En estos días un túnel sin tapar se ha llevado la vida de un niño llamado Julen que apenas había comenzado a sentir la vida. Muchos súper héroes han intentado salvarlo. Porque, como siempre digo, hay súper héroes entre nosotros. Personas capaces de horadar la roca, de descender, de aguantar y sobre todo y lo más importante, de aportar esperanza. Los súper héroes nos han dado una lección que va más allá de la capacidad física o la habilidad profesional. Nos han traído la lección, a veces olvidada, de intentarlo aunque sepamos que un resultado con éxito es casi imposible. Y digo olvidada porque hay cierto gremio de profesionales considerado por algunos como súper héroes que dejan morir a la persona afectada si la probabilidad de éxito no es abultada. No consideran que el esfuerzo merezca la pena ya que tan sólo hay un cierto destello de consecución en su tarea. Pero estos días los verdaderos súper héroes y no unos impostores nos han enseñado el camino. Aferrarnos a la pequeña posibilidad, porque mientras exista también se cernirá sobre nosotros la obligación y la responsabilidad. Y no hablo sólo de los mineros. Cada persona que ha estado ahí apoyando aunque sea con una taza de café es un súper héroe. Han elegido ayudar y sentir ese dolor como suyo cuando podían estar en cualquier otra parte sintiéndose solidarios tan sólo con su consternación ante la noticia.
Un túnel sin tapar ha sesgado una vida. Quisiera que cada uno de nosotros recapacitáramos sobre los túneles que tenemos destapados. Agujeros sin cerrar. En nuestro pecho, el suelo que pisamos, el pasado no sepultado o en nuestros sueños más oscuros. Todos los tenemos. Túneles sin cubrir que en un momento dado pueden cobrarse una vida aunque esa persona siga respirando y levantándose por la mañana. Los túneles que tenemos sin tapar son un peligro en el que tal vez esté atrapado el niño de dos años que un día fuimos. Todos tenemos la responsabilidad de taparlos. Un agujero es algo por donde alguien puede caer y lastimarse, podemos perder cosas que se queden atrapadas en esa nada infinita o tal vez aún peor, que lo usemos como escondite y refugio para no enfrentarnos a la superficie.
Un niño ha tenido que caer por un túnel y morir para que muchos tomen conciencia de que los súper héroes nos rodean. Siempre lo he dicho y muchas veces lo he escrito en esta web. Están entre nosotros y a veces un suceso de estas magnitudes sirven para que la gente se dé cuenta. Ese es el único mensaje positivo que consigo extraer de esta tragedia tan horrible que ha consternado al país entero. Os aseguro que cada día los súper héroes que nos rodean hacen cosas extraordinarias dignas de loa y aplauso. Tan sólo tenéis que fijaros y prestar atención. Incluso tal vez seáis uno de ellos y no os halláis dado cuenta. Y vuelvo a recalcar que estos hombres y mujeres que han estado en la montaña día y noche no son súper héroes por haber atravesado una roca de la manera más complicada que podía darse. Lo son por aferrarse a la debilitada posibilidad del éxito y el tenue brillo de la esperanza. Algo que como digo otro gremio de profesionales desprecia y desecha con total apatía y desinterés.
Los túneles que no tapamos ponen en peligro nuestra existencia y la de las personas que nos rodean. Deseo de corazón que después de estos días todos hayamos cogido una pala y estemos cubriendo esos pozos insondables que se mantienen abiertos dentro nuestra. Nunca se sabe quién o qué puede caer por ellos y es nuestra responsabilidad y no nuestra dejadez la que debe ocuparse de cerrarlos. Sin duda costará acercarnos a ellos pues cuando te asomas al abismo éste te devuelve la mirada. Pero debemos hacerlo. Por Julen. Por todos los Julen que han caído en un pozo o en los túneles sentimentales que hemos dejado abiertos. El esfuerzo será titánico, seguro. Pero un grupo de súper héroes nos ha demostrado que hasta la roca más dura puede ser vencida. Los túneles que no tapamos nos están reclamando. Vamos a hacer lo correcto.
Un abrazo a todos.