Virginia: ¿un videojuego?

El videojuego Virginia nos llegó en septiembre de 2016 de la mano de Variable State siendo éste su primer producto y convirtiéndose inevitablemente en su carta de presentación. ¿Pero es Virginia realmente un videojuego? ¿Y, si dejamos de considerarlo como tal, de qué estaríamos hablando exactamente?

Virginia se une a la cada vez más larga lista de walking simulators (traducido chapuceramente podríamos hablar de simuladores de andar) uniéndose al aclamado Gone Home, Firewatch o Layers of Fear. Este tipo de juegos, mayoritariamente, se basan en colocar al espectador en un espacio que va a ir explorando mientras camina y se fija en los objetos, lee cartas y poco a poco va atando cabos para formar la historia que el desarrollador pretendía contar. En ocasiones existen varios finales dependiendo de las decisiones que uno tome o la historia parecerá más completa según si el jugador ha investigado más o menos.

Este no es el caso de Virginia. Se ha hablado de este juego como “lo que pasaría si David Lynch dirigiera un episodio de Expediente X” y, aunque esta definición sirva para hacerse a la idea sobre el estilo que podemos esperar de dicho juego, no acaba de ser del todo acertada. Es cierto que el juego tiene cierto toque surrealista que puede recordar a Lynch y una buena dosis de misterio al estilo de Expediente X pero lo que más define a Virginia es su ritmo pausado y sus reminiscencias cinematográficas porque, más que un videojuego, es una película interactiva. Esta atmósfera de misterio e inquietud se ve reforzada por el hecho de que el juego carece de diálogos, todos los personajes se comunican con nosotros a través de gestos, miradas o simplemente ignorándonos.

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Virginia nos mete en el papel de Anna Trevor, una agente del FBI que parece ser una mera espectadora de su vida. Las escenas se suceden frente a nuestra mirada atenta (y frente a la de Anna) sin que podamos hacer a penas nada para cambiarlo o intervenir en la acción. Trevor se ve involucrada en el caso de la desaparición de un chico del que no acabamos de saber mucho en todo el juego ya que todo está sugerido, no hay nada explícito y la imposibilidad de investigar nos impide averiguar más. Es un juego puramente especulativo, al final no descubre más quien más investiga o se entretiene en buscar todas las habitaciones porque Virginia no te lo permite. Te marca por donde debes ir, a menudo cambia de una escena a otra antes de que hayas podido fijarte en todo lo que querías: en Virginia no decides tú. En ocasiones deambulas por una habitación en la que no puedes hacer más que interactuar con un objeto, ese con el que el desarrollador quiere que interactúes para proceder a la siguiente escena sin haber sacado nada más de esa estancia que unos minutos menos de tu vida entre cuatro paredes ficticias.

En este sentido, Virginia puede llegar a ser desesperante, pues cuando a uno le ponen un mando entre las manos lo que va a querer hacer es controlar pero lo máximo que nos van a dejar hacer aquí en la mayoría de casos es mirar alrededor como si lleváramos unas gafas de realidad virtual. Una escena que llama especialmente la atención, es una en la que Anna está cenando y debemos ir apretando un botón para que pinche con el tenedor los guisantes de su plato. No hay nada más que hacer, la escena consiste en eso y es lo único que van a permitirnos.

Actualmente, podríamos considerar que los videojuegos son un medio en expansión, aún relativamente joven. Si lo comparamos con el cine veremos que es mucho más fácil que un videojuego pueda sorprendernos, quizás porque el cine lleva ya muchos más años de recorrido y parece que ya no pueda hacerse más que reformular conceptos que ya hemos visto. En el caso de los videojuegos aún hay terreno por explorar y en eso destacan los desarrolladores más indie; seguramente esto se debe a que al no disponer de tantos recursos económicos deben hallar alternativas para desmarcarse de aquello más mainstream con lo que no les haría ningún bien compararse. Además, utilizando la terminología cinéfila, los videojuegos indie son el símil a el cine indie o de autor, tratando éste historias más personales e íntimas.

Virginia Screenshot

Retomando la etiqueta con la que he intentado definir Virginia (película interactiva) es interesante que nos paremos a pensar de qué estamos hablando realmente. En el imaginario colectivo hace tiempo que ha desaparecido la idea de que un videojuego debe tener como objetivo ganar o perder, a menudo se utiliza la expresión “pasarse un videojuego”, esto indica una idea más de realizar un conjunto de acciones para llegar al final del juego que no superar unas pruebas siendo más o menos perspicaz o habilidoso. Sin embargo, sigue muy presente la idea de que un videojuego debe tener cierto punto de interactividad, que debe permitirnos hacer algo, pues la gracia de un videojuego parece ser intervenir en la historia. Pero en el caso de productos como Virginia, el videojuego se convierte más en una historia por la que te desplazas. Tiene sentido que ciertas historias se presenten en este formato porque te permiten averiguar más o menos según lo que hagas como jugador pero ¿por qué se decidió que Virginia era una historia que debía ser contada a través de un videojuego? Si intentáramos, por ejemplo, trasladar Virginia a las pantallas de cine nos encontraríamos con que perdemos gran parte de su esencia o bien acabamos con un producto muy alejado de la norma, incluso si lo consideráramos un filme menos convencional. En resumen, Virginia se encuentra en su máximo exponente en el formato en el que lo encontramos actualmente pero estamos ante una nueva categoría a matizar.

Sin embargo, si nos paramos a analizar detenidamente cualquier videojuego, rápidamente nos daremos cuenta de que no gozamos de verdadera autonomía en ninguno de ellos. Partiendo de la teoría que The Stanley Parable convirtió en su tesis en 2011, la sensación de estar tomando decisiones en un videojuego (y, si queremos entrar en cuestiones más filosóficas, en la vida) no es más que una falsa ilusión, pues no dejamos de estar actuando dentro de un marco que ya ha sido predeterminado, podríamos concluir que la noción que tenemos de lo que debería ser un videojuego está distorsionada.

Teniendo en cuenta lo reflexionado hasta ahora, sigue siendo evidente que Virginia dista mucho de la mayoría de videojuegos. Seguramente existan otros productos que se encuentren en este limbo entre lo que consideramos videojuegos y películas. Aún carecemos de una forma clara de categorizar estas “anomalías” pero es interesante tener en cuenta que nos encontramos ante algo diferente. Y es precisamente eso lo que destacaría de Virginia, es algo distinto a lo que esperaríamos de un videojuego (porque no lo es) y debe abordarse con una mente abierta a fin de poder disfrutarlo ya que es algo que no dejará indiferente a nadie.

Así pues, aunque en los videojuegos gocemos de una autonomía simplemente ficticia, en la vida real está en manos de cada uno considerar ante qué nos encontramos.

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3 COMENTARIOS

  1. Coincido contigo en que Virginia no es un videojuego al uso, no entra dentro de la amplia mayoría en términos de interactividad…pero a partir de esa premisa no estoy de acuerdo con el resto.
    Virginia es un videojuego…por supuesto que lo es y no es el primero en presentar una historia como personaje principal del mismo. Porque eso es lo que ocurre aquí, la historia es el personaje que deambula por la pantalla aderezada con recursos cinéfilos, movimientos de cámara, planos,…y una genial banda sonora. Pero no dejamos de manejar a Anna, nos movemos, miramos a nuestro alrededor, buscamos pistas…claro que es un vieojuego.
    Por otro lado, realmente yo no sentí en ningún momento esa sensación de desesperación de la que hablas por no poder investigar tranquilamente y claro que tiene recompensa quien más investiga, desvelar la historia en profundidad (la que te permite este tipo de argumento) o incluso encontrar ciertos coleccionables que aparecen en tu habitación son un ejemplo de ello.
    Repito, no es un videojuego al uso…pero a mi me pareció simplemente fascinante, quizás porque en un juego yo le doy la máxima importancia precisamente a la historia, puede ser…además de que me atrae mucho ese tipo de historias de intriga y misterio. Definitivamente te sientes mucho más involucrado en este caso que si se hubiese tratado de una peli…esa es la magia de los videojuegos.
    Para acabar, no quiero hacer spoilers…pero la historia te “sugiere” claramente un final para el caso del chico desaparecido, en una escena final que personalmente me encantó.
    Saludos!!

    • Discrepo, como indica el artículo, claro está. Sólo apuntar que en ningún momento he dicho que el hecho de que no me permitan intervenir disminuya la satisfacción que siento al jugarlo, simplemente quería reflexionar sobre el tipo de producto ante el que nos encontramos y la nueva tendencia que están cogiendo muchos videojuegos. Precisamente mi intención era generar debate así que me encanta poder conocer otras opiniones al respecto, muchas gracias!

  2. Bueno, lo que quise recalcar por encima de todo es que no todos los videojuegos son iguales, afortunadamente, y que el hecho de que este tenga unas mecánicas menos típicas no lo hace menos videojuego…(contestando al título del articulo)
    En cuanto a lo de “nueva tendencia”…no estoy del todo de acuerdo, este tipo de juegos se llevan haciendo desde los orígenes de la industria (hace ya más de 30 años), salvo por el hecho de la narrativa aquí empleada sin diálogos hablados o escritos, sólo apoyada en las expresiones de los personajes que aparecen ante nosotros, que a mi juicio es un gran acierto ya que viene respaldado por una gran banda sonora que brilla con luz propia de este modo. Además, claro está, de los avances técnicos que juegan a favor de esa apuesta cinematográfica de los creadores…algo que hace 30 años era sencillamente inviable (por ejemplo, animar expresiones faciales) y se resolvía como buenamente se podía.
    Me alegro que te haya gustado jugarlo…eso te coloca fuera del target “mainstream”, mi más sincera enhorabuena! 😉

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