Los jugadores de videojuegos (o ‘Gamers’ en el argot actual) somos seres que solemos realizar inconscientemente cierto tipo de rituales o acciones en determinadas situaciones. Este artículo ha sido certificado y aprobado por todos los gamers de esta web porque ante todo soy una persona empírica.
Y con tal consenso he decidido reunir esas situaciones que todo jugador ha vivido y repetido hasta la saciedad.
La postura del ‘Gamer’ supremo
El ‘Gamer’ puede pasar horas ‘repanchingado’ (término técnico) cómodamente en su sillón favorito, sofá o caverna decorada con luces led durante horas. Cierto con mantas en caso de ser invierno, teniendo al alcance de su mano los snacks y la bebida necesaria para echar una dura jornada de vicio supremo. Eso puede cambiar en un solo instante cuando el enemigo de turno, ya sea en un sandbox, un survival horror o un partido de FIFA, decide que se va a cobrar cara su derrota.
En ese instante el ‘Gamer’ abandona su comodidad, planta los pies en el suelo y encorva su espalda hacia la pantalla. Estudios de la Universidad de Silicon Valley aseguran que esa postura abre los chakras y da al jugador acceso a un cosmos similar al de los caballeros del Zodiaco. Esa ‘kata’ suele ir acompañada de algún gruñido o frase lapidaria contra dicho enemigo como: ‘Ahora vas a ver lo que es bueno’ o ‘Ya me estas tocando (aquí es donde suele añadir su parte genital)’. Obviamente esas combinaciones suelen ir acompañadas de insultos hacia dicho adversario en los que se menciona a sus familiares, vivos o fallecidos.
Recarga aunque te vaya la vida en ello
No importa que nuestro cargador tenga 5, 10 ó 50 balas: tras haber usado una (en caso de cargadores pequeños) o varias en caso de lo más cuantiosos, el ‘gamer’ recarga como si no hubiera un mañana. Como si no tener el cargador completo fuese un pecado capital penado con la muerte o que hubiese un logro por recargar más de 10.000 veces en cada fase.
Yo pensé que estaba de libre de pecado, pero estos días jugando a ‘Robocop: Rogue City’ he podido confirmar que el botón que más he pulsado es el ‘Cuadrado’.
¿Habré grabado? Vuelvo a hacerlo por si acaso
Es curioso cómo funciona el cerebro humano, que hace que olvidemos algo que acabamos de hacer y volvemos a hacerlo para cerciorarnos: cerrar la puerta con llave al salir de casa, mandar un whatsapp al grupo del trabajo para que sepan que nos vamos de vacaciones y ellos no o guardar la partida en nuestros videojuegos favoritos.
Es casi como si fuese una ley no escrita que nos obligase a hacer la acción de grabar dos veces ya que pensamos que la primera nunca funciona. O quizás algo en nuestro interior nos grite que la consola o el PC ha sido dominado por Skynet y decidido fastidiarnos la partida de ‘FIFA’ porque seremos el próximo líder de la resistencia en un futuro cercano.
Eso sí, esto no se aplicaba a los primeros ‘Resident Evil’, ya que nos dolía más perder una cinta de tinta que el progreso en el juego, aunque fuesen varias horas.
Mandos kinéticos ‘retro’
Con toda la tecnología que tenemos en la actualidad, se ha inventado de todo: realidad virtual, gatillos adaptativos del mando de PS5 o los mandos de la Wii para emular raquetas u otros objetos del respectivo videojuego, pero eso ya lo inventamos hace años los ‘gamers’. ¿Quién no ha levantado el mando parta ayudar a nuestro personaje a saltar? ¿O ha inclinado el mando hacia un lado para que nuestro coche tome mejor la curva mientras lo ayudamos con el cuerpo?
Esto también se puede aplicar a la pulsación de cualquiera de los botones; todos sabemos que cuanto más fuerte pulsemos más alto saltará o con más contundencia golpeará nuestro personaje.
Éramos unos adelantados a nuestro tiempo, unos precursores, unos soldados del futuro enviados al pasado a combatir a las consolas. Sea como fuere, esos movimientos solían ser peligrosos cuando compartíamos sofá con otra persona; se dieron casos de visitas a urgencias con moratones con forma de mando Dual Sense.
Soy Michael Bay
Todos recordamos la mítica película de Matrix, con aquellos movimientos de cámara circulares alrededor del personaje mientras el tiempo se había detenido. Todos los ‘gamers’ hemos sido poseídos por el espíritu de Michael Bay y sus drones de ‘Ambulance’ y hemos girado la cámara alrededor de nuestro personaje como si quisiéramos opositar para ser director de fotografía de la próxima cinta de la Wachowsky.
En algunos casos, este movimiento suele ir acompañado de sonidos realizados con la boca para darle mayor epicidad a lo que estamos haciendo con el mando.
Síndrome de Diógenes
En muchos títulos tenemos algo llamado inventario, mochila o cualquier otro nombre para un bolsillo que muchos pensamos que es el de Doraemon y que tiene capacidad ilimitada. Como el videojuego nos dé la oportunidad de recoger cualquier objeto, lo haremos de forma compulsiva. Desde patatas con sabor a ñu pastando en el bosque a cubertería de todos los colores y materiales pasando por excrementos de la fauna autóctona. Quién sabe; quizás las deposiciones de un animal de fantasía sean la kriptonita del villano final.
Por suerte, en los títulos que tienen inventarios suele haber un cofre, caja de zapatos (en el caso de Alan Wake 2) u otro tipo de almacenamiento para que tengamos los materiales que nos sobran. Lo más curioso es que acabamos llenándolo también con la primera arma que nos dieron en el juego o 400 pociones que se suman a las 200 que tenemos en el inventario y que darían para curar todos los males de la Tierra.
Como veréis, los ‘gamers’ somos una especie muy interesante y variopinta; obviamente hay muchas más características, rituales y manías, pero este artículo es finito (como los inventarios) y creo que esos seis ejemplos son suficientes para plasmar una realidad del mundo apasionante de los videojuegos que tan buenos momentos nos regala a quienes lo vivimos.
Un saludo y nos vemos tras los mandos.