Simultáneamente en cines y en HBO Max nos llega Space Jam: Nuevas Leyendas (Space Jam: A New Legacy), película que, dirigida por Malcolm D. Lee (primo de Spike) y con LeBron James como estrella principal, vuelve sobre el universo que abrió la ya clásica película con Michael Jordan, pero reacomodándolo a los tiempos actuales. Crítica y público opinan de manera antagónica.
Una cosa viene quedando demostrada con las películas de Space Jam y es que, en líneas generales, no gustan a la crítica pero sí al gran público. Con lo icónica que es hoy la película de 1996 dirigida por Joe Pytka y protagonizada por Michael Jordan, cuesta creer que los críticos de aquel momento no la hayan tratado bien y que aun hoy tenga para ellos un magro 38 por ciento de aprobación en Rotten Tomatoes, pero un 63 para la audiencia. ¿Y qué pasa con Space Jam: Nuevas Leyendas a pocos días de haberse estrenado? Algo muy parecido, pero con la brecha aún más amplia: al momento de escribir estas líneas, exhibe un 31 por ciento de aprobación para los críticos y 81 para el gran público. Creo que el caso más cercano que se parece es Venom (30/81).
¿Hay explicación? ¿Por dónde pasa tan brutal diferencia? ¿Quién tiene razón o ambos la tienen? Quizás de un lado estén diciendo “esto no es Bergman” y del otro “la vas a pasar bomba”. Lo cómico es que, para ambos, la respuesta sería la misma: “ya lo sé”. Y aún a riesgo de sonar demagógico, ¿cuál es la idea de una película como esta después de todo? Si busca Bergman, búsquelo en Bergman.
La Bola de Críticos
En lo personal, no me gusta sumarme a las bolas de nieve que se forman desde que empiezan a llegar las primeras críticas desde el exterior: muchos analistas temen ir contra la marea general para no quedar desacreditados. Algo así como que si todos dicen que es mala y yo digo que es buena, pierdo prestigio. Lo bueno en mi caso es que no tengo ningún prestigio que perder, así que puedo escribir con absoluta libertad y decir lo que realmente pienso de la película. Por cierto, a mí sí me gustaron El Último Gran Héroe, El Llanero Solitario, Rocketeer, La Gran Muralla o Waterworld, solo por nombrar un puñado de filmes que, a mi entender, fueron maltratados exageradamente por lo que yo llamo “bola de críticos”.
Creo que ya se entiende entonces que Space Jam: Nuevas Leyendas me gustó. No es que no tenga fallos ni peros, pero es una película condenadamente entretenida y, sobre todo, muy divertida, que puedes ver con tu hijo y disfrutarla igual aun cuando no se estén riendo de lo mismo.
Y el hecho de que hayan pasado veinticinco años de la original no es un dato menor, pues se corría el riesgo de hacer una película que quedara envejecida: lo que estaba bien hace un cuarto de siglo puede no cuadrar hoy. Por otra parte, esos veinticinco años sirven para acumular y engendrar nuevas nostalgias y, como tal, era evidente que el filme apuntaría a despertar mucho de aquello que es entrañable para un público adulto y, especialmente, para los que, hoy jóvenes, disfrutaron en su momento con la original. Recuerdo que, cada mediodía, mi hijo le daba play al VHS de Space Jam mientras almorzábamos.
Algoritmo Villano
La historia, en este caso y como ya es sabido, tiene a LeBron James como protagonista interpretándose a sí mismo, del mismo modo que, en su momento, ocurriera con Michael Jordan. Sin embargo, se ha aclarado en todo momento que no se trata de una secuela y, de hecho, se hace difícil pensar que LeBron fuera a aceptar ser segundón detrás de Michael. Se podría decir que es un reinicio, aunque algunas líneas de diálogo revelan que los sucesos de aquella película sí forman parte del pasado en el universo que el filme plantea.
LeBron quiere que sus hijos sigan su mismo camino pero la realidad es que, para su fastidio, a Dom (Cedric Joe), el menor de ellos , se le da más por la tecnología que por el deporte y sueña con ser desarrollador de videojuegos. Paralelamente, en la compañía Warner Brothers, un sujeto llamado Al G Rhythm (Don Cheadle) propone todo el tiempo nuevas ideas empresariales y acaba de diseñar un programa llamado Warner 3000, el cual, lanzado al mercado, permitiría que el usuario pudiese ser escaneado y vivir su propia aventura en alguno de los mundos de las películas de Warner por medio de un universo virtual llamado Serviverso.
Al G Rhythm es, como su nombre lo indica, un algoritmo: una inteligencia artificial que, desarrollada por la propia compañía, es capaz de ser creativa y generar ideas propias. No puede, sin embargo, salir del mundo digital que habita y para que su idea prospere, necesita en el mundo real un referente de carne y hueso que sea exitoso y con fuerte presencia en las redes sociales: es así como piensa en LeBron.
Sin embargo, cuando a este se lo cita para proponerle ser parte de la campaña de lanzamiento, no muestra entusiasmo y, en un giro lleno de autoparodia, sentencia que la combinación entre los deportistas y la actuación “jamás sale bien”, generando así desencanto tanto en su hijo, a quien sí le gusta la idea, como, obviamente, en Al G Rhythm, que ve su sueño digital hacerse añicos.
A partir de ello, este pondrá en marcha su venganza con el objetivo final de que su proyecto vea la luz. A tal fin secuestra tanto a LeBron como a su hijo, dejándolos encerrados en su mundo virtual y apartados entre sí. Para que LeBron pueda recuperar a Dom y salir de allí, debe derrotar en un encuentro de baloncesto al equipo de Al G Rhythm, cuyo nombre es Goon Squad y está formado por jugadores de NBA digitalizados. Para complicar las cosas, Dom y Al se están llevando bastante bien.
Armando Equipo
El desafío planteado implica salir a formar un equipo acorde y, a tal fin, Le Bron se asocia con Bugs Bunny y recorre los distintos mundos virtuales de Warner para reclutar a la vieja guardia que compitió en la película de 1996, cuyos miembros se hallan totalmente desperdigados.
Al hacerlo, el propio LeBron se convierte en dibujo animado y allí hay una gran diferencia con el filme anterior, en que veíamos siempre a Jordan en su aspecto de carne y hueso.
Significa ello que buena parte de la película está animada por completo (incluyendo algunos de los mejores momentos) y así vemos a Bugs y LeBron recorrer los diferentes mundos: es realmente gracioso ver a Sam el Pirata tocando el piano en Casablanca (en lugar del otro Sam) o al Correcaminos avanzando cual bólido por los desiertos de Mad Max; ni qué decir de la abuelita de Tweety (Piolín) haciendo acrobacias a lo Matrix y… usando twitter.
Momento de emoción fuerte cuando le roban la nave a Marvin el Marciano y la historia toma tono de Star Trek, con bitácora y todo… Ah, y en el viaje se cruzan a Rick y Morty…
Pero cuando regresan a la dimensión principal de ese universo, todo vuelve a ser “real” y LeBron está otra vez en formato live-action. ¿Qué pasa entonces con los Looney Tunes? Pues pasan de animación tradicional en 2D a animación más moderna en 3D: una buena forma de resolverlo.
Está claro que se buscó conciliar lo viejo con lo nuevo y ello implica no ignorar el impacto que hoy en día tienen la virtualidad y el CGI. Más aún: la película, desde lo argumental, quizás tenga más puntos de contactos con Ready Player One que con la original Space Jam.
No seguiré contando más porque prefiero que disfruten de la historia por su cuenta, aunque es obvio que vamos, nuevamente, hacia un partido de resultado irremontable y así como en la película anterior los recursos inherentes a la animación tenían la clave para remontarlo, aquí hay que recordar que estamos en la era del bonus…
Entre la Autorreferencia y la Autopromoción
Dije antes que la película tiene sus peros: la historia de base es demasiado simple, diría que aún más que en la anterior y, a diferencia de aquella, no se toma el suficiente tiempo para que conozcamos más a los personajes en su mundo real. Caemos casi sin anestesia en el universo virtual con apenas unos pocos minutos de conflicto entre LeBron e hijo.
También se puede decir que la cantidad de guiños y referencias le restan protagonismo a LeBron (algo que no ocurría con Jordan) y otro tanto ocurre con la banda sonora ya que, justamente, el tono referencial lleva a revisitar una y otra vez la música de las películas implicadas, haciendo que Space Jam: Nuevas Leyendas pierda en parte la chance de tener tantas canciones propias e icónicas como el filme original.
Y con ojo aun más crítico, también se puede decir que gran parte de la película conforma un gran clip promocional de Warner y HBO. Todo eso es cierto, pero hay que saber ver los matices y destacar una vez más que la película apunta a ser un colosal entretenimiento y hay que verla como tal.
Hablemos de los guiños: los hay que nos harán trocar sonrisas en lágrimas como el volver a ver, pegado en un árbol, aquel letrero que anunciaba “temporada de patos” alternándose con el de “temporada de conejos”. Hay que tener encima muchas horas de dibujo animado con la merienda enfriándose para entender esa maravillosa referencia que ya tiene casi setenta años.
Luego, por supuesto, está lleno de personajes que remiten al mundo DC y es verdaderamente hilarante ver y oír a LeBron protestar porque le tocó el rol de Robin y no el de Batman.
Es en ese mundo, justamente, donde encuentran a Lola Bunny (voz a cargo, no sin polémica, de la cantante Lola Indigo en el doblaje para España), personaje que, tras debutar en el filme original, está aquí siendo entrenada como amazona nada menos que por Wonder Woman (cuya voz original, al igual que en varias películas animadas, está a cargo de Rosario Dawson).
El encuentro de baloncesto que se convierte en nudo de la historia es presenciado, además, por una pléyade de personajes que van desde el Batman de Adam West hasta la banda de droogos de La Naranja Mecánica, pasando por La Máscara, Pennywise (en su versión Tim Curry), el Rey de la Noche de Juego de Tronos, los Caminantes Blancos, varios personajes de Harry Potter, el Joker (en versión Jack Nicholson) o el Pingüino (en versiones Danny DeVito y Burgess Meredith), todo ello recreado, claro, por animación CGI y con King Kong dominando la escena con su enorme estatura. Hay muchos más, claro, y en algún punto se puede hacer embarazoso el estar (como yo) congelando la imagen para reconocer personajes, perdiendo así atención en la historia.
La mayoría de ellos pertenecen, claro está, a los universos de Warner o de HBO y ello viene generando revuelo desde que se conocieron los tráileres. ¿Qué podía esperarse? ¿No hacen también permanente autorreferencia las películas de Marvel y Disney? Y, por otra parte, bueno es recordarlo por si lo hemos olvidado, pero la primera Space Jam estaba llena de publicidad. Este es un filme industrial y, como tal, celebra a la industria: tómalo o déjalo, pero no veo por qué fustigar duramente lo que en otros casos se acepta y, de todas formas, Star Trek no pertenece a ninguna de las compañías mencionadas.
Párrafo aparte para LeBron, de quien hay que decir que… ¡lo suyo es muy digno! Sin ser actor profesional, logra transmitir no pocas emociones, sobre todo hacia los momentos finales del filme o cuando madura el conflicto padre-hijo. Y se nota que se está divirtiendo mientras filma; sin ánimo de comparaciones, su personaje logra una mayor empatía que Jordan.
Ah… y ya que hablamos de él: ¡aparece en la película! ¿Cómo??? ¡Pero si no está acreditado! No, no lo está y la cosa tiene algo de trampa, pero… véanlo con sus propios ojos: les juro que Michael Jordan está en la película e incluso entra en escena precedido por Sirius de Alan Parsons Project, tema que, por años, sirviera de entrada a los Chicago Bulls. La escena es uno de los mejores gags del filme.
Un dato más para mencionar es que la esposa de LeBron es interpretada por Sonequa Martin-Green, actriz principal de la serie Star Trek Discovery cuya reiterada tendencia a llorar irrita a mi compañero Mario Losada. Y adivinen qué: ¡aquí también llora! ¡Para ti, Mario!
Balance Final
Tal como antes he dicho, Space Jam, Nuevas Leyendas es una película para divertirse sin vueltas que logra sobradamente su objetivo. El divorcio entre público y crítica a la hora de juzgarla revela a las claras que ha sabido llegar a quienes quería llegar… y no hace falta decir que no es a los críticos. Es uno de esos placeres culposos a los que habría que quitarle la culpa, a menudo enemiga de las sensaciones y de la diversión.
No es bueno comparar, pero poniendo una al lado de otra, creo que la película de los noventa era superior, lo cual no va en desmedro de que esta sea una aceptable “secuela” (ssshhhh… que no escuche LeBron) que ha sabido encontrar el equilibrio capaz de evitar el envejecimiento y que, además, puede ser disfrutada por todas las edades aun cuando, como dijimos, se rían de distintas cosas. Es posible que tu pequeño hijo o hija no entienda por qué te provoca tanta gracia lo de la temporada de patos o cuando Michael Jordan… ¡Ups, casi lo digo! Pero también ellos se reirán de bromas sobre videojuegos o virtualidad que (quizás) tú no captes.
La clave está en entender que esto no es vanguardia sino cine industrial de entretenimiento y que se lo puede pasar genial si uno no se pone en intelectual con aires snob. Y si vas a buscar Bergman, también puedes encontrarlo aquí y multiplicado por tres si pones el audio en idioma original, ya que Jeff Bergman es, justamente, el actor que da voz a Bugs, Silvestre y el Gallo Claudio. ¿No es el que buscabas? Entonces sigue buscando, pero mientras no lo encuentres, no molestes y la cosa es simple: toma asiento, cállate y disfruta.
Casi lo mismo que decir sean felices. Hasta la próxima…
Hola Rodolfo, gracias por el extenso e interesante artículo.
En mi opinión la película ofrece lo que promete de antemano. La producción es de calidad, incluso el guión está trabajado. Es para una tarde de palomitas disfrutamdo de un espectáculo para los ojos.
Si quieres comerte el coco con películas de arte y ensayo, ésta no es para eso :).
Un saludo y sed felices!!
Hola Jordi: al contrario, gracias a ti por leer y comentar! Ni hace falta agregar nada porque coincidimos al ciento por ciento en cada palabra. Yo lo pasé muy bien y la idea es esa: si uno va con esa premisa, nadie puede decepcionarse porque cumple sobradamente. Un saludo y gracias por aportar!