Tras más de dos años sin estrenar una película en pantalla grande, por fin tenemos el nuevo producto de Pixar en las salas de cine. Lo que tampoco era muy ilusionante. Sí, todas las producciones de Pixar tiene interés, pero reconozco que no tenía muchas ganas de ver Lightyear, nuevo capítulo de esta epidemia de secuelasprecuelasspinoffs que asolan la industria hollywoodiense.
¿Queréis saber lo que me ha parecido?
Lightyear no es una historia independiente del famoso juguete que hemos podido ver en la conocida tetralogía Toy Story. Más bien es la película favorita de Andy, el niño que, a raíz del visionado de esta película, decide pedir como regalo el muñeco de Buzz Lightyear para la envidia (inicial) del vaquero Woody.
Por tanto, en esta película no tendremos ni una sola referencia a Toy Story, lo que, de por sí es algo positivo. De hecho, si no fuera por la identidad del protagonista, bien podría ser una historia totalmente independiente al archiconocido universo de los juguetes parlantes. Algo así como lo que ocurrió con el Joker de Todd Phillips y Joaquin Phoenix.
¿De qué va Lightyear?
Buzz Lightyear es un miembro de la Fuerza Estelar, un soldado a bordo de una nave con cientos de miembros en hipersueño que se dedican a colonizar planetas. Sin embargo, un error de Buzz hace que la nave y sus tripulantes queden atrapados en un planeta hostil. Nuestro protagonista hará lo que sea necesario para poder solucionar su error…
Lightyear está dirigida y escrita por Angus Maclane, que también dirigió un par de cortos de Toy Story y codirigió Buscando a Dory. Este es su primer largometraje en solitario, una ampliación del universo Toy Story que poco tiene que ver con la tetralogía original. Incluso Tim Allen ha desaparecido para que Chris Evans (nuestro capitán América) sea el que le dé voz al héroe del hasta el infinito y más allá.
No debemos olvidar que Lightyear es una película que el niño Andy vio en 1995 (fecha de estreno de la Toy Story original). Es decir, que se trata de una película totalmente anacrónica, más parecida a Stargate que a la última trilogía de Star Trek.
De hecho, Lightyear es una película tremendamente clásica. Es más, referencial con respecto a los grandes mitos del cine de ciencia ficción. Planetas inexplorados, criaturas hostiles, viajes temporales, robots…
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A lo largo de poco más de hora y media, es increíble a todo lo que asistimos en Lightyear. Es una película que no deja ni un segundo de respiro de todo lo que está ocurriendo. Una historia de aventura pura que, pese a la acumulación de escenarios, también sabe equilibrar la aventura, el humor y la emotividad como solo Pixar sabe hacerlo.
Al fin y al cabo, el mensaje de Lightyear no puede ser más acertado. Enmendar los errores ciegamente como forma de no asimilarlos es peor que aceptarlos y cargar con ellos para poder mejorar. Caerse para volver a levantarse. Respetar el legado familiar sin ser una copia de nuestros antecesores.
En este sentido, tal vez Lightyear no sea una película tan profunda como Up, Toy Story 3, Del Revés o Soul, películas que se adentraban en temas profundamente metafísicos e, incluso, con una animación arriesgada. Por el contrario, este spin-off estaría en la línea de Brave u Ownward. Y esto no es necesariamente malo.
De hecho, en una época en la que las historias de aventura están alargadas en exceso y teñidas de trascendencia, se agradece una sencilla historia de aventuras. Lightyear es el mejor ejemplo de que menos es más. La aventura es trepidante, la emotividad es medida y el humor controlado gracias a secundarios como el robaescenas Sox, el gato robot que acapara todas las alabanzas de la película.
Si hubiera que poner algún defecto es, precisamente, el carácter exclusivamente aventurero de la película. Es decir, Lightyear no arriesga nada ni en la temática ni en la animación. Es extremadamente clásica y no va más allá porque, sencillamente, no lo necesitaba.
En definitiva, Lightyear ha resultado toda una sorpresa de este 2022. Una clásica historia de aventuras espaciales en la que se suceden continuas situaciones de tensión sin olvidar el desarrollo (muy medido) de todos sus personajes. Todo ello aderezado con un controlado equilibrio entre entretenimiento, humor y emoción. Una película que se pasa volando, una de las mejores frases que, como pseudocrítico, puedo decir de Lightyear.
¡Un saludo y sed felices!
¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!