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Crítica de The Umbrella Academy (2019): los excéntricos superhéroes de Netflix

Por fin ha llegado a las pantallas de nuestros ordenadores The Umbrella Academy, la esperada adaptación en la plataforma Netflix del cómic homónimo creado por el guionista Gerard Way y el dibujante Gabriel Bá. Se trata de una serie más de superhéroes, en dura lid contra decenas de productos similares que amenazan con saturar al público: las iniciativas de DC en la CW y en su futura plataforma, las series de Marvel en Hulu y en la propia Netflix, la secuela de Watchmen de la HBO… en fin, este estreno se enfrenta a un aluvión de competidores. Sin embargo, se nos ha vendido como una serie diferente y rompedora dentro de lo que cabe, al estilo de la psicodélica Legión. Este logro es lo único que podría aportarle algo de relevancia en un mercado que ha acabado formando una burbuja a punto de estallar. ¿Ha conseguido alcanzarlo? Descubrámoslo.

Escuela para niños especiales

Un día, alrededor de todo el globo, nacen 43 bebés de madres que no habían dado signos de estar embarazadas. A través de un excelente y divertido montaje con narrador al comienzo del primer episodio descubrimos que Sir Reginald Hargreeves, excéntrico millonario e inventor, consigue adoptar a siete de estos niños y darles un hogar en la llamada “Umbrella Academy”. A cada uno de ellos se les asignará un número, y pronto veremos que los seis primeros acaban desarrollando poderes fuera de lo común que les convertirán en auténticos superhéroes y en celebridades de la noche a la mañana. Mientras tanto, la pobre Número 7 pasa a segundo plano por su falta de habilidades especiales.

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En principio, esta idea resulta muy familiar: una academia para enseñar a unos jóvenes variopintos a utilizar sus dones. Se ha aplicado a los superhéroes, con la Patrulla-X o la Academia Vengadores. A los magos, como el archiconocido Harry Potter. Y hasta a los asesinos. Entonces, ¿qué novedades aporta The Umbrella Academy? Para empezar, la acción se sitúa años después de que la Academia se haya disuelto. Algunos de sus miembros han muerto, algunos han desaparecido, otros se han exiliado. Pero una noticia repentina reunirá al grupo: Pogo, el chimpancé inteligente que tuvieron como criado en la infancia, les avisa del fallecimiento de su padre. A lo largo de la serie, tratarán de resolver el misterio de su muerte, pero pronto se encontrarán con un problema mucho más acuciante. Número 5, que había desaparecido en el futuro, vuelve para advertirles de que, en unos días, llegará el fin del mundo.

Asignaturas aprobadas

El argumento, que parece de lo más típico, se irá complicando a lo largo de estos diez capítulos de una hora para dar lugar a una enrevesada historia de superhéroes, asesinos, viajes en el tiempo y… ¿música? Sí: se nota que la serie está basada en una historia concebida por un cantante. La estética de videoclip que este producto adquiere en algunas de sus escenas más impactantes le aporta un toque original y propio. En realidad, todo el primer capítulo es un ejercicio de estilo que nos presenta de forma original a los protagonistas y a la situación en la que se encuentran antes de la defunción de su padre. Aunque no se logra replicar este impacto inicial, The Umbrella Academy consigue establecer una identidad visual propia, como ya hizo Legión. Además, a pesar de que se omiten o minimizan algunos de los aspectos superheroicos del cómic original, la serie lo compensa con ideas desquiciadas y giros del guión que dejarán a confuso a más de uno. Los poderes de los niños, por ejemplo, no supondrán ninguna novedad para los lectores de tebeos, pero pocas veces se ha visto algo parecido en el terreno audiovisual.

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El principal acierto de esta serie es retratar de forma magistral a unos personajes atormentados por su inflexible padre que, sin embargo, siguen intentando actuar como superhéroes. Cada uno de los seis miembros supervivientes de la Academia obtiene el mismo nivel de protagonismo: aunque el pasado de Número 5 en su exilio espacio-temporal es el catalizador de toda la historia, todos tienen un arco propio que acaba repercutiendo en la trama principal y desembocando en un cliffhanger que promete una segunda temporada. Las interacciones entre los miembros de esta familia disfuncional plagada de secretos son el elemento más conseguido de la serie, más allá de algún momento brillante de locura, pero no son los únicos que experimentan una evolución personal. Casi todos los personajes, desde los divertidos villanos hasta la camarera que le sirve un café a uno de los héroes, acaban suscitando cariño: son raros, pero se les quiere.

Por último, hablando de personajes, hay que destacar el trabajo de unos intérpretes que logran insuflar vida a estos excéntricos personajes. Robert Sheehan, conocido por la serie Misfits, destaca como el demente Número 4, y Ellen Page muestra la timidez necesaria para que nos compadezcamos de Número 7. El veterano Colm Feore refleja el misterio de un intrigante Reginald Hargreeves, pero no es el mejor actor de esta serie. No: ese honor le corresponde al soberbio Aidan Gallagher, de quince años, que le da vida a un adulto atrapado en el cuerpo de un niño. Tanto su tono de voz como sus modismos consiguen contribuir a la creación del mejor héroe de todos cuantos pueblan esta rara serie.

Asignaturas suspensas

Por supuesto, la serie tiene sus problemas: el final llega de manera algo apresurada, sobre todo teniendo en cuenta que los dos últimos episodios tienen 15 minutos de duración menos que el resto. Esto resta impacto emocional a algún momento que debería haber sido más épico, y resulta frustrante si consideramos lo bien que se habían dosificado los avances argumentales a lo largo de los primeros ocho capítulos para que no hubiera ninguno de relleno. Otro de sus fallos más relevantes es de coherencia interna: a juzgar por las reacciones de la gente a su alrededor, los miembros de The Umbrella Academy parecen vivir en un universo como el nuestro, en el que todavía no se conoce la gran cantidad de rarezas de la que sus habitantes son capaces. Sin embargo, los protagonistas se han convertido en estrellas, y se alude a antiguas aventuras que deberían haber abierto los ojos a una generación entera que ha crecido con sus muñecos. Sus futuras temporadas deberán explicar mejor cuánto se sabe en este mundo sobre estos niños raros con superpoderes.

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Además, aunque esto puede deberse a problemas de presupuesto, la serie podría haber mejorado su estética con algunos diseños más atrevidos o enseñando a algún supervillano variopinto en los primeros flashbacks en lugar de a unos simples atracadores de bancos. En este sentido, a este producto le perjudica la comparación con un tebeo en el que los protagonistas combaten a la Torre Eiffel y a una versión zombi de su creador, pero la ausencia de complejos a la hora de plasmar los elementos más ridículos y distintivos del género superheroico habría contribuido mucho a mejorar The Umbrella Academy y a diferenciarla de tantas competidoras. Aun así, estos complejos desaparecen por completo en algunos momentos de la trama, como en la historia de Número 1.

Conclusión

A medio camino entre la accesible Arrow y la extraña Legión, esta serie ha logrado suscitar el interés necesario como para contar con una renovación segura. Ofrece un divertimento relativamente original dentro del género de superhéroes, y conjuga de manera magistral el humor y el drama que rodea a este grupo de inadaptados. Tiene sus fallos, pero sus aciertos logran formar un magnífico paraguas para taparlos. Sin duda, merece la pena seguir las desventuras de la familia Hargreeves.

Máximo Simancas
Máximo Simancashttps://laautopistadepalabras.wordpress.com/
Periodista. Redactor en esta página y, antes, en el portal digital madridesnoticia. Creador de contenido para redes sociales.
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2 COMENTARIOS

  1. ¡Saludos compañero! En primer lugar gran análisis. Hace poco he podido ver la temporada, y ya llevo algunos capítulos de la segunda. Por sus rarezas en personajes y algunos giros de las tramas, me hace recordar más a Doom Patrol (salvando las distancias eso sí) que a cualquier otra serie. Todavía no he leído los cómics, es cierto que le falta más acción pero me parece que hace un buen desarrollo de personajes y echan toda la carne en el asador con ellos. Cada personaje tiene su miga, así que ha sido una grata sorpresa esta serie. Sí que me sorprendió que los últimos episodios durasen menos, aunque ya en la segunda temporada ha pasado igual, es curioso el detalle la verdad. No obstante, una buena serie para ver desde luego. ¡Hasta otra!

    • ¡Muchas gracias por el comentario!
      Sobre la Patrulla Condenada, aunque no he tenido ocasión de ver la serie, el propio Gerard Way admitió que la etapa de Morrison en el cómic fue una de sus principales influencias, y el propio Morrison se encargó del prólogo del tomo en el que se reúne la primera miniserie, y ha aparecido en algunos videoclips de “My Chemical Romance”. Por tanto, está claro que estos creadores tienen muchas similitudes y se influyen mutuamente.
      Sobre la falta de acción, supongo que tendrá que ver con el presupuesto televisivo, que también ha afectado a algunos diseños muy interesantes del tebeo. En cualquier caso, aunque la estética del cómic es mucho más única, el trabajo de personajes está más conseguido en esta adaptación que en la obra original, donde aparecían más desdibujados. Efectivamente, es una buena serie.
      Un saludo.

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