Bienvenidos un sábado más a la sección de los amantes del cómic, bienvenidos a el cómic recomendado de la semana: Ragnarök. El último dios en pie.
Tres eran tres los autores que en los añorados 80 eran considerados como los “autores completos” más importantes, tres dibujantes que dieron el salto y guionizaron sus propias obras, resultando en una combinación perfecta de historia y dibujo, autores con algo que contar y que encima lo contaban como nadie. De esos tres autores, uno ha abandonado el cómic en favor de las comissions, demostrando que cuando quiere (y cobra), puede. El segundo estampa su firma junto a otros dos autores mientras luce palmito por algunos salones y le gusta tanto (lo de pasearse por salones) que ya ha confirmado que en alguno repite dentro de un año. El tercero ha seguido dibujando y guionizando una obra muy personal con todo aquello que le fascina desde siempre, a saber la mitología nórdica, demostrando con ella que quizás fuese, de los tres, el más constante en cuanto a ideas y resultados.
Walter Simonson regresa a un tema que ya le dio gloria en el pasado: los dioses nórdicos y toda su mitología pero, en este caso, totalmente alejado del corsé que imponen los personajes Marvel, a los que puedes convertir en rana un cierto tiempo pero a los que estás obligado a devolver a su estado original cuando termine esa prorroga que te dan desde la dirección editorial. El resultado, en mi opinión, es uno de los mejores cómics extranjeros publicados en España en lo que va de año, o por lo menos uno de los mejores que he leído.
Debo confesar que me acerqué a este cómic con un cierto recelo. Simonson es un gran guionista y un gran dibujante con un estilo propio que le distingue de los cientos de dibujante que circulan por la industria. Eso si, cuando quiere porque cuando no quiere no se corta un pelo en entregar páginas y viñetas donde abundan las explosiones y los rayos de energía dibujados deprisa y corriendo para salir del paso. En caso de duda ante esta afirmación acercaos a sus 4 Fantásticos y veréis a qué me refiero. Sin embargo en Ragnarök se nota que quiere. Aquí abundan las planchas espectaculares, con personajes bien retratados y lejos del esquematismo que muestra el autor en otras ocasiones. Ragnarök es en cuanto a dibujo lo mejor que le he visto a Simonson en los últimos tiempos y también en tiempos pasados. Ragnarök es el mejor Simonson, la demostración de que a sus 69 años está en su mejor momento.
El guión narra qué pasó tras el Ragnarök, la caída de los dioses nórdicos, con la particularidad de que tras él no ha tenido lugar el renacimiento del mundo. La cosa no salió como estaba profetizada y los demonios y los muertos vagan por las Tierras Crepusculares, donde una pareja de elfos oscuros recibe un encargo que volverá a poner en marcha la rueda del destino: asesinar a un dios muerto en su trono de piedra. Este es el argumento con el que empieza la serie, un argumento que apenas ocupa las primeras páginas porque a continuación se suceden los acontecimientos de forma lógica y segura, sin precipitaciones y sin dilatar la historia innecesariamente. Simonson cuenta en los seis números que forman el tomo publicado por Panini lo que tiene que contar, ni más ni menos. Cada número está enfocado a contar un aspecto determinado de su historia, separado del siguiente por un final concreto y empezando con un título que lo distingue del anterior. ¡Por fin una serie en la que en cada número hay un principio, un nudo y un desenlace! Olvidaos de historias que se dilatan innecesariamente y en las que el número siguiente no se distingue del anterior. Simonson le ha hecho un zas, en toda la boca a los que gustan de historias que quedan mejor en tomo que en grapa, aunque aquí se ha optado por el tomo, supongo que porque las perspectivas de las ventas de grapa para esta serie no debían ser muy prometedoras.
El resultado es una verdadera obra de autor que sitúa a Simonson en el cómic en igualdad a Clint Eastwood en el cine, perros viejos con un gran dominio del oficio, que cuentan lo que quieren y como quieren sin necesidad de grandes espectáculos pirotécnicos que al final resultan vacíos. Ragnarök de Walter Simonson es en el cómic lo que en día fue Sin perdón en el cine, una obra de madurez, una historia de perdedores desprovista de gloria, con personajes que avanzan por la historia arrastrándose en busca de su destino, resultando en ocasiones triste y produciendo un cierto desasosiego en el lector, que sabe que asiste a una historia de condenados en la que queda poco lugar para la esperanza. Pocas veces he terminado la lectura de un cómic con una sensación como la que deja Ragnarök y al mismo tiempo pocas veces he deseado tanto leer su continuación. Esperemos que Walter Simonson pueda concluir lo que, por el momento, parece la mejor obra de su vida. Un saludo y sed felices.