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Reseña Basura: Sharknado 2. El segundo

Bien, bien, bien. El mundo ha cambiado. Lo noto en el aire. Lo siento en el viento. Lo veo en los miles de tiburones volando en el cielo. Ha vuelto la reseña basura, para seguir desgranando los mayores engendros de la gran pantalla, como ya hiciéramos en anteriores ediciones. En esta ocasión os traigo la segunda parte de Sharknado, que han tenido a bien subtitular “El segundo”. Desde luego, no hay lugar a dobles interpretaciones. Pero menos introducir y mas comentar.

El segundo

Ha pasado un tiempo indefinido desde los acontecimientos ocurridos en Sharknado, y Fin y April han vuelto juntos. Además están ganado una millonada por un libro que han escrito y van camino de NY a firmar libros. Todo parece mágico, pero esto es Sharknado, y no venimos a ver amor, sino a ver tiburones volando. Muy interesante como juega el director con la idea de que Fin está un poco grillado, como si los tiburones estuvieran solo en su cabeza, en una evidente referencia al trastorno de estrés post traumático. Creo que aquí, se evidencia una feroz crítica contra las guerras de Vietnam e Irak. Un genio.

Por supuesto, esto no es una alucinación. Los tiburones han vuelto. Tras un par de muertes maravillosas, los guionistas quisieron dotar a la película de un sentido del drama mas personal y han creado una maravillosa escena, en la que April pierde una mano disparando a un tiburón. El dolor de ella, la gran actuación, la forma en la que transmite dolor mientras observa, casi impasible, el muñón… Que no le dieran el oscar a este mujer es casi más injusto que lo de La La Land. Por supuesto, Fin sabe pilotar aviones, así que salva el día. Lo de explicar de donde viene el Sharknado esta vez han decidido que no merece ni cinco minutos. Mejor.

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Tiburones en New York

Bien, la hermana de Fin y su mejor amigo formaron una familia perfecta, que ahora pasea por Nueva Yotk felizmente. Mientras, Fin va de héroe. “No estoy loco“, gran recurso narrativo. La incomprensión del protagonista. Su impotencia ante el dolor de sus esposa. El agobio de la prensa. ¡Ah! Maravilloso. Mas maravilloso aún es cuando los guionistas quieren meter algún gag humorístico. El humor dentro del humor, el meta humor, si queréis. Es arte. Arte.

Pero sigamos con la trama, que nos perdemos. La tormenta de tiburones se acerca, y Fin se ve en la encrucijada de correr a por su cuñado, afrontando el dolor existencial de quien siente la traición de un ser querido. Tenéis que entender que, si tu mejor amigo se casa con tu hermana, la hace feliz y forman una maravillosa familia, es casi como hundirle un hacha en el pecho a un hombre. Pero aún así, Fin es un héroe, y va a por su familia.

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En el estadio de béisbol, el cuñado de Fin, su sobrino, y otras dos personas que no sabemos quienes son, corren un peligro inminente de ser devorados. Pero aun es mayor el riesgo de que te rompan el corazón. Por que si en la primera película, a Fin se lo rifaban la sexy camarera de su bar y su ex mujer; en esta la cosa está entre su de nuevo mujer y su ex novia del instituto. Ni Julio Iglesias hasta arriba de Axe tiene tanto tirón como este hombre. De vuelta al tema de los tiburones, en 0,75 centésimas de segundo, ya han llenado el estadio.

Cara a cara con el peligro

En el metro, Fin y su cuñado inician el duro proceso de cerrar viejas heridas. Un proceso que podría durar años en gente normal, pero él está por encima del rencor. Y además, los tiburones (que son capaces de nadar entre las vías del tren sin electrocutarse), ya han llegado y no hay tiempo para ñoñerias. Tras un incidente sin importancia, los cuatro del metro (Fin, su cuñado, su sobrino y su ex) parten en busca de las chicas (su mujer, su hermana y su sobrina), con la ayuda de un amable taxista. Creo que, al introducir este personaje, los guionistas estaban pensando la relación de maestrazgo entre Dante y Virgilio. En esta caso, nuestro particular Virgilio, el taxista, guía a nuestro heroe, la representación de Dante, a través de la expiación, para llegar a la salvación. Pondría la mano en el fuego a que eso es así.

La verdad es que hay tantísimas escenas cargadas de significado (como el hombre negocios que es aplastado por la libertas después de haber herido a un vagabundo e intentar salvar el dinero), que se me queda corta la reseña para mostrarlas. Vamos al meollo, que es que tras muchas peripecias, el tornado ya está en la ciudad. Recalquemos, por favor, una conversación que debe pasar a los anales de la literatura en el séptimo arte:

  • Hay una enorme tormenta de tiburones en la ciudad. Matt, nuestro meteorólogo, nos explicará que debemos hacer ante esta inusual situación
  • Si, Clive, sobre todo, no se acerquen a la tormenta de tiburones.

En fin, nuestros héroes paran en Times Square para aprovisionarse. Y lo que hacen es ir a la tienda de juguetes al ritmo de Rock’nRoll. De nuevo, exijo un premio para esta gente. Por cierto ¿Os acordáis de April, que lleva toda la película sin aparecer? Pues parece que, solo una hora después de haber perdido una mano, está de humor para hacer de héroe. Mucho ha aprendido de su marido.

Héroes en zapatillas

Tras algunas escenas épicas, que incluyen cruzar Times Square saltando sobre tiburones martillo, Fin y su ex tienen una conversación catártica, en la que hablan sobre el dolor del héroe por el mero hecho de serlo. También, los ambiciosos guionistas han querido hablar sobre los problemas de racismo que azotan nuestra época, explicando que dejaron de ser novios por que al padre de ella no le gustan los blancos. Toma ahí, crítica social. Y mas drama social, porque resulta que se habla de la pobre educación que dejó como legado la época Bush. Así es. Resulta que el meteorólogo del que hemos hablado antes, estudio durante os recortes en educación de Bush hijo, y por eso el pobre cree que dos tornados de fuerza dos hacen uno de fuerza cinco. Ni sumar, el pobrecico.

Pasando al plano menos crítico, Fin y su ex están en un tejado, tratando de acabar con los Sharknados, pero la joden un par de veces y solo consiguen que caigan tiburones en llamas. Peri cuando tratan de bajar, resulta que el hotel se estás inundando. Tensión. Por suerte, Fin y su cuñado hacen las paces recordando su época de macarreo en los bares, y toreando tiburones.

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La tele, informando con su medido de monstruosidad.

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Tras un discurso motivacional maravilloso, con un tiburón partido por la mitad como colofón, Fin y sus dos chicas se suben al Empire State, mientras abajo, los neoyorquinos disfrutan del día del apaleamiento. Su mujer, por cierto, tiene una sierra mecánica en lugar de mano. El inventito que están montando no funciona, así que la ex se sacrifica. Fuegos artificiales, ex novia muerta y tornados deshechos. Y escena final con un montón de gente sacando armas de los maleteros para cargarse a los tiburones que caen y Fin surfeando el cielo a lomos de un tiburón. Y para terminar, el mismo tiburón que le arrancó la mano a April, la vomita, devolviéndolos el anillo con el que se re comprometen. 

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Con este último éxtasis que nos retrotrae a los oxigenes de nuestro héroe, damos por finalizado este segundo tornado que, os aseguro, tendrá continuación en esta nuestra web. Hasta entonces… sed felices. 

Sofia Ricarte
Sofia Ricarte
En mis ratos libres soy la Chica Ardilla
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