Bienvenidos, amigos de cualquier tipo de apocalípsis, a este mi humilde rincón del universo conocido. Sabéis que, en mis secciones habituales, suelo traeros cosas que la mayoría de seres humanos considerarían no recomendables. Pero en esta ocasión he decidido cambiar un poco las tornas, y traeros algo que si recomendaría una persona con gusto. Hoy os traigo algo que me hace especial ilusión. La reseña de Y, El último hombre: Libro 1.
Los orígenes
Para los que no lo sepáis, Y: El Último Hombre no es algo nuevo. Esta historia surgió al mundo en 2002, y terminó su andadura hace diez años, en el 2008, con un premio Eisner a sus espaldas. Brian K. Vaughan y la maravillosa Pía Guerra firmaban esta obra, él al guión y ella a los lápices. De la mano de Vertigo, Y convirtió una premisa manida, en una de las mejores novelas gráficas que he leído.
Y es que la premisa tampoco es nada del otro mundo, o puede no parecerlo. En 2002, por motivos que desconocemos, de golpe y porrazo, todo hombre, simio, mamífero, o ser humano con un cromosoma Y, desaparece de la faz de la tierra. Todos no, claro. Yorick Brown y su diminuto mono Ampersand sobreviven, sin que sepamos muy bien por qué. Personalmente, entiendo que esta trama, algo manida, pueda no interesar a muchos de vosotros, pero vamos a darle una oportunidad.
El fin del mundo… de nuevo
Hay muchas cosas que brillan en esta obra. Vaughan ha creado un universo en el que todo funciona. Nos encontramos con un personaje principal ocioso y pudiente, aunque trate de fingir lo contrario, cuya vida es tan aburrida que ha tenido que comprar un mono capuchino para pensar en algo. Yorick no es, de primeras, un héroe. A él solo le interesa una cosa: su novia Beth. Por desgracia, ella está al otro lado del mundo, en el desierto Australiano. Y de repente en mitad de la vida cotidiana, entre sangre y dolor, todo ser vivo masculino muere.
Tras este prólogo, Vaughan nos lleva a la sociedad un par de meses después cuando Yorick, último hombre sobre la faz de la tierra, llega a encontrarse con su madre, mientras descubre que las cosas son incluso peores de lo que parece. En realidad, Yorick tiene una única preocupación: Beth, de nuevo. Pero el mundo tiene otras preocupaciones, como una banda de neo feministas, el ejercito israelí, o el hecho de que los Rolling Stones y los Judas Priest estén muertos.
Yorick, a pesar de ser a la vez, un recurso y un peligro, decide iniciar el viaje hasta Australia acompañado de la agente 355. Durante su camino se encontrará de nuevo con esta banda de hembristas, las cuales deben quitarse un pecho como rito de iniciación, cual leyendas amazónicas. También con gente más agradable, como su amiga la Doctora, con la que surge una inevitable química.
Vaughan es un hombre inteligente y con recursos, que ha sabido dar una vuelta de tuerca a esta historia. Ha construido personajes maravillosos y coherentes, con los que empatizas casi desde el principio. Además, la historia no deja de engancharte, mezclando intriga policíaca con grandes conspiraciones y relaciones interpersonales muy bien desarrolladas. Maravilloso el final de tomo, cuando los astronautas (LOS, ELLOS, HOMBRES), deciden volver a la tierra.
La opinión de Sofía
Lo cierto es que, aunque no he hablado de ella en todo el post, la razón por la que me decidí a leerlo, en primer lugar, fue un nombre: Pía Guerra. Y es que si la historia funciona, el dibujo es exquisito. No solo te mete en la historia, si no que parece que vaya a salir de la página y a empezar a hablar contigo. El tándem Vaughan-Guerra consigue una maravilla, que nos deja con ganas de más.
No se si se ha notado, pero me gustó mucho este cómic. Y no solo porque lo dibuje Pia Guerra o lo recomiende Stephen King (por cierto, ¿No os recuerda esta historia a su “Bellas Durmientes”?), si no porque, en cuanto lo abrí, no pude cerrarlo hasta que lo terminé. Y me quedé deseando leer ese segundo tomo con el que ECC aún no ha tenido a bien bendecirnos.
No os lo penséis, e intentar conseguir cualquier versión de Y, El último hombre que encontréis. Yo volveré con más. Hasta entonces… sed felices.