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Análisis de La casa del dragón. Temporada 2. Capítulo 7.

Dos años después de su impactante final, volvemos a Poniente y al universo ideado por la mente maestra de George R. R. Martin. En un mundo dominado por Netflix, el fenómeno televisivo (junto a Perdidos) del siglo XXI fue la fantasía épica con dejes de telenovela familiar Juego de Tronos. Ahora es el turno de La Casa del Dragón, precuela centrada en los Targaryen.

En Las cosas que nos hacen felices somos muy aficionados al mundo creado por George R. R. Martin, como se puede comprobar con todos nuestros artículos.

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Finalmente, La casa del dragón ha desmontado expectativas (lo que no ha sido del gusto de todos) y nos está regalando una temporada basada en un conflicto cocinado a fuego lento. Tanto que no termina de llegar.

DAEMON OBTIENE SU EJÉRCITO

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La muerte de Grover Tully da a su nieto Oscar, anteriormente despreciado por Daemon, el poder de todas las casas de la Tierra de los Ríos. En un cónclave en el que Daemon también está presente, el autodenominado rey consorte quiere llevar la voz cantante, pero acaba, nuevamente, sometido a un joven Oscar que le obtendrá un ejército a cambio de asumir las consecuencias de sus pésimas decisiones. Es decir, aprender a gobernar con todo lo bueno y malo que ello conlleva.

Oscar deja claro a sus vasallos que tienen que atenerse al juramento de su abuelo Lord Grover con Viserys y, por tanto, con la legítima reina Rhaenyra. Aunque ello suponga obedecer a Daemon Targaryen. A cambio, Oscar le pide que haga justicia con Willem Blackwood, el señor que, por orden de Daemon, arrasó a la casa Bracken. Es decir, le pide a Daemon que ejecute a un hombre por lo que él mismo le pidió.

Y claro, Daemon lo hace. No tiene ni el corazón ni el respeto de los ribereños. Pero tiene sus espadas.

EL EFECTO AEMOND SE EVAPORA

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El efecto Aemond no ha sido el revulsivo que uno esperaría. La revuelta en Desembarco del rey le cuesta la capa a dos guardias reales, exiliados al Muro. Además, sus propios consejeros temen darle malas  noticias al Regente, como el de ese nuevo jinete del dragón Bruma.

De hecho, Larys, incapaz de conseguir la aprobación de Aemond, intenta que Aegon se recupere cuanto antes a la vez que lo protege de su hermano.

Mientras tanto, Alicent, en una actitud abandónica que busca protegerse de las consecuencias de una guerra iniciada por ella misma y en la que se ha visto apartada, decide marcharse al Bosque real en un retiro voluntario de objetivo incierto.

¿Acaso busca quitarse la vida?

LA COSECHA ROJA

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Queda claro que el leitmotiv narrativo de esta segunda temporada de La casa del dragón es el cambio en el balance de poder entre los dos bandos enfrentados.

Comenzamos esta tanda de episodios con los Verdes dominando la guerra con Aemond sobre el dragón más poderoso de Poniente y con un ejército terrestre. Por otro lado, los Negros cuentan con más dragones, más pequeños, y ni un solo hombre en el continente.

Todo cambia con la conexión entre Addam de la Quilla y Bruma, el primer jinete de dragón bastardo. Rhaenyra, por consejo de Mysaria, decide buscar entre todos los bastardos Targaryen plebeyos, lo que no le gusta nada a Jace, más aristócrata Targaryen que ninguno porque es su única manera de demostrar que pertenece a la familia, con ese pelo tan poco blanco.

Así se produce la Cosecha Roja. Todos los bastardos acuden voluntariamente a Roca Dragón como candidatos para Vermithor, el dragón más grande después de Vhagar, y Ala de Plata.

Los elegidos, como era de esperar y a costa de decenas de personas calcinadas, son los personajes del pueblo llano que hemos visto en escenas inconexas de la serie. Es decir, Hugh el herrero y Ulf el Blanco. El primero montará a Vermithor, dejando claro su valor, y el segundo, de carácter más voluble, a Ala plateada.

El episodio termina con Aemond montando a Vhagar en dirección a Rocadragón, alertado por la presencia de un dragón en Desembarco del rey, y contemplando a Rhaenyra y sus tres nuevos dragones.

Queda por ver que ocurrirá con ese misterioso dragón salvaje en el valle al que Rhaena ha ido a buscar y con Daeron, el hermano de Aegon y Aemond que también se ha convertido en jinete.

Y claro, no sabemos cómo le sentará a Aemond que sus consejeros supieran lo del jinete de Bruma y no se lo dijera.

De una forma u otra, sigo pensando que el próximo episodio, el último de esta segunda temporada, se centrará en las Tierras de los Ríos. Un gran conflicto que alimente el deseo de una tercera temporada y satisfaga a los fans que pedían más acción en esta La casa del dragón. Que se nos olvide lo largo y repetitivo que se ha hecho el arco de Daemon, los movimientos de los Verdes y el reclutamiento de los Negros.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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