Norma Editorial publica en España la última obra del guionista francés Rodolphe, autor con un abundante bagaje en su país de origen y que en esta ocasión se hace acompañar del dibujante español Oriol para presentar El Oro del Tiempo, una apasionante historia de misterio con algunas gotas de fantasía y terror ambientada en el París de 1900.
El resumen de la editorial de este libro es el siguiente: En el París de 1900, Théo Lemoine es un diletante y un hombre de mundo enfrentado a un caso que pondrá a prueba sus capacidades. Tendrá que descubrir la identidad del misterioso criminal que está tratando de robar unos documentos de origen egipcio relacionados con la consecución de un antiguo anhelo humano: la inmortalidad.
El guionista Rodolphe y el gran dibujante Oriol (La piel del oso, Naturalezas muertas) firman un relato de aventuras al más puro estilo del folletín pulp, rebosante de persecuciones, misterios, pasadizos secretos, personajes fascinantes y criaturas fantásticas.
Los autores tienen claro el tipo de historia que quieren ofrecer y no se cortan un pelo en darnos todos los ingredientes que debe tener un buen folletín de misterio. Hay muertes, asesinos, persecuciones, misterios irresolubles, personajes carismáticos, pasadizos secretos, ambientes lúgubres y lugares oscuros, no falta de nada, ni si quiera las criaturas fantásticas o las típicas femme fatales.
Y todo con una ambientación fantástica, en la que el París de finales del XIX cobra vida en todo su esplendor, un escenario en el que la vida se vivía al máximo (sobre todo si tenías dinero), y en el que no faltaban las fiestas públicas y clandestinas regadas con abundantes cantidades de alcohol, las sesiones espiritistas, las calles llenas de niebla y humo y un ambiente un tanto sórdido y decadente donde la sexualidad fluía libremente.
Con todos estos ingredientes, a Rodolphe solo le hace falta una cosa para que el lector se quede prendado de su historia: presentar un personaje atractivo como Théo Lemoine. Nuestro protagonista investiga el robo de unos documentos egipcios que parecen contener un premio demasiado grande como para pasarlo por alto, nada más y nada menos que la inmortalidad.
En sus pesquitas el bueno de Théo visitará escenarios tan famosos como el museo del Louvre o el Moulin Rouge o tan tétricos como castillos abandonados en los que varios bandos se afanan en perseguir el misterio de los pergaminos antiguos frente a nuestro protagonista y sus aliados.
Lo mejor de todo es que el guionista no deja un momento de respiro, de una pista se pasa a otra sin solución de continuidad, casi sin dejar respirar ni a los personajes ni a los lectores, algo que hace que las páginas se devoren una tras otras para saber que es lo que va a pasar a continuación. Rodolphe maneja con maestría varias tramas que se enlazan poco a poco hasta llegar a un gran final que deja todo atado y bien atado, dejando una sensación de satisfacción cuando se llega a la conclusión.
También ayuda que además de Théo, pueblen el relato varios personajes que dan vida a la historia, como ese periodista amigo del protagonista que no sabemos muy bien si es un hombre o una mujer o esa bella dama que se pega a Théo y que además de una gran belleza parece esconder algún misterio tras su fachada de niña bien. Sin olvidar la presencia de personajes históricos que dan más chispa a la narración como el mismísimo Oscar Wilde.
En cuenta al dibujo de Oriol, solo puedo quitarme el sombrero. En la bio del artista en la web de Norma le califican como uno de los dibujantes con más futuro del cómic español. Personalmente no había leído nada suyo, pero después de ver su arte en esta obra no puedo estar más de acuerdo. Sus páginas en El Oro del Tiempo tienen un magnífico aire expresionista que viene de maravilla para una obra ambientada en el París de finales del XIX.
Retrata la capital francesa llena de color durante el día, pero oscura y amenazadora por la noche, con sus callejuelas llenas de niebla y un ambiente peligroso y amenazante en el que todo puede pasar. Por otro lado, sus personajes no tienen un trazo detallado y es cierto que en ocasiones carecen de rasgos faciales, pero aun así el dibujante se las arregla para que sepamos en todo momento lo que están pensando.
De todas maneras, el conjunto de la obra tiene un aire onírico que le viene de perla al guion ya que sus páginas están cargadas de misterio y es una gozada detenerse a contemplar determinadas viñetas y composiciones como si fueran cuadros en un museo.
La edición de Norma es fantástica, como viene siendo habitual en este tipo de obras. La historia original se publicó en Francia en dos volúmenes que Norma recoge con acierto en un solo tomo de gran tamaño (23,5 x 32), ideal para recrearse en el arte de Oriol y poder disfrutar de la historia completa de una tacada. Está encuadernado en tapa dura y tiene un total de 168 páginas y tiene como extra un espectacular dosier gráfico a cargo del propio dibujante de la obra. El precio de venta es de 38 euros.
En resumen, El Oro del Tiempo es una grata sorpresa que mezcla de manera fascinante una buena historia de misterio con personajes geniales y un ritmo vertiginoso con un dibujo espectacular y original que se complementa de manera perfecta para ofrecer una de las mejores obras que se pueden leer actualmente.