Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Sabed que a pesar de ser un blog que se dedica a sacar reseñas de series de actualidad también tenemos tiempo para recordar y valorar el pasado. Incluso a veces nos duchamos. Unos más que otros, no nos engañemos. Pero el sector más fiel al rol tradicional, de los dados, los lápices y las cosas increíbles sigue existiendo. Es ese el que juega a todo videojuego de rol posible e incluso los rejuega. Es el caso de los Pathfinder de los rusos de Owlcat Games, los cuales han sido comentados en kilométricos artículos que desafían la cordura humana en este vuestro sitio (aquí y aquí).
Y seamos sinceros: todos tenemos pilas de videojuegos, series, libros y comics por catar. Montañas de cosas. Cordilleras de cosas. Continentes de cosas. El solo hecho de empezar a contar una por una todas las cosas que tenemos pendientes de leer, jugar o ver nos llevaría posiblemente un porcentaje de tiempo que de ser cotizado daría sobradamente para nuestra jubilación.
Con todo eso, es una locura meterse a rejugar o releer cosas, como yo he hecho con los dos Pathfinder (que ya me había pasado antes). ¡Pierdes el tiempo! Acaba de salir el remake de Resident Evil 4, acaba de salir Succession, que en el cine está otra de John Wick y que en la Fórmula 1 de entre los muertos ha vuelto alguien. Yo, la verdad, es que no sé qué más hay que hacer para que estés más atacado y más ansioso por no llegar YA a todo lo novedoso que llega desde mil frentes, amado lector.
Desde aquí esperamos que en tu día a día no dejes escapar ninguna oportunidad de pagar con los repartidores de pizza, los camareros, las dependientas del supermercado o los becarios de tu oficina toda tu ansiedad y tu frustración vital. Qué menos: no soluciona nada ni desahoga en absoluto, pero cada pequeño gesto por perpetuar la Mierda cuenta. Es por ello que la gasolina del tener que estar a la última en todo es tan necesaria. También da euros a gente, no nos engañemos, pero en fin, que como marginados vocacionales que hemos sido, somos y seremos nos hemos dispuesto a pasarnos los dos casi interminables videojuegos de Pathfinder. Otra vez.
Lo primero es la razón más básica: el dragoncete bueno. Ese dragón bueno y pequeño que estaba en aquella cueva luchando sin esperanzas contra ese dragón malvado y enorme. Peleaban por un huevo, uno del que saldría una especie de elegido de los dragones, que los guiaría y los lideraría. Que se lo llevaran los dragones buenos o los malvados cambiaría todo.
En aquella primera partida de Pathfinder: Wrath of the Righteous mi personaje era un malvadísimo liche, un hechicero muerto viviente con esclavos muertos vivientes a su cargo. La reacción del pobre dragón pequeño y bondadoso fue pelear hasta el final, aunque ya estaba fastidiado al llegar mi cuadrilla de gente espantosa. Al acabar el juego me acordé de él. Pobre dragoncete bueno y sacrificado. Solo él se merece jugar otra vez el juego pero esta vez con alguien honrado o al menos alguien que no tenga tanta maldad como para ser candidato a presidir Activision.
Lo segundo es por el desafío. Ni Pathfinder Kingmaker ni Pathfinder Wrath of the Righteous son un paseo a nivel normal. Ya si modificamos cualquiera de sus mil parámetros de dificultad ni hablamos. Requiere leer. Requiere comprender. Requiere asumir que cada enemigo, criatura y encuentro se basará en los personajes. Cada uno de ellos tiene invulnerabilidades propias, vulnerabilidades propias. Hechizos o habilidades que de no usarse convierten un combate normal es complicadísimo o imposible…y hechizos o habilidades que los convierten en triviales.
Y esa diferencia viene de leer, de comprender, de recordar, de planear. Son juegos en que las mazmorras te piden racionar tus habilidades, hechizos y recursos para llegar al enfrentamiento final contra un villano tremebundo sin piedad con medios para vencer. Aunque sea por los pelos. Sí, es un juego con muchas resurrecciones, recuperaciones de la inconsciencia, curaciones por petrificación y demás.
La tercera cosa son los compañeros. Los dos juegos tienen compañeros escritos con un mimo y un intentar salirse de los moldes sin meter cosas extravagantes: maravilloso. Y diremos una herejía: el nivel medio de escritura de los personajes en los Pathfinder no es inferior a los Baldur´s Gate, a Planescape Torment o a Mass Effect. Es ese nivel. Tenemos básicamente de todo, desde nobles con aspecto de ángeles deliciosamente frívolos y profundamente malvados hasta encantadoras súcubos arrepentidas de haber hecho el mal buscando la redención (cosa que encontrarán gracias a nosotros…o todo lo contrario).
Hay versiones femeninas de Conan, hay bellas elfas que esconden mucho más de lo que parecen…y luego está el mejor de todos: Regill Derenge, el personaje de un videojuego de rol occidental mejor escrito desde la leyenda en esto, es decir Planescape Torment.
Regill es un gnomo, esos personajes pequeñitos que suelen ser ladrones o magos, sabios y traviesos, simpáticos o cascarrabias. Regill no. Es un paralictor, un dirigente de los Caballeros Infernales, organización terroríficamente eficaz y despiadada cuyo único objetivo es el mantenimiento de la ley. Adoran a dioses legales buenos, pero también a dioses legales malvados. Son pragmáticos, son amorales y su obsesión con que la ley prevalezca da miedo…y en ese ejército de fanáticos legales Regill, ese gnomo pequeño con el pelo desteñido, brilla…
Es el más pragmático y que menos se engaña de todos. El más despiadado entre los despiadados. El más frío entre los fríos. El más desconfiado de todo el universo de Pathfinder. Una sorprendente máquina de matar con su martillo ganchudo gnomo que le permite golpear dos mil veces haciendo no sabemos cuantos críticos por combate mientras los enemigos caen muertos a sus pies por docenas pensando en por qué menospreciaron a ese gnomo pequeño con esa armadura negra.
Sus contestaciones a sus propios compañeros, a los personajes que imploran clemencia o a los enemigos casi siempre son memorables. Si he llenado este post con contestaciones suyas es por algo: en algún sitio de Internet debe haber un recopilatorio de sus intervenciones en castellano en Pathfinder Wrath of the Righteous. Creo que puede que este post sea una excusa para divulgar quién es Regill Derenge…
Que no es que estemos de acuerdo con su filosofía de vida aterradora, despiadada y pragmática hasta la naúsea. Es que el personaje es tan complejo, tan lógico en su evolución a lo largo del juego y tan distinto a lo visto en tantos videojuegos de rol occidental que es complicado no acordarse de él pase el tiempo que pase.
La cuarta serían las ganas de ver arrastrarse (digital y metafóricamente) a muchos de los bastardos que me lo hicieron pasar mal en la primera pasada de los dos juegos. Es decir, esos jefes finales de Pathfinder que te pasaban su miembro viril por todo tu jeto cuando te destrozaban en tiempo récord. Esos esbirros que te emboscaban invisibles en unas escaleras y te lanzaban bombas incendiarias, de ácido y de todo para destruirte en dos turnos. Esos fantasmas que aparecían en el bosque, invocaban a enjambres de insectos y te devoraban en nada.
¡Que yo venía a salvar al mundo, matar dragones y demás! ¡Pero cómo me están devorando unos insectos de nada, como si fuera un abuelo abandonado en el río! A todos esos les he estado esperando. He planeado las subidas de niveles, las habilidades a elegir cada poco, las combinaciones entre clases, los hechizos y habilidades para cada uno. Y les he destrozado. A alguno hasta le he toreado. He gozado enormemente cuando el golpe final es un crítico y el enemigo sale explotando por los aires. La vida a veces es bella.
Y por último y por acabar, los juegos de Pathfinder cambian mucho si los pasas siendo un ángel o un muerto viviente malvado. El mundo cambia. El tipo de gente que pasea por las ciudades cambia. Quien vive y quien muere cambia. El tipo de cosas que uno se encuentra cambia. Las actitudes e incluso el alma de algunos compañeros cambia para siempre. Las misiones hechas o que no han podido completarse por dedicarte tú a otras cosas cambia según quién esté en determinados sitios y si te ayudan o te perjudican. La cantidad de disparadores que tiene cada uno de los dos juegos sigue pareciéndome abrumadora. Qué cantidad de trabajo e imaginación hay en cada uno de los dos juegos. Es maravilloso.
Sed felices.