El cine español, o al menos entre los españoles, suele causar dos reacciones límite: están aquellos que lo aborrecen y a la gente a la que le encanta. Pues bien, yo me encuentro entre medio camino, y esta película no ha sido una excepción.
A pesar de no ser una gran producción, Operación Concha cuenta con algunos puntos realmente buenos. Con un bonito homenaje al festival de San Sebastián, en que el director no sólo proclama su amor al cine sino también a la misma ciudad, la película transcurre sin pena ni gloria, acabando por ser una película entretenida y sin ninguna pretensión.
Ésto no tiene en lo absoluto nada de malo, al contrario, le suma a la película una simpatía que hace que te sea fácil relajarte y disfrutar de la película tranquilamente, permitiéndote reírte con las escenas más tontas y los mayores estereotipos típicos de la comedia española jamás vistos. Seamos claros, Operación Concha es la nueva españolada de turno, pero en mi caso, al asumir desde cero que era una película de estar por casa, de verla en la televisión un domingo con tu familia, en este caso el ser un producto con el que sentirse tan identificada culturalmente hablando ha sido un plus, sin importarme lo más mínimo los estereotipos o el mensaje que pretende dar, que lo digo ya, es ninguno. Podemos ver cómo esa picardía tan española, sin maldad ninguna pero cara un rato se ve reflejada en la película y en prácticamente todos los personajes, que son unos pilluelos de cuidado. En la película este recurso hace bien, puesto que de esta característica es de la que todos los conflictos que dan lugar a la trama nacen.
En cuanto a la labor de los actores, creo que todos cumplen su papel y hacen un buen trabajo, aunque he de admitir que lo de la entonación es algo que falla mucho en la actuación española, en general, y es casi lo más importante a la hora de una actuación. Especial mención merece Ramón Agirre, Karra Elejalde, cuyos personajes son en mi opinión, los más conseguidos y reales, siendo fácil identificarse con los mismos. Por otro lado Jordi Mollá, que al interpretar a dos personajes con sus propias características y acentos ha debido de hacer el doble de trabajo y cuyo resultado ha sido satisfactorio.
En el apartado técnico Operación Concha no destaca en ningún aspecto, todo es correcto sin ser tampoco llamativo, quizá con la excepción de la fotografía, que nos muestra muy bien San Sebastián y sus localizaciones más icónicas. Otra cosa que me ha llamado la atención ha sido el diálogo en ciertas escenas, como la del mafioso Dimitri (no se podía llamar de otra forma), en el que ha habido un atisbo de ingenio al más puro estilo Coen, cosa que me ha sorprendido mucho y de buena manera.
Sin embargo, lo que más falla de esta película es en mi opinión, y supongo que la de muchos más, lo más importante: el guión. Como parodia/homenaje a Narcos se queda bastante coja, de forma que apenas se alude a la serie, y teniendo que en cuenta que éste era el principal atractivo de la película me parece que deberían haber hecho más hincapié en ésto. Por otra parte y a pesar de que la película sea intencionadamente sólo entretenida, cuenta con un plot twist final, un recurso que hoy día es muy usado a la ligera, de los más difíciles de hacer bien y que requiere mucho cuidado y detalle para que no quede a)ridículo b)predecible. Operación Concha no lo consigue, siendo del grupo a), sin que se te diese ninguna pista a lo largo de la película que te hiciese caer en que habías tenido la verdad delante de tus narices todo ese tiempo, es decir, un buen plot twsit. Aun con todo, el cómo se resuelve el plot twist sí me gustó, y de hecho me parece lo mejor de toda la película, con una frescura que hacía tiempo no sentía en ninguna película.
Por lo tanto, ¿es Operación Concha una gran película? No, pero tampoco mala. Si eres un seguidor del cine nacional español o simplemente quieres pasar un buen rato con tus amigos, quizá esta película sí sea una buena opción con la que además podrás ver un personal y bonito homenaje a la ciudad de San Sebastián y su famoso festival.