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Análisis de Fargo. Temporada 5. Episodio 7

Continuamos analizando la quinta temporada de Fargo, con un episodio bastante particular, pero que a la vez recupera el rumbo luego de que los dos anteriores parecían en parte haberlo perdido: es el séptimo y su título es Linda. La serie, creada por Noah Hawley, es emitida por FX y para España por Movistar+.

Hola otra vez, fargueros. Tras un episodio a mi entender algo obvio, comprobamos con alivio que Fargo vuelve a ser Fargo, con sus giros, imprevistos y guiños cinematográficos. Episodio algo extraño, es verdad, como suele haber uno en cada temporada de la serie y baste con recordar el noveno de la anterior (aquí análisis) con homenaje a El Mago de Oz y tornado final incluido.

Después de haber estado ausente durante un episodio completo, era de esperar que Dot tuviera en esta nueva entrega un papel preponderante y así es, con fuertes revelaciones sobre su pasado que, como cuadra a Fargo, no son contadas de manera convencional.

No hay en cambio noticias de Lorraine después de aquel momento de duda que le viéramos la semana anterior ni tampoco de la plana policial: por el lado de los buenos, ausentes por completo Indira, Witt (tres episodios seguidos sin verse) y la pareja de agentes federales; por el de los malos, solo Roy en la última escena si dejamos afuera el teatro de marionetas…

Pero vayamos mejor a ver qué nos ha dejado este séptimo episodio de la quinta temporada, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.

Y por supuesto…

Esta historia es real. Ocurrió en Minnesota en 2019. A pedido de los sobrevivientes, los nombres han sido cambiados. Por respeto a los difuntos, el resto se cuenta tal cual ocurrió…”

De Paso, Hachazo…

Tras haber recogido el dinero de su deuda, Munch regresa a casa de la anciana a quien llama “mamá” y se encuentra con la sorpresa de que hay alguien más, cuyo nombre es Kevin y parece llamarla del mismo modo. Lo primero que pensamos es en que puedan ser hermanos, pero Kevin ni siquiera conoce a Ole y, de hecho, pregunta por su situación.

Este justifica su presencia en un intercambio de alojamiento por protección, pero a Kevin no lo convence y exige dinero. Sin decir palabra, Munch le entrega un jugoso fajo de billetes de los que acaba de recibir. Kevin abre enormes los ojos, pero lo toma sin vacilar y deja en claro que debe haber uno igual todos los meses.

Sin dar un solo billete a la anciana, sale de la casa, pero detrás lo hace también Munch que, antes de que pueda siquiera reaccionar, le ensarta un hacha en la espalda en escena que remite claramente a la película de los hermanos Coen en que la serie se basa.

Blanco Equivocado

Gator, recordemos, había colocado un rastreador en el auto de Munch. También aquí hay un guiño a la cinematografía de los Coen porque el dispositivo es idéntico al utilizado en No es País para Viejos (2007), conocida en América Latina como Sin Lugar para los Débiles. Merced al mismo, ha logrado seguirlo hasta su casa y cree tenerlo en la mira mientras se mece en su silla al otro lado de la ventana.

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El disparo de rifle es perfecto, pero no así el blanco: Munch había colocado al desdichado Kevin en la silla, que mecía con un hilo…

Fuera de la casa y sin enterarse, Gator echa un vistazo al auto y ve adentro la bolsa con dinero. Rompe un vidrio para hacerse con ella, pero es en ese momento sorprendido por la anciana que, regresando de hacer compras, lo golpea con un bolsa de manzanas. Gator la empuja y ella termina con la cabeza en un charco de sangre sobre el pavimento, tal la escena con que después se encuentra Munch mientras su rostro se tiñe con una mezcla de angustia, rabia y odio al verla muerta. Gator, ya lejos del lugar, también lo estará en breve según se ve venir…

Padre de Familia

De regreso a su vida familiar, aunque con Dot ausente, Wayne está cambiado. No es que supiéramos tanto de él antes, pero en su trabajo se interesa más por las historias que le cuenta Scotty o porque un mamífero ponga huevos antes que por las ventas de autos: hasta entrega uno nuevo a cambio de uno viejo, poniendo así feliz a una familia a la que instantes antes su vendedor juzgaba como poco solvente. “No es así como funciona el capitalismo”, le recrimina este.

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Ya en casa y con un libro invisible en manos, cuenta a Scotty un cuento por él inventado sobre una mujer que, amada por el sol, debe enfrentarse a la oscuridad para salvar el arco iris: la referencia, obviamente, es a Dorothy

Teatro de Marionetas

Dot sigue escapando y viviendo como paria. Casi se duerme al volante y se zafa por muy poco de matarse. También da cabezazos de sueño en un restaurante del camino en el cual pide un panqueque: atención a esos detalles, que no son en vano.

Junto a un molino de viento, ha encontrado un anuncio promocionando un lugar llamado Campamento Utopía y, como si reconociera algo del pasado, hacia allí se dirige. Se trata de una especie de refugio o santuario para mujeres maltratadas, que sonríen todo el tiempo casi como autómatas y a las que encuentra absortas con una función de marionetas en la que alguien golpea una y otra vez a su pareja. Imposible para Dot que su mente no se vea asaltada por recuerdos propios…

Pregunta por una tal Linda, pero todas responden a ese nombre, el cual adoptan en rechazo por su vida anterior y como transición hacia una nueva hasta que cierren el proceso de encontrarse a sí mismas. Las marionetas, que ellas mismas realizan manualmente, son metáfora y también terapia.

Pero Dot no busca a cualquier Linda sino específicamente a Linda Tillman, apellido que, al oírlo, nos provoca estremecimiento y hace parar las antenas. Cuando esta, a quien las mujeres de la comunidad llaman Santa Linda (Kari Matchett), se hace en efecto presente con una sonrisa en el rostro, Dot sorprende cruzándoselo de una bofetada para estupor del resto, a quienes, sin embargo, Linda se encarga de calmar…

Le reclama haberla abandonado y demanda su ayuda ahora que Roy la ha encontrado nuevamente. Linda le habla del tipo de vida que llevan en la comunidad y a cómo usan las marionetas para expresar el dolor que les han provocado las parejas que acaban de dejar atrás. Dot replica que su problema no es su actual marido y que, además, ya posee un nombre por elección propia y no tiene necesidad de averiguar quién es porque ya lo sabe.

Sin embargo, acaba cambiando de postura y si allí quieren que les cuente su historia con marionetas y ello sirve para convencer a Linda, lo hará. Se esmera, por lo tanto, en confeccionarlas con el mayor empeño posible y atendiendo al consejo de sentirse una con la madera.

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Una vez que lo ha hecho, nos enteramos a través de la obra que ella era una simple niña de pueblo rural hasta que le llegó el período y los “lobos” salieron a buscarla. Debió huir y sobrevivir robando en supermercados, que fue exactamente donde la encontró Linda para acogerla prácticamente como a una hija.

Pero Linda tenía ya una familia con su esposo Roy y su hijo Gator, de quien caemos entonces en la cuenta que Dot no es madre biológica y se entiende así lo poco explorada que había sido hasta ahora la relación entre ambos. Roy vivía golpeando a Linda y esa fue la razón de que esta hubiera llevado consigo a Dot (para ese entonces Nadine): desviar la atención de él y convertir a la muchacha, con sus quince años, en su perverso objeto de deseo. En otras palabras, lo que hizo fue entregar a Nadine prácticamente en bandeja para así escapar sin que Roy la extrañase…

Dot está feliz de haber podido contar su historia, que a todas gusta y aplauden con entusiasmo. Ahora Linda no solo comprende el daño que le hizo al abandonarla, sino también la necesidad de unírsele en contra de Roy. Camino de hacerlo, Dot le pregunta por qué actuó en aquel momento de ese modo pero, no habiendo respuesta, prefiere mejor dejar el tema y más bien celebrar que ahora esté dispuesta a ayudarla.

Sin embargo y de repente, nos encontramos con que está mirando su panqueque. Obviamente, terminó por quedarse dormida y todo lo que vimos fue un sueño, pero un sueño relacionado con su pasado. ¿Cuánto de ello será verdaderamente real? Ya volveremos al respecto, pero mientras tanto y al salir del restaurante, ve en la carretera a un camión perder el control y embestir violentamente un auto que arroja contra ella antes de que pueda hacer nada…

Despierta en el hospital, lo cual significa que la sacó barata, pues al menos sigue viva. Una enfermera le informa que su esposo está allí y quiere verla, lo cual le alegra por pensar que se referirá a Wayne. Pero no: claramente, la silueta de sombrero que se dibuja en el vano de la puerta no se corresponde con la suya sino con la de Roy. “Te tengo”, le dice este…

Detalle genial: en la pared de la habitación hay un cuadro con un OVNI, referencia evidente a aquel especial y tan comentado momento de la segunda temporada.

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Balance del Episodio

Hemos levantado varios puntos con respecto a la semana anterior. El enfoque feminista sigue presente, pero esta vez sí me pareció estar viendo Fargo al haber sido su tratamiento menos obvio, además de estar el capítulo poblado de giros interesantes.

La primera pregunta que nos hacemos es si ocurrió alguna vez lo que Dot soñó o estuvo todo en su imaginación. Quizás la primera presunción sea que toda la historia que contó a través de las marionetas sea real, pero no exista el Campo Utopía. O que exista, pero nunca estuvo allí. Y si realmente estuvo y todo lo que soñó fue literalmente su pasado, ¿qué pasó entonces con Linda luego de que ambas partieran juntas del lugar?

Lo del protagonista que, en su huida, llega a un santuario en el cual encuentra protección no es algo nuevo en la literatura ni en el cine. En el final de Fahrenheit 451, Ray Bradbury ubicaba a su personaje Montag llegando una comunidad de lectores que se aprendían los libros de memoria para evitar su destrucción.

En el filme La Noche del Cazador (Charles Laughton, 1955), estrenado apenas dos años después de la publicación de la mencionada novela, la pareja de hermanitos que escapaba del reverendo psicópata caía en un lugar donde una anciana armada con escopeta protegía a huérfanos a los que llamaba “pequeñas criaturas”. Y los ejemplos siguen…

Por otra parte, la comunidad de mujeres, de tan ideal y con su comportamiento de autómatas, parece la versión feminista y progresista de Las Esposas de Stepford (Bryan Forbes, 1975), cuyas protagonistas representaban la perfección al aceptando y exacerbar el lugar que la sociedad les asignaba como madres y esposas.

En este caso, el sentido es otro, pero la forma de asumir su suerte es la misma y así como aquellas esposas dulces y sumisas no cuestionaban a sus maridos ni a los mandatos familiares, tampoco estas lo hacen con su líder, a quien siguen ciegamente y con una sonrisa. En cualquiera de ambos casos, dan un poco de miedo…

Linda se ve como una protectora de buenas intenciones, pero también con una doble moral de la cual quizás no sea del todo consciente y ello encaja en la ambigüedad característica de los personajes de la serie que extrañábamos en las dos entregas anteriores. Es posible que quiera proteger a esas mujeres que han sufrido, pero no lo es menos que entregó en prenda a una niña para escapar a su destino. Por el contrario, Roy, que ha aparecido poco, pero ha sobrevolado el capítulo con su presencia a lo largo del capítulo, se ve cada vez más como un villano sin vueltas ni matices.

Lo de las marionetas fue una gran idea y si bien algunas metáforas pueden sonar lineales o burdas (la de los lobos, la peor), ha sido una forma original de contarnos la historia de Nadine (Dot) e incluso arrojar luz sobre el pasado de Gator, que en definitiva y como hijo también ha sufrido una pérdida. Y doble, porque fueron dos las madres que lo abandonaron. No sé si ello alcanza para tenerle lástima y tampoco lo recomiendo porque no parece que Munch vaya a dejarle mucho más ruedo. Ese arco, por cierto, ha sido impresionante y muy Fargo.

También es interesante la transformación de Wayne. No sabemos si será temporal o permanente, pero su trastorno le hace regresar a una inocencia infantil perdida y hasta justifica el cambio de un auto por otro citando la Biblia. Considerando que Roy también la cita o la citaba, se impone la conclusión de que la misma puede ser interpretada de muchas formas diferentes y según lo que cada uno quiera hallar…

Las referencias cinematográficas han poblado el capítulo y además de las ya mencionadas en relación con la cinematografía de los Coen, ha habido también una atmósfera Chinatown sobrevolándolo todo: molino de viento, bofetada y madre e hija (no aquí en sentido biológico) unidas por un turbio pasado de abusos familiares velados por un halo de misterio. No habrá un “es mi hermana, es mi hija”, pero perfectamente podría haber un “es mi esposo, es mi padre” en relación a Roy, cuya aparición final en el hospital pone, por cierto, los pelos de punta…

En definitiva, hemos visto un gran episodio que pareciera reencaminar la temporada luego de que en los dos anteriores pareciera perder un poco el rumbo en aras de la obviedad. Han reaparecido las ambigüedades y los imponderables, como el accidente con el camión. Ojalá sigan por ese camino en los tres capítulos que quedan y estoy seguro de que todavía hay varias sorpresas por revelar

Por último y a pesar de que no haber obtenido ninguna de las tres estatuillas, no puedo dejar de mencionar las recientes nominaciones al Premio Globo de Oro (aquí el artículo sobre la ceremonia de entrega), tanto para Fargo como serie dramática como para Juno Temple y Jon Hamm en las respectivas categorías de actriz y actor en el mencionado género.  Bueno es aclarar de todas formas que, desde que existe, la serie ha cosechado ocho Globos de Oro, así como dos Hamm por Mad Men

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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