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Análisis de Outlander. Temporada 7: Parte 2. Episodio 12

Continuamos analizando la séptima tempora de Outlander, hoy con su decimosegundo episodio. La serie, creada por Ronald D. Moore sobre los libros de Diana Gabaldon, es emitida para España por Movistar+ y para Latinoamérica por Disney+.

Hola, forasteros y viajeros del tiempo. Aquí estamos nuevamente para analizar otro capítulo de la séptima temporada de Outlander, en este caso el decimosegundo cuyo título es Conocimiento Carnal. Un episodio en el cual nada sabemos de las líneas temporales en que se hallan Roger o Brianna ni, obviamente, sobre el secuestro de Jeremiah, ya que todo se concentra en la línea de Jamie y Claire con revelaciones, traumas de identidad, sexo para purgar penas y hasta un encuentro con alguien a quien conocemos bien del billete de un dólar.

Sin más dilación, pasemos pues a ver qué nos ha dejado esta nueva entrega de Outlander, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden echar ojo aquí a nuestros análisis previos.

Encuentro con Washington

Llevando a John Grey como rehén, Jamie logra escapar de la casa y hay que ver con qué facilidad, pues se mueve a sus anchas por las calles de Filadelfia entre casacas rojas que vienen y van, sin que al parecer haya salido nadie a perseguirle ni dado la voz de alarma.

Lo curioso es que John le pregunta justamente por qué tiene a los ingleses pisándole los talones cuando la pregunta debería ser por qué no los tiene. Y un momento después le pregunta cómo es posible que con su experiencia le hayan terminado acorralando mientras nos preguntamos en qué momento lo hicieron. En fin…

La cuestión es que lo saca a campo abierto y, en un repentino acto de sinceridad, John le cuenta que tuvo “conocimiento carnal” con Claire. Al principio, Jamie se mantiene impensadamente tranquilo, pero la marcha va por dentro y hay furia contenida. Cuando le pregunta por qué llegó a eso, John dice que en realidad ninguno hizo el amor con el otro, sino que ambos lo hicieron con él: no sé si es el mejor comentario para ese momento, pero recibe un puñetazo en pleno rostro que, por cierto, será el primero de varios.

Y mientras los golpes arrecian de manera unidireccional, el dúo es sorprendido por una partida de hombres armados claramente reconocibles como milicianos y al mando de un tal Jethro (que no es Tull). Cuando Jamie se identifica a sí mismo como jefe de fusileros, pareciera relajarse la tensión, aunque el hombre quiere saber por qué discutían y, sobre todo, por qué lleva atado a John como si fuera un prisionero.

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Jamie intenta entonces proteger a quien hasta instantes antes era objeto de su saña, pero se le complica porque uno de los hombres reconoce a John por haberle visto con uniforme británico e incluso le identifica como pariente de Charles Grey, jefe militar al que relacionan con una masacre ocurrida pocos días antes en una taberna llamada Paoli y que los milicianos evocan con un “¡recuerden Paoli!” que remite anacrónicamente a los “recuerden el Maine” o “recuerden Pearl Harbour” que llegarán unos cuantos años después (por cierto, esa masacre ocurrió).

Por mucho que Jamie intenta convencer al tal Jethro de que John no es un espía y ni siquiera pertenece ya al ejército británico, una carta que le encuentran complica a este, pues se trata de un llamado de alto mando militar para reincorporarse a la lucha antirrevolucionaria. En su defensa, él dice que no respondió la misiva ni pensaba hacerlo, pero ya es tarde y, para angustia de Jamie, los rebeldes le detienen con aparente destino de horca…

Jamie, en tanto, es llevado ante un superior que no es otro que el general George Washington (Gary Fannin), quien le pregunta si ya se conocen y el escocés le responde que solo se vieron una vez en el teatro (temporada 4, episodio 8). Washington sabe de su valentía en Saratoga y está admirado de que, por su cuenta y en soledad, haya atravesado los controles británicos para llegar a Escocia, pasar por Francia y regresar con información y apoyo para el bando revolucionario. Sería más lógico que todo ello le generara sospechas, pero ya sabemos que es un tipo ingenuo y crédulo que no pasará a la historia ni hará nada memorable: madre mía…

Sea como sea, el futuro prócer está tan feliz con los servicios de Jamie que hasta le ofrece un batallón a cargo más el correspondiente ascenso a brigadier general, lo que el escocés recibe como un honor aun cuando falte el visto bueno del Congreso, del cual el propio Washington no da garantías…

La Verdad Incómoda

Volvemos a casa de Grey para ver qué diablos ha pasado con Claire y muy especialmente con William después de enterarse que Jamie es su padre. Dice que no sabe ahora cómo llamarla y está furioso de que se lo hayan ocultado, sirviendo de poco que ella le diga que fue para protegerlo… y se entiende.

Intempestivo, destruye jarrones y golpea espejos para salir a la calle y cruzarse con una prostituta que le pregunta el motivo de su enfado, a lo que él responde que es un bastardo. Sonriendo, la muchacha dice que le gustan los bastardos y le invita a su lugar a compartir un trago y quizás también la noche, pero él termina tratándola de modo violento y ella echándolo nuevamente a la calle. Hasta allí parece una historia sin relación con nada, pero ya reaparecerá…

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Una vez en campo abierto, William se cruza con la caravana en que viajan Ian y Rachel (aquí todos se cruzan con todos), quienes le anuncian que están comprometidos y, claramente, él acusa recibo, tanto que al instante golpea a Ian. El motivo de su reacción, sin embargo (bah, dice), no es el anuncio de la boda sino que también Ian le haya ocultado la verdad sobre su origen.

Una recíproca golpiza recíproca acaba con los casacas rojas interviniendo y William valiéndose de su rango para hacer arrestar a Ian por golpear a un superior. Rachel lo increpa duramente con que no fue él quien inició la pelea e incluso le propina una bofetada en pleno rostro, pero la respuesta de él es un efusivo beso en los labios. Todo muy confuso y vertiginoso, pero bienvenido sea que hayamos tenido siquiera algo de este triángulo, infinitamente más interesante que el otro…

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Mal Día para William

Jamie, que parece cruzar muy cómodamente los campo entre las tropas rebeldes y las británicas, se encuentra con una unidad de casacas rojas que llevan a Ian detenido. Sin siquiera una advertencia o llamado de atención, llega hasta William para preguntarle al respecto y la cosa se pone áspera. Si el joven oficial accede finalmente a liberar a Ian, es por la amenaza de Jamie en cuanto a ponerlo en evidencia como hijo de un jefe rebelde.

Tratando de salvar un día que parece ya insalvable, William regresa al burdel y, anteponiéndose al capitán Harkness (Adam Jackson-Smith) que reclamaba tal derecho, le paga por una noche a la misma muchacha a la que amtes agrediera y que se hace llamar Arabella, aunque una vez en la habitación le dirá que su verdadero nombre es Jane (Silvia Presente). Esta vez, sin embargo, William se comporta como un caballero y dice que simplemente la dejará dormir, pero es ella quien termina convenciéndolo de olvidar sus penas entre sábanas, que es como prácticamente todos lo hacen en esta serie…

Las Cartas sobre la Mesa

Más tenso es el encuentro de Jamie con Claire en casa de Grey. Entre sollozos, ella le cuenta que, estuvo a punto de suicidarse tras la noticia de su presunta muerte y que fue John quien la rescató: como excusa para haber tenido sexo con él en el piso es bastante mala, pero todo sirve…

Más por aparente fetiche masoquista que por curiosidad, él quiere saber dónde hicieron el amor e incluso si John la tomó por detrás: pareciéramos estar otra vez ante aquel montañés rústico de la primera temporada, lo cual en parte se agradece por más que ella se enfurezca y lo trate de idiota. De todas formas y sin que lleguemos a saber cómo, terminan sobre una mesa y haciendo el amor, que es básicamente como siempre arreglaron las cosas cuando el diálogo entre ellos se ponía difícil…

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Y mientras todo esto ocurre, John Grey, la otra punta del trío, sigue cautivo en el campamento británico, pero ya hemos dicho que aquí todos se encuentran con todos, así que tiene la suerte de hacerlo con Denzell Hunter, que es allí médico de campaña. Este la entrega a escondidas un cuchillo para desatarse en la oscuridad y hasta se ofrece a sacarlo escondido en su carreta, pero John no acepta que se exponga por él de esa forma.

Llegadas la noche, John consigue liberarse de sus ataduras y echa a correr hacia el bosque entre las sombras mientras soldados británicos le dan la voz de alta y se oye un disparo de fusil, que no sabemos si dio en su diana porque el capítulo termina y las imágenes de la fuga se alternan con las de Jamie y Claire entregados a la pasión sobre una mesa…

Balance del Episodio

No vamos a descubrir nada nuevo si decimos que el tono de Outlander ha sido siempre el de un culebrón romántico aderezado con pinceladas de morbo fetichista. Pero por lo menos en las primeras temporadas había una atractiva trama principal de fondo que, interactuando con los libros de historia, llevaba a seguirla más allá de cuán justificados o no estuvieran los momentos de erotismo tan característicos de la serie.

No interesa determinar si la autora de los libros tendrá esos fetiches en su cabeza o la libido será patrimonio de los guionistas: la cuestión aquí es si sirven a la historia de fondo que viene trayendo la temporada y claramente la respuesta es no. Muchos hablan hoy de las exageradas escenas de sexo en Juego de Tronos, pero la verdad es que casi no me acuerdo de ellas ni tampoco que fueran en su momento tema central de conversación porque la historia por detrás era suficientemente poderosa.

Algo de eso ocurría también en las dos primeras temporadas de Outlander, pero ahora la relación está invertida y los giros de la trama parecieran solo orientados a agregar morbo sin más. Y no exagero: ya en el capítulo anterior habíamos adelantado que el matrimonio entre John y Claire tenía ese único sentido y no el de crear suspenso, pues nadie se iba a creer que Jamie estuviera muerto.

El “conocimiento carnal” que da título al capítulo es un eufemimo utilizado por John para confesarle a Jamie que tuvo relaciones con su esposa, pero hay que admitir que define bastante bien el tono general del mismo, pues los personajes, ridículamente, resuelven todo con sexo.  Bueno, sexo y bofetadas, a decir verdad…

Claire y John están tristes por la aparente muerte de Jamie: hacen el amor. Jamie y Claire discuten por la actuación de ella en ausencia de él: hacen el amor. William siente que ha tenido el peor día de su vida tras enterarse que prácticamente todos sabían que es hijo de Jamie: hace el amor con alguien a quien ni siquiera conocemos. Y lo cómico del asunto es que así como John utiliza un eufemismo para quitarse culpas, la serie hace lo mismo al titular a este episodio con ese mismo eufemismo: casi como si nos estuvieran diciendo: “no estamos en realidad hablando de sexo”.

¿Y la historia? Ah, sí, hay un niño secuestrado en el siglo XX cuya su madre ha dejado inconsciente a su captor con un golpe de sartén, así como un padre que, perdido en 1734 a la búsqueda del mismo, ha encontrado por casualidad la pista de su propio progenitor desaparecido durante la segunda guerra mundial. Todo eso ha brillado por su ausencia en este capítulo y si bien damos por descontado que ambas subtramas reaparecerán en el próximo, la serie avanza muy poco sobre los cliffhangers que ella misma crea, aun cuando lo de Roger, para ser sincero, me importe un pepino.

No se puede decir que este no haya sido un episodio entretenido, pero tampoco que haya tenido demasiado sentido. Y no es tampoco que la trama histórica haya servido para compensar: las acciones de guerra están aparentemente en período de descanso, en tanto que las distancias se vuelven extrañas, pues Jamie va de la Filadelfia en manos británicas al campamento rebelde del mismo modo que si estuviera visitando a su tía y dicho esto con todo respeto por Yocasta.

En fin, lo preocupante del asunto es que empiezo a no saber si puede esperar algo del próximo capítulo en una temporada que, en su segunda mitad, continúa claramente barranca abajo sin mucho atisbo de que vaya a corregir el rumbo. Para no sufrir tanto, diría que disfrutemos de la ambientación y fotografía que en estos últimos capítulos han sido maravillosas. O de la actuación de Charles Vandervaart, que se sigue luciendo en una trama de trío que merecería más ruedo.

Nos reencontramos para el decimotercer episodio que, según se ve, lleva título de canción de los Beatles: ojalá esté a la altura.  Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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