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Beowulf, de Santiago García y David Rubín

Beowulf es uno de los poemas épicos más influyentes que existen, en el que se cuenta la clásica historia de un héroe que acude al rescate de un pueblo amenazado por un monstruo. La historia se ha contado de maneras muy distintas, algunas de ellas de infausto recuerdo, y sus personajes siguen siendo homenajeados hoy en día. Junto a los mitos clásicos, cantares como este han sido una de las principales influencias en el género superheróico y en la fantasía medieval, por citar dos ejemplos de su importancia.

Por ello, es difícil aportar algo nuevo después de tantos siglos. Santiago García y David Rubín, algunos de los creadores más destacados del cómic español actual, dieron vida a una reinterpretación de este mito que Astiberri ha recuperado hace poco. ¿Consiguieron crear algo de valor utilizando estos mimbres tan viejos? Para descubrirlo, coge tu espada y acompáñanos para adentrarnos en la guarida de Grendel…

Beowulf, el forastero

No es la mejor época para los daneses. Desde hace unos años, una criatura vil y muy poderosa amarga la existencia a este pueblo, interrumpiendo sus celebraciones y matando a sus hombres. Grendel, el monstruo, aparece en los momentos más inesperados, y todos los intentos por acabar con él han resultado en tragedias aún mayores. Pero, por suerte, alguien viene desde el extranjero para hacer frente a la amenaza. Alguien llamado Beowulf.

Beowulf

No sin esfuerzo, este guerrero proveniente de la tierra de los gautas se ganará la confianza de sus anfitriones y hará frente a la criatura. Sin embargo, el peligro no morirá con el malvado Grendel, por lo que no habrá descanso para este héroe. E, incluso cuando finalmente lo acaba encontrando, no le gusta demasiado. Después de todo, ha nacido para la aventura.

La leyenda cobra vida

Ya cuando se anunció Beowulf, se pensó que sería una suerte de secuela espiritual de El héroe, en el que el dibujante de este tomo repasaba el mito de Hércules adaptándolo al género superheroico. Sin embargo, el propio Rubín, que se unió a este proyecto después de que el dibujante original lo abandonara, aclaró que no era el caso, y se nota: aunque las comparaciones son inevitables y volveremos sobre ellas, este tebeo es sorprendentemente fiel al poema original, sin grandes cambios en los desarrollos argumentales ni una identidad tan iconoclasta como la de la obra anterior.

A pesar de esto, Santiago García consigue introducir algunos cambios sutiles pero que convierten a Beowulf en un personaje más redondo, con unos defectos mucho más marcados que en el texto original. Este héroe, aunque de buen corazón, está dispuesto a dejarse llevar por el fragor de la batalla y a tomar decisiones temerarias. Tiene fuertes encuentros con sus aliados, llega a faltarles al respeto. Y, sobre todo, se hace especial énfasis en el hecho de que el combate se ha convertido en su modo de vida, hasta el punto de que no sabe vivir sin él.

Esta obsesión, cuyos efectos dañinos contemplamos a lo largo de la historia, se convertirá en algo productivo cuando la utilice para dar un paso adelante y hacer lo que ningún otro puede.

Beowulf

Pero, si el guion resulta inspirador y cumple su función con sobrada eficacia, lo que destaca es el dibujo. Las descripciones vagas del poema dejan mucho a la imaginación, y David Rubín sabe cómo aprovecharse de las posibilidades que esto ofrece. Su trazo da vida a un Grendel más aterrador que nunca, que parece salido de una pesadilla, y a una madre que nos creemos que haya podido parir a un monstruo como ese.

Aunque los lápices y el color destacan en las espectaculares escenas de batalla, consiguen recoger todas y cada una de las sensaciones que nos quieren transmitir: el terror que precede al ataque de los monstruos, el hastío de una vejez solitaria… y, sí, también la gloria y la celebración que permitirán descansar al guerrero de sus tribulaciones.

Conclusión

Beowulf es una obra muy sencilla que se lee con rapidez, pero esto no significa que sea banal. Por el contrario, nos recuerda por qué seguimos hablando de este poema y le aporta a su héroe una energía renovada. El mensaje metatextual no funciona tan bien como en El héroe, y resulta algo abrupto que aparezca únicamente al final, pero es un defecto fácilmente asumible.

Cuando nos maravillamos ante las viñetas de este cómic, recordamos por qué en la actualidad seguimos leyendo o contemplando las aventuras de Spiderman, Goku, Kenshiro o Mando. En un mundo caótico y cruel donde todos parecen ignorar a los dragones que se ciernen sobre nosotros, conviene soñar con figuras como estas.

Máximo Simancas
Máximo Simancashttps://laautopistadepalabras.wordpress.com/
Periodista. Redactor en esta página y, antes, en el portal digital madridesnoticia. Creador de contenido para redes sociales.
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