Se acabó lo que se daba. Planeta ha publicado el volumen 3 de Chew, que finaliza por todo lo alto una de las mejores series de cómics que un servidor ha podido leer. Ha sido un viaje largo (60 números más especiales) a lo largo de los cuales hemos acompañado a Tony Chu y sus compañeros en una dura odisea que tiene un final casi perfecto, algo que no siempre vemos en los casos de series cerradas.
Y es que este tercer volumen sirve para dar carpetazo a todas las tramas que John Layman y Rob Guillory han ido presentando a lo largo de la serie. Una vez que los autores han puesto en marcha todos los resortes de la historia que tenían en mente y han logrado que nos encariñemos con todos sus protagonistas llega la hora de poner el broche de oro a una serie tan original como divertida y tan irreverente como emocionante.
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El cómic de la semana: Chew Integral 2 (de 3)
Si has leído los dos volúmenes anteriores (y si no lo has hecho ya estas tardando), sabrás que la serie tiene dos tramas argumentales claramente marcadas y diferenciadas. Por un lado, tenemos el enfrentamiento de Chew y sus aliados contra el malvado “Vampiro Coleccionista”, que poco a poco ha ido amasando una enorme cantidad poder. Y por otro, hay que descubrir que se oculta tras la gripe aviar y las misteriosas letras que aparecieron en el cielo de la Tierra y que nadie sabe que significan.
La primera parte de este tercer volumen está dedicada a la lucha contra el Coleccionista, un asunto personal para Tony Chu ya que su enemigo fue el que asesinó a su hermana Antonelle (Toni para los amigos). Lo que ocurre es que, en un mundo con cientos de poderes fantásticos asociados a la comida, la muerte puede no ser un impedimento para hacer planes a futuro así que Toni se las arregla para dejar un mensaje póstumo a su hermano donde le dice como acabar con su enemigo. Y ya de paso, en uno de los momentos más emotivos de la serie, usa el mismo procedimiento para dejar un mensaje a su sobrina Olive, la hija de Tony, para que pueda conectar mejor con su padre.
El problema es que los planes mejor trazados no siempre salen bien y un asalto a destiempo contra el Coleccionista sin la participación de Tony acaba en tragedia. Nuestros protagonistas pagan un alto precio por sus acciones y es entonces cuando John Colby tiene una idea que dejará a los lectores totalmente ojipláticos. Aunque su plan final coincidirá con el de Tony y entre todos lograrán acabar con el Coleccionista.
Una vez resulta esta trama llega la parte más complicada. El enfrentamiento con un enemigo mortal, aunque sea tan poderoso como el Coleccionista, es sencillo de contar y todos sabemos como va a acabar. Lo difícil es dar un buen cierre a la que es la parte nuclear de la serie, ese misterio en torno al virus y a las palabras del cielo.
Es algo en lo que Mason Savoy lleva trabajando muchísimo tiempo. Pero es una pena que Tony, siendo tan cabezón como es, se niegue a colaborar con él. Así que al bueno de Mason le tocará tomar una serie de medidas desesperadas para forzar la situación.
La clave de todo parece estar en Amelia Mintz, la mujer de Tony (si amigos, en este volumen hay boda, buenos bodas). Aunque puede que el precio a pagar una vez que nuestros protagonistas logren descubrir lo que decía la escritura en el cielo sea demasiado alto.
Sólo diré que le final de la historia está a la altura de las circunstancias, cerrándose la trama de una manera perfecta con un giro brutal e impactante que no se ve venir y que además logra emocionar el corazón de los lectores que hemos acompañados durante tantos números a estos grandes personajes.
Por que ese es el gran secreto de esta serie. Si, es muy divertida, con mucha acción y locura y grandes misterios. Pero el corazón de la historia siempre ha estado en las relaciones entre los protagonistas, algo que John Layman clava sin duda alguna. Por eso cuando asistimos al trágico destino de algunos de ellos es imposible que no se nos escape alguna lagrimita.
También queda claro que los autores siempre han tenido en mente el final de la historia. Algo que resalta al leerla toda seguida. La construcción de la trama es sencillamente perfecta, llevándonos John Layman siempre por donde ha querido y consiguiendo cerrar perfectamente todas las tramas.
Sin olvidar que, a pesar del carácter cómico que tiene Chew, la historia que nos cuenta acaba siendo tan dramática, profunda y compleja como cualquier cómic o novela “seria” que nos echemos a la cara.
En cuanto al apartado gráfico, Rob Guillory puede que sea un dibujante del gusto de todo el mundo por su estilo caricaturesco y un tanto feista. Pero este tono cercano al cartoon y su habilidad para plasmar de forma perfecta las expresiones de los personajes, queda como un guante a esta historia. Sin obviar que, como es normal, su dibujo mejora número a número, llegando a su cota más alta en este cierre de la historia.
En cuanto a la edición de Planeta Cómic solo puedo volver a decir que es magnífica. Volvemos a tener un tomo en tapa dura, pero esta vez de 640 páginas ya que además de los últimos 20 números de la serie también incluye dos especiales protagonizados por Poyo y los dos números del cruce entre Chew y la serie Revival, con dos historias contadas por los equipos artísticos de cada serie. Y todo por el mismo precio que los dos volúmenes anteriores, es decir, 50 euros.
En resumen, este tercer libro de Chew supone el colofón perfecto para una serie perfecta que debería ser de obligada lectura para todos los amantes de las viñetas. Es una historia muy muy divertida, pero sin por ello dejar de presentar unos personajes profundos y complejos que van creciendo número a número hasta llegar a un final redondo y emotivo que es de los mejores que he podido leer en mucho tiempo.
Pero no se vayan todavía. Puede que las aventuras de Tony Chu hayan terminado, pero Planeta tiene programada la publicación en el mismo formato de las aventuras de Saffron Chu, la hermana criminal de Tony que es una cibopar capaz de descubrir secretos de aquellos con los que come.