegan propuestas que hace unos años jamás se hubieran rechazado.

Pensemos en David Fincher, hace años en Netflix al recibir la negativa de varias productoras para sacar adelante sus proyectos. Pero más sangrante, si cabe, es el caso de Martin Scorsese, cuyo El Irlandés se estrenó en Netflix, que aprobó un proyecto que se le había negado en varias ocasiones. O en los hermanos Coen, que acaban de estrenar La tragedia de Macbeth en Apple TV.

The tragedy of Macbeth, una película que, sin plataformas, no hubiéramos visto jamás en cines.

Lo que es muy positivo. Las plataformas se han convertido en el sostén de todas aquellas películas de prestigio alejadas de las superproducciones que ahora arrasan en los cines. Es decir, todo lo que no son superhéroes, adaptaciones de cómic y secuelasprecuelasspinoffs.

Pero el cine, como experiencia, está de capa caída. Y no parece que vaya a solucionarse a corto plazo. La dominación de Disney implica ya no una crisis creativa, sino el sometimiento de los guionistas a licencias como Star Wars, animación de Disney o Marvel sin permitir que aparezcan mundos nuevos.

La cartelera tiene cada vez menos interés, a excepción de eventos superheroicos. Desgraciadamente, ese ritual de arreglarse para ir al cine, para ver una película en pantalla grande, con todo lo que eso implica, cada vez será menos frecuente. Y, aunque es una alegría que las plataformas den salida a proyectos que, de otro modo, no se podrían ver en pantalla, es una pena que el ventanal que nos transportaba a otros mundos fantásticos sea, en el futuro, una ventanita.

¿Y vosotros, qué pensáis?

Un saludo y sed felices!

 

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Médico residente. Intento aprender como si viviera para siempre. Intento vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.

3 COMENTARIOS

  1. Hola Fernando, muy interesante tu artículo. El mundo del audiovisual está cambiando, lo mismo que por ejemplo nuestra manera de comprar (por Dios ese maldito Amazon…).

    Pienso que la experiencia que nos ofrecen las salas de cine, cada vez es menos atractiva. El tamaño de las TV domésticas, su resolcuión de imagen y el sonido, ya son equiparables a un formato sala de cine. Además en tu casa puedes parar para ir al WC, y no tienes al tipico de enfrente que te tapa la pantalla, el de al lado que no hace más que hablar, el que se pone a comer nachos con queso y te viene esa olor, etc.

    El cine del futuro ahora te lo describiré: lo podrás disfrutar en cualquier sitio, y será absolutamente inmersivo, o sea, estará integrado en el metarverso de la red, y podrás estar dentro de la película, absolutatemte 3D.

    Esto es todo por ahora, distrutar de las cosas que os hacen felices!!

    • Me parece muy interesante esa perspectiva acerca del futuro del cine. También que te centres únicamente en ese “lado malo” de ir al cine. De una manera u otra, es una cuestión que da para mucho!

  2. ¡Hola! Yo siempre he sido defensor del cine. Es verdad que con el tamaño de las TV ya se usa el mismo lenguaje y también es verdad que como te toque un grupo de niños o adolescentes cansinos te joroban la película, pero, de todas formas, la sala de cine tiene su encanto. El ritual de sacar entrada, palomitas y sentarte a disfrutar tiene magia. Precisamente el no poder pausar hace que te centres mucho más en la peli. Y verla en grupo (sin cansinos cerca) también contribuye, es distinto como experiencia colectiva. Por poner un ejemplo, no es lo mismo ver Endgame en casa que verla en el cine y se llene de gritos cuando el capi dice lo de “Vengadores reunidos”, o en la última de Spidey cuando aparecen los otros. Espero que se siga fomentando el cine en sala, si puede ser que se vete a los cansinos, jeje. La solución a mi modo de ver es sencilla, estrenar en plataformas solo pasado un mínimo de tiempo, un mes o dos, que tampoco es tanto, y todos contentos. De ese modo no se pisan unos a otros. La cosa está en sumar, no restar. ¡Saludos!

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