Nuevo episodio de Riverdale y, por lo tanto, nuevo análisis. El que hoy nos ocupa es el séptimo de esta temporada final y su título, en clara referencia retro ochentera, es Dirty Dancing. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, es emitida por The CW y para España por Movistar+.
Hola nuevamente, riverdaleros. Nos reencontramos una vez más para analizar, como cada semana, un nuevo episodio de Riverdale, cuyos personajes siguen atrapados en una alternativa década de los cincuenta sin que haya a la vista trazas de que vayan a salir en lo inmediato.
Dirty Dancing, a pesar de todo lo que prometía el título, me ha parecido hasta aquí el episodio más flojo en lo que lleva la temporada, más allá de que su ambientación, música y estética retro hayan sido increíbles, además de habernos dejado un cliffhanger bastante potente…
Pero pasemos mejor a analizar esta entrega no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden echar ojo aquí a nuestros análisis previos.
Castigados
Después del momento voyeur que la semana anterior les involucrara, Betty y Archie no lo pasan nada bien, pues se han convertido no solo en objeto de recriminación de sus respectivas familias, sino también en centro de miradas y comentarios de parte de todo Riverdale. A decir verdad, lo pasa peor ella que él, pues los gestos de burla de que es objeto en el colegio difieren mucho de los aplausos que recibe Archie, aun cuando este no los quiera ni agradezca.
De hecho, ni siquiera parece demasiado disgustado el tío Frank, para esta altura su guía moral. En cuanto a Betty, no termino de entender bien el castigo que le impone su madre Alice, quien la obliga a asistir al programa de baile que ella y Hal conducen en la emisora de televisión local: sí, quizás para cualquiera de nosotros podría ser un castigo, pero no veo por qué tenga que serlo para Betty en ese contexto.
Se trata de un evento bastante conservador y en ese sentido quizás los Cooper confíen en que ayude a mantener a su hija alejada de la moral libertina que, al menos a sus ojos, viene exhibiendo: de poco sirve que ella insista en que no ha tenido contacto físico con Archie. Los Blossom, entretanto, resultan ser los patrocinadores del programa y, por lo tanto, Cheryl oficia como capitana, un rango que siempre le cuadra, pero que en este caso y de acuerdo a lo que vemos, consiste básicamente en reunir parejas para el baile.
También hay castigo para Veronica, a quien los padres de los jóvenes involucrados ven como principal instigadora de lo sucedido por ser suya la ropa interior lucida por Betty durante el momento voyeur.
Obviamente, y a la distancia, han puesto al tanto a Hiram y Hermione, de quienes hay que decir que, al menos, el castigo que imponen se ve más claro como tal, pues suspenden a su hija toda paga y la obligan a trabajar en el cine del Babylonium (por fin lo vamos a conocer). Divertido el momento en que Smithers le lee el telegrama por el cual se lo hacen saber, con frases bien frías y “stop” incluidos, perfecta analogía del vínculo que sostienen con ella.
Deporte de Hombres
Otro que lo está pasando mal es Kevin, a quien su padre Tom le ha encontrado revistas sobre fisicoculturismo en las que obviamente hay fotografías de musculosos especímenes masculinos con poca ropa. Sumándose ello a la ruptura con Betty y su reciente amistad con Clay, Tom entiende que su hijo está confundido y lo asigna al equipo de baloncesto…
Tratando de verlo desde su punto de vista, no sé si es la mejor idea arrojarlo a vestuarios colmados de jóvenes atléticos, lo que en el mejor de los casos solo contribuirá a despertarle aún más impulsos homosexuales y en el peor le hará objeto de rechazo y acoso. Pero Tom parece entender al baloncesto como “cosa de hombres” que podría ayudarlo a redirigir su (según él) confundida sexualidad.
El primero en notar incómodo a Kevin entre los Bulldogs es Archie, quien incluso termina oficiando de “rescatista” cuando, de manera encubierta, Tom le organiza a su hijo un encuentro sexual con Twyla Twist (en esta versión algo así como la dama de compañía de medio Riverdale), el cual termina en un fracaso y con Kevin llorando.
Puesto al tanto luego su padre por Twyla, su desazón aumenta pero, por otro lado y mientras pierde el apoyo de su familia, Kevin cuenta cada vez más con el de Archie, quien le entiende y no está dispuesto a excluirle como tampoco a Clay.
Mentor
Como era de prever, la publicación de sus historias ha traído problemas a Jughead, máxime considerando la cruzada que contra los “comics degenerados” encabeza el doctor Werthers con anuencia y aval del director Featherhead y el alcalde Clifford Blossom. Citado a la oficina de dirección del colegio, se le recrimina por hacer quedar mal al mismo y se le pone delante un contrato con el ultimátum de comprometerse a dejar de publicar historias o, de lo contrario, dejar el instituto. Jughead opta por lo segundo…
Por otra parte y lleno de culpas por haberle robado la novela, va a ver al escritor Brad Rayberry y le encuentra ya más calmado, aunque no tanto cuando le anoticia de que ha dejado el colegio: no ve bien que sacrifique su educación. Le propone seguir escribiendo esas historias con seudónimo y, como fachada, entregar otras más inocentes sobre Super Pato, por ejemplo.
Pero las autoridades del colegio han sido claras en que si quería seguir allí debía renunciar a los comics en su totalidad y, por tal razón, Rayberry se presenta en la institución junto al joven haciéndose pasar por su mentor y advirtiéndoles que lo que hacen es inconstitucional y el caso puede llegar a Corte Suprema. Acorralados, terminan aceptando lo de Super Pato aunque, claro, de manera encubierta y con un alias, Jughead seguirá publicando sus historias de horror y crimen.
No entendí bien este arco. Si la solución era escribir con seudónimo, ¿no podía aceptar las condiciones del colegio y hacerlo de todas formas sin decir palabra ni necesitar fachada de Super Pato? Y si lo que hicieron con él es inconstitucional, ¿no es ello suficiente argumento para que siga publicando sus cuestionadas historias sin que le molesten? Por lo pronto, Jughead y Rayberry se han reconciliado y el joven le insiste en que tiene que publicar Crónicas Jupiterinas. No solo eso: acuerdan para que el escritor sea de allí en más su mentor, pero esta vez real…
Salvar el Cine
Veronica se presenta a trabajar a la sala de cine del Babylonium, cuyo hall de entrada está magníficamente recreado en la estética de la época y las marquesinas anuncian Semilla de Maldad: por si no han oído hablar, es una película cincuentera bastante mediocre pero que impensadamente terminó dando impulso a la música de rock n´roll y a las primeras expresiones de rebeldía juvenil.
Su jefe es amable, pero ella y Clay son los únicos empleados del lugar y el cine es un completo fracaso (tiene sentido si cada vez que en la temporada fue mencionado, terminaron por no asistir). El hombre le echa la culpa a la televisión y al autocine. Veronica, cinéfila como es, afirma que ningún autocine puede reemplazar a un cine de verdad: interesante analogía con lo que hoy suele decirse sobre el cine y el streaming.
Propone iniciar una campaña publicitaria para promocionarlo y, de hecho, graba un aviso que la tiene como protagonista. El jefe queda conforme pero, para decepción de la joven, le anoticia de que el cine va a ser vendido y los compradores son nada menos que sus padres, que lo quieren transformar en aparcamiento.
Veronica no está dispuesta a permitirlo. Le ofrece al propietario del cine un Edward Hopper original que descuelga del Pembrooke y que le dará más dinero que la venta del inmueble. Así, se termina quedando con el cine y no solo eso, sino que ha despuntado su lado empresarial, ese que aún no había aparecido en esta realidad alternativa. Me gustó este arco…
Molinete y Lechero
Betty no encaja en el programa de sus padres. Un muchacho la saca a bailar pero acaba abofeteándolo apenas da a entender que se le ha acercado por su historia de la ventana e incluso intenta apoyarle una mano en el trasero.
El baile está en su mejor momento y Cheryl anuncia un grupo de bailarinas para el número del “molinete”, pero Betty acaba ganando la pista y ofreciendo el suyo propio: gira tan alocada y frenéticamente que la pollera se le levanta a lo Marilyn e incluso más.
Obviamente hay escándalo: en el estudio, entre quienes ven el programa y ni qué decir de los Cooper, que ya para esta altura entienden que están lejos de domesticar a su hija…
Nos queda todavía una escena final con el cliffhanger de que hablábamos al principio. Le golpean a Rayberry la puerta de su apartamento y, al abrirla, se encuentra con alguien que le anuncia que ya tiene su entrega. Y ese alguien es… un lechero.
Balance del Episodio
Como dije al principio, me ha parecido la entrega más floja de la temporada. Argumentalmente ha sido un episodio anodino e incluso inconexo, con las historias yendo por separado y sin integrarse: me hizo acordar a aquellos momentos de la quinta temporada en que el grupo se había separado tras la graduación y estaban cada uno en su mundo.
El arco de Jughead y Rayberry me ha parecido confuso e inconducente, aunque el cliffhanger final parece hacernos reencontrar con el meollo del asunto que involucra a Ethel, de quien seguimos sin tener noticias. No tengo la menor idea de quién sea ese lechero; no es un rostro que nos resulte conocido hasta donde recuerdo: la cuestión, seguramente, será quién esté detrás de él…
Las sospechas, lógicamente, apuntan a Werthers, pero entiendo que sería una resolución demasiado obvia y debe haber algo que aún no vemos. Lo que sí está claro es que crímenes y comics están relacionados, así como que la historia que contó Ethel era cierta. Por cierto, ¿tendremos que dar ya por muerto a Rayberry? De ser así, será otro dolor de cabeza para Jughead, además de un duro golpe emocional…
También ha aportado poco el arco de Betty con toda esa historia del programa de baile. Hay, sí, una estética deliciosa y una excelente reconstrucción de los estudios de televisión de la época que se ve realzada cuando se alternan imágenes en blanco y negro a través de los televisores, pero me quedé esperando que lo de Dirty Dancing diera al menos lo que prometía: si todo queda en un simple molinete, termina siendo bastante decepcionante.
El mejor arco del episodio me ha parecido, por lejos, el de Veronica. Desde esa sala maravillosamente recreada hasta los conflictos entre cine y autocine, sumado a que, siguiendo con la aparición de las personalidades tapadas, le haya aparecido a Veronica el espíritu empresarial que le conocemos y que hasta ahora no había mostrado en este escenario alternativo.
Pero sacando ese arco en particular, me ha parecido un episodio que ha avanzado poco además de presentarse muy fragmentado. Veremos si el próximo corrige esos problemas y regresamos al menos a la senda que veníamos trayendo en la temporada.
Hasta entonces y sean felices…