Adaptaciones y biografías siempre han sido territorio peligroso. El narrar la vida u obra de otra persona, son unas arenas movedizas en las que habitan una inacabable ristra de posibles reproches. Desde las ya infames adaptaciones de La liga de los hombres extraordinarios o la etiqueta de “superficial” en la que terminan encasillados la mayoría de los biopics, salvando quizás experimentos como El hombre elefante.
La propuesta que nos concierne, consciente probablemente de esto, se atreve con una reformulación fresca y distinta de los productos derivados de un gran autor y su obra. Movido por este afán de navegar aguas poco exploradas, nace la novela gráfica de Lorca, un poeta en Nueva York.
Evitando el tópico
Como ya he mencionado, el concepto biopic y/o adaptación de una obra, es algo ya bastante manido. Para evitar estar sujeto a determinados puntos de vista encasillados en un excesivo conservadurismo o ansia rompedora, Carles Esquembre opta por cambiar el enfoque: el de un paréntesis temático. El autor lo que nos propone no es una masterclass histórica sobre la figura de Lorca, ni tampoco una adaptación de alguna de sus obras más conocidas y/o llamativas. Lo que destaca en este cómic es que lo que realmente pretende es meternos en la piel del poeta cuando vivió toda una serie de experiencias. Unas experiencias que lo marcaron para siempre e influenciaron probablemente uno de sus mejores pasajes como poeta, captando una crudeza y misticismo que, en contraposición, supieron captar la esencia de una ciudad llena de contradicciones y nuevos estímulos.
Centrada en el periplo de Lorca por Nueva York, la novela nos sumerge a través de su dibujo en una odisea sensorial a través de las vivencias y descubrimientos del hombre en la gran ciudad. Y aquí radica la diferencia de planteamiento, pues el centro narrativo son las experiencias y las repercusiones emocionales en Lorca, en cómo su visión se amoldó a ese mundo nuevo y la manera en la que surgió la necesidad de convertirlo en texto casi a modo de catársis. Todo a través de unos dibujos que, en su misma concepción ya nos dicen bastante de su intención, pues la vectorización de imagénes reales para incluirlas en la viñeta, busca replicar la sensación de ensueño del poeta, la de estar perdido entre un gigante real de cemento y un submundo exótico cargado de folklore y nuevas culturas, alcanzando así en muchas ocasiones y con gran acierto un tono pesadillesco surrealista.
Atrapado entre dos mundos
Pero –y aquí vienen mis peros– lo que hace destacar al cómic, creo que es precisamente lo que en ocasiones más lo lastra. Lorca, un poeta en Nueva York resulta una lectura amena y ligera, quizás demasiado. Y es que, aunque en determinados momentos la fórmula de despegarse del personaje y su obra –de manera estricta, narrativamente hablando– sea muy efectiva, a largo plazo termina convirtiendo el conjunto en algo un tanto inconexo y falto de unidad. No puedo evitar sentir que si el punto de partida e hilo conductor hubiese estado mejor entroncado –ya sea en la figura de Lorca y su ansiedad o la complejidad y reto de la creación de estos poemas–, este cómic hubiera alcanzado mayor dramatismo y contundencia una vez terminado.
El autor ya reveló en su momento que su intención con el cómic, también era la de mostrar la poesía de una manera diferente a los jóvenes, una especie de puente entre ambos mundos que les diera la curiosidad para meterse en un universo que muchas veces terminan repudiando por defecto. Y es probable que gracias a una presentación sugerente y distinta de lo que se acostumbra a mostrar de Lorca, se consiga este objetivo. Un objetivo muy relevante para el cómic, pues gana mucho si se conoce la obra del poeta.
Luces y sombras de un buen experimento
Lorca, un poeta en Nueva York consigue destacar y diferenciarse de la mayoría de propuestas y encuentra un filón interesante que abordar al desligarse de los cánones tradicionales tanto de biografías como adaptaciones. Aunque para el público medio quizás lo haga demasiado en ocasiones, acusando la falta de unidad narrativa en algunos pasajes. Sin duda nos encontramos ante una lectura especial, confeccionada con cariño y conocimiento acerca del autor y su obra, que nos brinda una perspectiva que complementa a la perfección la lectura de los poemas que hizo Lorca en Nueva York. Una propuesta que sirve tanto a los conocedores del poeta que busquen expandir un poco su visión, como para aquellos que busquen una oportunidad para sumirse en el imaginario de Lorca.
Si se os despierta la curiosidad, os recomiendo visitar este enlace a la web de Panini para consultar la ficha y detalles del cómic.