Matt Damon vuelve a ser Jason Bourne. ¿Estamos ante el mejor actor de su generación? Igual si pero de lo que no cabe duda es de que Damon es muy versátil, un actor capaz de hacer creíble cualquier personaje que le pongan por delante y ha conseguido ser el héroe de acción por definición del siglo XXI, un siglo convulso, violento, perdido en su propia identidad, donde no hay blancos ni negros y ni siquiera tenemos tonos de grises, que simplemente sobrevive como puede hacia el futuro, como el propio Jason Bourne.
Jason Bourne apenas articula palabra a lo largo de las casi dos horas de metraje pero sus aventuras consiguen engancharnos porque es el héroe que necesitábamos, un héroe amoral que se mueve según un objetivo definido, un héroe que ni triunfa ni fracasa sino que simplemente sobrevive y lo hace en un mundo que es el nuestro. Atrás quedan los buenos y los malos del pasado, el glamour y los ideales, la aventura por la aventura. Ahora estamos ante el poder que todo lo controla, que todo lo vigila, un poder que aunque parezca derrotado por Bourne siempre sobrevive, al igual que el protagonista.
En esta ocasión, Bourne escarba más hondo en su pasado, enfrentándose de nuevo a sus antiguos jefes y viajando alrededor de Europa y América, repitiendo esquemas ya conocidos pero que siguen funcionando: persecuciones en todo tipo de vehículos, el juego del gato y el ratón entre Bourne y sus perseguidores, la informática como la amenaza siempre presente,… Repite Julia Stiles y se suman a la función Alicia Vikander, Vicent Cassel y Tomy Lee Jones como los villanos.
Pero nada de esto tendría sentido ni conseguiría su objetivo sin Matt Damon frente a las cámaras ni, mucho más importante, Paul Greengras detrás de ellas. El primero, como ya he dicho, ha conseguido redefinir el héroe de acción del siglo XXI aunque sea a base de poner siempre cara de cabreado, de muy cabreado. El segundo consiguió en las dos entregas anteriores y lo consigue de nuevo en esta última redefinir el cine de acción del siglo XXI hasta tal punto que el propio James Bond se limita a intentar copiarlos a ambos, acercándose mucho pero no lo suficiente. Las persecuciones orquestadas por Greengras ya las quisiera Bond, por no hablar de las peleas y los golpes que se lleva Matt Damon a lo largo de la cinta, golpes que parece que duelen de verdad. Si hay que calificar las películas de acción siguiendo algún modelo, ese son las aventuras de Jason Bourne.
Esta última entrega (por el momento) de la odisea de Jason Bourne no desentona con las anteriores, con una escena final a la altura de las que vimos en la segunda y la tercera parte de lo que hasta ahora era una trilogía. Esperemos que Matt Damon se anime a seguir con el personaje aunque puede que su continuación resulte algo forzada. ¿Es Jason Bourne la película del verano? A la espera de que se estrenen los siguientes blockbusters por el momento se ha ganado el título.
Un saludo, sed felices.
Es curioso lo que dijo Matt Damon en una de las entrevistas sobre James Bond. Dijo que James Bond se entendía como un hombre de su época, una más machista, clasista, etc. Y que en las películas de Bourne las mujeres eran más que floreros, no había límites tan claros entre el Bien y el Mal…y que posiblemente se ha perdido mucho del sentido del humor (enorme pero frívolo) de James Bond: no tiene sentido en Bourne.
Sinceramente, aunque el concepto es bueno la ví el otro dia y me pareció un refrito de las anteriores, con guión “de excusa”. Es exactamente lo mismo pero más aburrido, con peores escenas de acción y más predecible. Soy un incondicional de la saga y quedando este film como ha quedado, sobra, lamentablemente. Por supuesto me alegro de que otros la hayan podido disfrutar, pero sinceramente yo no lo hice.