Bienvenidos una semana más a Gilead, la distopía no tan distópica donde los hombres ostentan un cargo y las mujeres son monedas de cambio. Sin embargo, la revolución se está cociendo a fuego lento…
Análisis de la tercera temporada de El cuento de la Criada
Análisis de la primera temporada de El cuento de la criada.
Análisis de la novela El cuento de la criada.
Análisis de la segunda temporada de El cuento de la criada.
EL RETORNO DEL INTERÉS.
Al igual que June cuando vuelve a la casa Lawrence, parece que han pasado meses desde la última vez que vimos al misterioso matrimonio. Meses desde las intrigas políticas, de las dificultades de adaptación de los refugiados en Canadá, de la tensión matrimonial entre los Waterford.
En estos meses, el ascenso de Fred dentro del Gobierno de Gilead se ha hecho patente. June vuelve más fuerte que nunca, pero los valores de Gilead también se han endurecido, a la manera de Washington.
De hecho, el coronel Wilson, del que esta vez no tendremos detalles de interés homosexual en Fred, acude con los Waterford a Boston para observar los avances. Avances que no solo afectan a las criadas y esas conocidas anillas-burkas, si no también a las viviendas de los comandantes, que ya no podrán acoger libros ni obras de arte.
Sin embargo, Fred sigue siendo el hombre Fred, ese ser narcisista y necesitado de continuos signos de respeto y sumisión por parte de las mujeres. Por ello, al notar como June le desprecia cuando se refiere a Lawrence como aquel “que me respeta”, decide, llevado por un orgullo erróneo, machacar a June y, de paso, a Lawrence forzándole a realizar la Ceremonia.
Aunque esta tercera temporada no cuente con momentos escabrosos (probablemente en respuesta a las críticas en este aspecto de la segunda temporada) eso no quiere decir que no sea dura. Y la escena de la Ceremonia lo es. Por ver como un hombre respetado en Gilead y misterioso para nosotros se deshace como un terrón de azúcar. Por ver como una mujer con un trastorno bipolar sin tratamiento no puede evitar desatar su ira ante la situación que está viviendo. El duelo interpretativo entre Elisabeth Moss, Bradley Whitford y Elisabeth Reaser es magnífico.
La escena es dura y marcará para siempre a los tres personajes, pero también a Fred, que no consigue lo que quiere y además, se convierte en catalizador del inicio de la revolución en Gilead. Por fin, Lawrence se compromete a sacar a su mujer del país con un vehículo. Sin lugar a dudas, un aliado muy poderoso.
#PRAYFORSERENAPROTAGONISTA.
A la hora de valorar el alargamiento de una serie, sería muy valioso el intentar expandir los límites desde otro punto de vista. En mi opinión, aunque espero tener que retractarme, el punto de vista de June está más que agotado pero, al ser su personaje un símbolo, los guionistas son incapaces de retirarla del primer plano. Mucho más interesante, por poner un ejemplo, hubiera sido una tercera temporada con protagonismo de Serena, con lo que habríamos asistido a las tripas políticas de Gilead y a los demonios internos del personaje.
Queda claro en este episodio que Serena no solo perdió el dedo meñique en la segunda temporada, si no también la fe en el sistema que ayudó a construir. Aún así, hay una fuerza que le lleva a seguir insistiendo en su unión con Fred: el amor que siente por Hollycole.
La Serena que vemos en la tercera temporada no es la de la primera. Es una mujer que ya no cree en Ceremonias, que conoce la otra cara de las fachadas de Comandantes y Esposas. Que no quiere ver sufrir a June…salvo que sea necesario. No le interesan los avances de Gilead. Solo cumplir su destino como madre.
Eso le lleva a adquirir una posición de poder por encima de Fred (muy llamativa la penúltima escena del episodio) que incluso incomoda a Wilson, incapaz de entender como una mujer pregunta por cuestiones de estado. Serena le reprocha a Fred como está usando la reclamación de Hollycole para ascender en el escalafón del poder y, por ello, le coloca entre la espada y la pared.
Serena, con el teléfono del periodista de Canadá, da a elegir a Fred entre sus ansias de poder y el traicionar a su propio país con tal de recuperar a su hija. Una decisión para muchos fácil que, en manos de Fred, pienso que no va a dejar en buen lugar a Serena. ¿Nueva traición?
El décimo capítulo finaliza con una escena tan tranquila en forma como impactante en fondo. En una temporada caracterizada por el relleno, la revolución la simbolizan…unas magdalenas. Un momento dulce (nunca mejor dicho) que esperemos nos conduzca a un final de temporada trepidante.
Un saludo y sed felices!