Los X-Men, conocidos en estos lares como la Patrulla-X, han pasado por distintas situaciones a lo largo de su convulsa historia: sus modestos comienzos en la Edad de Plata del cómic, su etapa de oro (en calidad y ventas) bajo la batuta de Claremont, su fase de éxito y calidad decreciente en los noventa, la irrelevancia que han sufrido hasta la adquisición de Fox por parte de Disney… y una suerte de renacimiento a medio gas propiciado por Jonathan Hickman, del que el tiempo dirá si acabó siendo un éxito o un fracaso. En cualquier caso, incluso entre toda esta diversidad, no cabe ninguna duda sobre cuál es la etapa más influyente de todas, tanto en el cómic como en sus adaptaciones: los números guionizados por Chris Claremont, bajo el que la cancelada Patrulla-X obtuvo un reconocimiento que no supieron darle autores consagrados como Jack Kirby, Roy Thomas o Neal Adams y comenzó a explorar temas políticos y sociales.
En concreto, los tebeos producidos junto a John Byrne son los que han creado escuela: no solo nos dieron la saga de la Fénix Oscura, imitada hasta la saciedad en la franquicia mutante y revisitada por el propio dibujante en sus trabajos dentro de las colecciones de los Cuatro Fantásticos y Los Vengadores Costa Oeste, sino que consiguieron dar vida a una entretenida ficción de aventuras en la que los personajes eran tan importantes como la acción. Otra de las historias más influyentes de aquella mítica etapa propiciada por los dos maestros es Días del futuro pasado, que Panini recupera en Marvel Facsímil. The Uncanny X-Men 141.
Un futuro que no envejece
El terrible futuro que una madura Kitty Pryde tratará de evitar trasladando su mente a su yo del pasado sucede en el año 2013, lo que podría parecer risible hoy en día pero no en 1981, cuando se publicó esta historieta. Sin embargo, el panorama distópico que se nos presenta jamás envejecerá, porque nos retrotrae a las etapas más oscuras de nuestra especie, a una persecución sistemática de minorías que acaba resultando en la construcción de campos de exterminio. ¿De qué desdichado colectivo estamos hablando en esta ocasión? De los mutantes o, dicho de otro modo, de todos los grupos oprimidos, de aquel cabeza de turco al que los fanáticos de siempre hayan escogido como objetivo en el momento en que leamos este cómic. Es lo que tienen las alegorías, suelen mantenerse vigentes cuando son buenas.
La Patrulla-X del pasado, a la que Kitty Pryde se acaba de unir, deberá evitar el incidente que acabará desembocando en un futuro en el que el país acabará bajo el control de los terroríficos robots gigantes conocidos como Centinelas: durante un debate entre el senador Robert Kelly y Charles Xavier celebrado en el Senado estadounidense, la nueva Hermandad de Mutantes Diabólicos liderada por Mística perpetrará un atentado que acabará volviendo a la opinión pública en contra de los mutantes, favoreciendo la creación de estas terribles máquinas. A pesar de sus dudas iniciales, este supergrupo decidirá pararles los pies a los villanos. Mientras tanto, contemplaremos lo que sucede en el año 2013, para que tengamos claro qué pasará si nuestros héroes fallan.
Un futuro que se repitió
Hay que reconocer a Claremont y Byrne que supieron aportarle la importancia debida a esta aventura: lo que se arriesgaba dentro de la misma no era la vida de la indefensa pareja del héroe ni el dinero de un banco a punto de ser atracado, sino la democracia y la supervivencia de todo un colectivo. En este sentido, si esta aventura ha destacado con tal contundencia por encima de sus contemporáneas, es por el desasosegante porvenir que nos presentan como amenaza principal: lejos de las luces de neón y los alardes cyberpunk de otras obras, el futuro al que se alude en este cómic es sombrío y gris, de una fealdad que no se muestra a través de grandes matanzas sino de los multitudinarios cementerios que aparecen y de los insulsos uniformes impuestos en los campos de concentración. Esto contrasta fuertemente con La Era de Apocalipsis, publicada una década después, lo que nos permite apreciar la sobriedad de estos dos creadores.
Pero la seriedad de este tebeo no debe hacernos olvidar que estamos ante un cómic de superhéroes: así, el enfrentamiento entre los protagonistas y la Hermandad de Mutantes Diabólicos resulta todo lo espectacular que debe ser una confrontación de estas características. Los villanos se nos presentan uno a uno al llevar a cabo una demostración de sus poderes antes de la batalla contra la Patrulla-X, una pelea excelentemente narrada por los dos maestros del Noveno Arte responsables de esta etapa. Se nos antoja increíble el exquisito esfuerzo que ambos dedicaron a un mero arco de dos números y lo redonda que resulta esta historia, con un final ambiguo que nos recuerda que el odio no se combate solo a puñetazos… y con una subtrama que nos revela el triste destino de los X-Men del futuro.
A pesar de su carácter autoconclusivo, muchos de los guionistas que tomaron el relevo de Claremont (Lobdell, Morrison, Hickman…) recurrieron con tanta frecuencia a futuros distópicos que los han acabado convirtiendo en una de las señas de identidad de la franquicia. La magistral portada de The Uncanny X-Men 141, en la que Lobezno y Kitty Pryde se preparaban para defenderse de los Centinelas frente a retratos de sus compañeros muertos o detenidos, ha sido homenajeada hasta el hartazgo por otros dibujantes, y habría sido el póster perfecto para la película homónima de 2014 que adaptaba este arco argumental al cine. Esta historieta, definitivamente, dejó huella.
Conclusión
La nueva edición de Días del futuro pasado que presenta Panini no aportará gran cosa a los lectores veteranos, pero es más que recomendable para aquellos que quieran iniciarse en las aventuras de la Patrulla-X y para los que gusten de unos cómics de superhéroes más profundos que no tengan miedo a tratar ciertos temas. Quienes hoy ponen el grito en el cielo por los elementos políticos que se reflejan en estas historias deberían echarle un vistazo a esta sencilla trama de dos números que tanto influyó en el medio.