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Crítica de The mauritanian (2021), el error de comprometerse excesivamente con un mensaje que no requiere exceso.

Hay películas llamadas a captar la atención de los premios. Los basados en hechos reales, sobre todo políticos, son carne de cañón de Oscar. Y, gracias al servicio de alquiler de Filmin, podemos comprobar si The mauritanian, la apuesta por el cine político de 2021 en Hollywood, merece nuestra atención.

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The Mauritanian cuenta la historia de Mohamedou Ould Slahi. Capturado por el gobierno de los Estados Unidos, sobrevive en la prisión de Guantánamo donde lleva más de una década sin cargos ni juicio. Tras haber perdido toda esperanza, Slahi encuentra aliados en la abogada defensora Nancy Hollander y su asociada Teri Duncan. Juntos se enfrentan a innumerables obstáculos en una búsqueda desesperada de justicia.

Dirige Kevin McDonald, cineasta con especial talento para el documental y que ha rodado un par de buenas películas en la primera década del siglo XXI. Suyo es el espectacular documental de alpinismo Tocando el vacío, la desgarradora El último rey de Escocia y la intrigante La sombra del poder. Un hombre con talento para imprimir ritmo y que, a priori, era el fichaje adecuado para esta The mauritanian. Cine comprometido y con vocación de necesario.

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A la hora de abordar un determinado acontecimiento político, el cine debe decidir ante una dicotomía radical: dar respuestas, lo que sería más propio de un cine activista y con tendencia a lo maniqueo; o plantear preguntas, lo más difícil y, a la vez, más interesante.

En The mauritanian estamos ante un cine perteneciente a la primera clase. Película de buenas intenciones y con la necesidad de plasmar la verdad a toda costa, con todo lo positivo y negativo que eso supone.

En lo positivo: la historia es, ciertamente, necesaria. Una denuncia de los abusos en Guantánamo, la prisión estadounidense en suelo cubano que permite a prisioneros y carceleros estar lejos de oídos inquietos. Allí donde se encarcelan sin pruebas y sin juicio. Donde se someten a torturas físicas y psicológicas de todo tipo. Ochocientos “condenados” en Guantánamo. Solo cinco culpables en un juicio, dos de los cuales fueron revocados en apelaciones posteriores.

En este caso, no es tan importante la culpabilidad o inocencia del mauritano (de hecho, no queda claro), sino el desamparo de la justicia ante una persona contra la que solo se tienen pruebas circunstanciales. Y la denuncia es patente, utilizando metraje real en el final de la película e incluso cargando contra la administración Obama (algo excepcional en el cine americano, por otro lado).

Ahora viene lo negativo.

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Lo más pernicioso para un director de cine político es que interiorice tanto su mensaje que adquiera un carácter adoctrinador. Como si fuera un predicador que tuviera que iluminarnos y no dejar espacio a nuestra imaginación, vaya a ser que seamos torpes y no captemos el mensaje de la película.

De ahí que The mauritanian cometa algunos de los errores propios de este tipo de cine. Para tener un mensaje tan prevalente, la película es excesivamente correcta a todos los niveles. No arriesga, su ritmo es demasiado comedido, las interpretaciones no se salen de la norma…y claro, los villanos son maniqueos a más no poder. Los malos son malísimos y el protagonista es todo un adalid de dignidad, mientras que sus abogadas no presentan ni  un solo atisbo de duda. Todo esto hace que el mensaje, paradójicamente, pierda fuerza. Algo similar a lo ocurrido con El juicio de los 7 de Chicago.

El reparto cumple con creces. Al fin y al cabo, tenemos a cuatro actores de primer orden. No comparto las alabanzas a la interpretación de Tahar Rahim (el protagonista de la sobresaliente Un profeta), pero sí que nos deja una interpretación correcta. Lo mismo ocurre con Shailene Woodley o Benedict Cumberbatch, el cual, de hecho, es el personaje más interesante de la película porque es el que comienza como fiscal comprometido personalmente contra la causa y acaba enfrentándose a sus superiores al ver los abusos que se cometían contra el preso mauritano. Y claro, luego está Jodie Foster, extraordinaria y comprometida actriz que actúa y dirige mucho menos de lo que nos gustaría pero que ha ganado un premio, a todas luces, injusto. Al fin y al cabo, su interpretación es tan correcta como la de los demás y ni siquiera tiene el mejor personaje de la cinta.

En definitiva, The mauritanian es una correcta película de cine político cuya mayor virtud es también su peor defecto. El excesivo compromiso con un mensaje que no requiere de exceso le hace cometer varios de los errores propios de las películas denuncia. Sin embargo, lo mejor de The mauritanian es, precisamente, su mera existencia, que nos permite conocer los abusos que el gobierno más poderoso del mundo comete contra aquellos que, consideran, atacan a su seguridad nacional.

Enlace a The mauritanian en Filmin

Un saludo y sed felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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