InicioSeries¿Por qué todo el mundo debería ver Twin Peaks? (1989-1990, 1992, 2017)

¿Por qué todo el mundo debería ver Twin Peaks? (1989-1990, 1992, 2017)

En cualquier arte siempre existe esa obra con la que todos “debemos” tener un encuentro en algún momento de nuestra vida. Ocurre con la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, un disco de los Beatles, El Quijote de Cervantes o El padrino de Francis Ford Coppola, por decir algunos ejemplos. No tanto por la condición de obra maestra, algo que depende de la sensibilidad de cada persona, sino por su impacto en el imaginario popular. Algo así ocurre con Twin Peaks, serie creada por David Lynch y Mark Frost que, con sus dos primeras temporadas consecutivas, una película precuela posterior y una tercera temporada veinticinco años después, está considerada la serie de televisión más importante de la historia.

¿Merece ese calificativo?

Para responder a esta pregunta, no voy a analizar el argumento de la serie. Esta es una crítica sin spoilers de Twin Peaks para mostrar sus virtudes y defectos y, en definitiva, animar a todo el mundo a ver una serie que, calificativos aparte, es única.

Comenzamos.

ANTES DE TWIN PEAKS

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La figura esencial.

Por mucho que la serie haya sido creada por David Lynch y Mark Frost, no se podría entender la categoría de Twin Peaks sin la participación del mayor director de culto de la historia del cine. Al fin y al cabo, Lynch está detrás de los momentos más icónicos de la serie (luego profundizaré en esto) y la película precuela Fuego Camina Conmigo no existiría sin su impulso. Y, por supuesto, jamás se hubiera estrenado una tercera temporada que atrajo no solo a los fans de la serie, sino a los de un David Lynch que parecía que no iba a dirigir nada más en su vida.

Nuestro adiós a David Lynch. 

De hecho, Lynch es el principal motivo por el que he visto Twin Peaks. Su muerte a principios de año me motivó a ver todas sus películas y a valorar todo lo bueno y malo del estilo de un director único que siempre consiguió transmitir lo que quiso.

Desconcierto, irracionalidad, preguntas. En un mundo en el que todos queremos dar una explicación a lo que vemos, Lynch disfrutó generándonos las emociones que él deseaba con las escenas más bizarras. Solo en Mulholland Drive nos invade el romanticismo, el terror, la comicidad, el suspense o la más absoluta desesperación en una única película.

Análisis de la carrera de David Lynch antes de Twin Peaks. 

Y, cuando se ponía totalmente clásico narrativamente hablando, generaba obras tan emocionantes como El hombre elefante o Una historia verdadera.

Así, la mejor forma de sumergirse en David Lynch es la de dejarse llevar por algo que no sabemos entender pero que, sin duda, sentimos.

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El complemento perfecto

Lynch comenzó a colaborar con Mark Frost, escritor y guionista con profundos conocimientos sobre el ocultismo, a mediados de los 80. Y cuando el director se encontraba en la cima de su éxito tras Terciopelo Azul, apostó por una decisión en aquel entonces imprevisible: crear una serie de televisión.

Puede que ahora lo veamos muy normal con el auge de las series desde la Edad de Oro de principios de los 2000, pero en los 80 las series de televisión eran o procedimentales criminales o sitcoms familiares. Que un reputado director más cercano a la crítica que al público se embarcara en un proyecto así fue algo sorprendente.

Tras ver todas las películas de David Lynch, salvo Twin Peaks: fuego camina conmigo, comencé a ver la serie a principios de junio. En mes y medio, me tragué 48 capítulos y una película marcadas por su irregularidad, su variedad de estilos y su diferencia de tono.

Todo lo contrario a lo que debería ser una serie de televisión.

PRIMERA TEMPORADA (1989)

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El mal se abre paso en Twin Peaks

Ya os digo que es muy fácil engancharse a Twin Peaks, porque su episodio piloto no es solo el mejor de la serie, sino el mejor primer episodio que recuerdo en una serie de televisión. Durante dos horas, David Lynch sitúa los tres pivotes de la serie y los desarrolla de forma que es imposible no querer saber más de este pueblo.

El primer elemento es Twin Peaks, un típico pueblo maderero del estado de Washington, repleto de gente campechana, con casas con jardín y personas sonrientes a cada esquina. Un lugar aparentemente idílico en el que, poco a poco, nos iremos sumergiendo.

El segundo elemento es Laura Palmer, una estudiante modelo cuya muerte viene a perturbar la aparente paz de Twin Peaks y a mostrar lo que esconde bajo ella. El mal, ya sea de los propios habitantes del pueblo como de algo que alcanza más allá del entendimiento humano.

El tercer elemento es el que viene a corregir esa perturbación. El agente Dale Cooper del FBI, nuestro protagonista. Un hombre bondadoso, firme en sus convicciones, amigo de los pequeños detalles e irracional en sus deducciones. Al contrario que la gran cantidad de detectives traumatizados o alcoholizados de las series modernas, Cooper es revolucionario por su visión profundamente humanista. Pese a las cicatrices de su pasado continúa haciendo el bien porque, sencillamente, es una buena persona.

Y se enamora de Twin Peaks, de sus luces y sus sombras. Tanto que la mirada idílica del pueblo bañada por la hipnotizante partitura de Angelo Badalamenti es la suya.

Los siete capítulos restantes de la primera temporada solo engrandecen la calidad de la serie desarrollando estos tres pivotes. Se prioriza la narrativa policial, con una investigación que avanza entre distintos sospechosos gracias a los métodos intuitivos e irracionales de su protagonista.

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Dale Cooper, una buena persona

Pero también encontramos detalles propios de los culebrones de toda la vida. Hay muchos personajes en Twin Peaks, pero es sorprendente lo bien definidos que están con los pocos minutos que cuentan. Tenemos al hombre de la gasolinera insatisfecho con su matrimonio y enamorado de su amor de juventud. También una trama de conspiración para hacerse con el aserradero del pueblo o una mujer que habla con un trozo de madera.

Nunca se había mezclado ni se mezclará la intriga policial con el culebrón como en esta primera temporada de Twin Peaks. Y más si se le añaden pequeños detalles sobrenaturales, situados en lo onírico, que nos generan inquietud y desconcierto y nos dan una pista de que lo que esconde Twin Peaks es mucho más oscuro de lo que parece a simple vista.

Por su excepcional episodio piloto, su presentación y desarrollo de personajes, su impactante final y la inmejorable mezcla de géneros, la primera temporada de Twin Peaks es la única digna de etiquetarse como obra maestra.

SEGUNDA TEMPORADA (1990)

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La habitación roja, el mayor icono de la serie

Los ocho primeros capítulos de Twin Peaks fueron un éxito de audiencias y la confirmación de que la creación de Lynch y Frost merecía crédito. Pero ABC, corta de miras, tenía otros planes.

La cadena le había permitido ocho episodios porque no terminaba de fiarse de Lynch pero, tras la aprobación de una segunda temporada, apostaron por un formato de serie habitual: veintidós capítulos.

El problema no fue alargar la temporada, sino que, al contrario que Lynch y Frost, a quién la muerte de Laura Palmer les parecía una mera excusa para seguir ahondando en los conflictos de Twin Peaks y en la invasión cada vez más paulatina de lo fantástico, la cadena decidió revelar quién era el asesino de Laura Palmer en los primeros capítulos.

Por lo tanto, mientras que la primera temporada abarca un gran arco de ocho episodios, aquí tenemos varios pequeños arcos narrativos condicionados por esta revelación.

Al desvelar pronto quién era el asesino, la serie se fue, literalmente, al garete. En mi vida seriéfila he visto un bajón de calidad tan abrupto en una misma temporada. Tras un primer arco en el que lo fantástico irrumpía en Twin Peaks, los capítulos fueron cayendo en el olvido entre tramas culebronescas sin ningún tipo de profundidad. Normal que las audiencias cayeran porque, de no haber conocido el alcance de Twin Peaks, yo mismo habría dejado la serie antes de llegar a su impactante final.

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El bajón

Porque Lynch, tras conocer que ABC cancelaba su productor y, tras estrenar Corazón Salvaje, decidió hacer lo que le dio en gana en el último episodio de su segunda temporada.

La última media hora de la misma es de lo más radical que se había hecho en la televisión hasta entonces y una decisión pionera en muchas de las series que estarían por venir: un desconcierto total con un final imposible que destrozó (y destroza) las mentes de todos los seguidores de la serie. No quiero ni pensar qué se hacía en los 90, cuando no había internet. Solo sé que, antes del estreno de su tercera temporada, circulaban justamente cientos de hipótesis sobre dicho final en internet.

Por un inicio que se sumergía cada vez más y más en lo fantástico, la sorprendente revelación del villano (o villana) de la serie y su increíble final, la segunda temporada de Twin Peaks es inolvidable, pero cuenta con un valle de más de diez capítulos al que hay que echarle algo de paciencia (porque no, no se pueden saltar).

TWIN PEAKS: FUEGO CAMINA CONMIGO (1992)

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Una investigación casi idéntica

Estamos ante una de las películas más infravaloradas de David Lynch. Cuando el director anunció una precuela sobre los últimos días de la vida de Laura Palmer, todos los seguidores de la serie esperaban respuestas sobre lo que había ocurrido en el final de la segunda temporada.

Y claro, Lynch debía de estar descojonándose en su despacho. Porque ya sabemos que el director no es un hombre de respuestas, sino de preguntas.

Twin Peaks: fuego camina conmigo abre la veda lynchiana de las películas bisagra, que también probaría en Carretera Perdida y Mulholland Drive. Esto es, que la película se desdoble narrativamente en dos partes claramente diferenciadas.

La primera parte se centra en la investigación del FBI del asesinato de Teresa Banks, un crimen muy parecido (eso lo sabemos nosotros) al de Laura Palmer. El detective encargado del caso es Chester Desmond, un protagonista mucho más taciturno y gris que Dale Cooper. Es por eso que Deer Meadows, el pueblo donde encuentran asesinada a Banks, es muy distinto a Twin Peaks. Aquí no hay rastro de idealismo, casas de postal ni culebrones.

Es decir, no existe la mirada de Dale Cooper.

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La protagonista más desesperada del cine de David Lynch

La segunda parte abarca la última semana en la vida de Laura Palmer, una pesadilla en la que asistimos a la dualidad entre una adolescente modelo y una chica que se droga y busca sexo indiscriminadamente. El motivo no lo voy a desvelar. Solo diré que Fuego camina conmigo es una metáfora perfecta sobre las consecuencias psicológicas que tienen los abusos sexuales. Aquí, como en la primera parte, no hay rastro del idealismo de la serie. Tan solo asistimos a la desesperada mirada de una chica que pide a gritos que la dejen morir en paz antes de seguir un solo minuto más en un mundo en el que solo le espera sufrimiento.

No hay respuestas, tan solo un intento de entendimiento del sufrimiento de la protagonista invisible de la serie.

Y, para más inri, entre la primera y segunda parte asistimos a una escena desconcertante, aparición de David Bowie mediante, que deja aún más incógnitas, las cuales solo se responderían veinticinco años después. Aunque eso no lo sabía ni el mismísimo Lynch.

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El desconcierto total

Aunque fue abucheada allá donde se estrenó, Twin Peaks: fuego camina conmigo es una notable película que no solo complementa a la serie original, sino que nos ayuda a entender por lo que puede pasar la mente de una persona que ha sufrido abusos sexuales. Y se trata de la película más desesperada y angustiada de David Lynch.

Eso sí, aunque sea una precuela, que no se os ocurra verla antes de la serie. Debe ser vista tras la segunda temporada.

TWIN PEAKS: THE RETURN (2017)

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Nos vemos en 25 años…

En la segunda temporada de Twin Peaks, hay una secuencia onírica en la que Laura Palmer le dice al agente Cooper que se volverán a ver en veinticinco años.

Para 2017, Twin Peaks seguía siendo objeto de análisis de medio mundo, sin esperanzas de una continuación. Lynch llevaba sin dirigir nada desde Inland Empire, estrenada en 2006 y su película más radical (lo que ya es decir mucho).

Así que imaginad la sorpresa cuando Showtime anunció una tercera temporada de Twin Peaks, con 18 episodios, todos ellos dirigidos por David Lynch y apoyado por Mark Frost. Para 2017, justo 25 años después de aquella escena entre los dos protagonistas de la serie.

Ya solo por esto, es normal que a Twin Peaks: The Return se le considere una de las mejores series del siglo XXI. Porque, por muy enemigo que uno sea de David Lynch, hay que reconocer que la existencia de la tercera temporada de la serie es un verdadero milagro. Así que, solo por eso, ya iba a ser considerada muy por encima de lo que aporta realmente. Porque todo el mundo empezó la tercera temporada de Twin Peaks deseando que le gustara.

Nuevamente, Lynch y Frost narran esta tercera temporada en torno a tres pivotes.

Por cierto, en esta sacrosanta web tenéis los análisis capítulo a capítulo de esta tercera temporada. 

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El retorno

El primero es, obviamente, Twin Peaks. Es muy curioso contemplar a gran parte del elenco original de la serie casi treinta años después. Lógicamente, al ser David Lynch, no esperéis un fan service convencional. Aquí no hay concesiones al espectador, pero sí una reflexión de que la vida ha seguido aunque, desde que Laura fue asesinada, el pueblo ya no es el mismo.

El segundo es la gran cantidad de nuevas historias y personajes que complementan la serie, ya sea para enriquecer la mitología fantástica de Twin Peaks como para generar las emociones que quiera Lynch. Ver durante tres minutos a un tío barrer el suelo de un bar se convierte en algo hipnótico, hay un asesinato propio de película de terror, vemos al mito Harry Dean Stanton dándonos paz con su guitarra por última vez, distintos conciertos, una trama de gangsters

En lo que respecta a los persoanjes, por la serie aparecen Laura Dern, Naomi Watts, Tom Sizemore, Michael Cera, Tim Roth, Jennifer Jason Leigh y otros más de cien intérpretes.

Aunque el rey absoluto sigue siendo su protagonista Kyle MacLachlan, en un triple papel que no desvelaré. Solo diré que una de sus interpretaciones es el más fiel reflejo de la humanidad de Lynch, la cual nos viene a decir que siempre que un ser humano habla con su propia conciencia, termina irremediablemente haciendo el bien.

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Un personaje que es oro puro

Y el tercer pivote es el mayor adentramiento en lo fantástico, cuyo máximo ejemplo es su octavo episodio, el más laureado de la serie. Puro cine mudo experimental que viene a describir el origen del Mal (con mayúsculas) y que, pese a su indudable valor estético, a mí me aburrió como una ostra.

Porque la realidad es que Twin Peaks: The Return, con su carrusel de escenas inconexas que mezclan géneros, adolece de un ritmo muy irregular, con momentos tan memorables como aburridos. Su uso del fan service es magistral, pero también se echan de menos algunos elementos de las dos primeras temporadas.

Por ser el mayor milagro televisivo del siglo XXI, por su apuesta decidida por la libertad creativa, por algunos de sus personajes y por sus escenas más inspiradas, Twin Peaks: The Return es una serie notable y, sobre todo, única. No es ni mucho menos perfecta, pero es tan distinta que quien la haya visto recordará durante años lo visto estos últimos dieciocho capítulos.

CONCLUSIONES

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Guste más o menos, una forma única de narrar lo inenarrable

En definitiva, no creo que Twin Peaks sea la mejor serie de la historia. Ni siquiera la más influyente. Más que nada porque nadie la ha copiado. Y esa es su mayor virtud, su condición de obra de arte única, con una primera temporada en formato miniserie excelsa, una segunda con luces y sombras, una película tan interesante como detestada y una milagrosa tercera temporada que no nos da lo que queremos, pero sí lo que necesitamos. Unas imágenes que, por imprevisibles, son tan imperfectas como inolvidables.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

 

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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2 COMENTARIOS

  1. La tercera temporada, quizá, demasiado Lynchiana (y lo dice un fan declarado de Lynch), indescifrable, aparentemente inconexa, atmosférica… La acabas con la sensación de no haber visionado Twin Peaks. Creo que el equilibrio entre Lynch y Frost fue perfecto y en la tercera Frost desaparece aunque figure en los créditos. Aún así, ahora que vuelvo a revisitar el universo, estoy deseando llegar a ella (a diferencia de la primera y segunda temporada y Fire walk with me, esta tercera temporada solo la he visto una vez)

    • Muy de acuerdo con tu comentario. Sigo prefiriendo ese equilibrio entre Lynch y Frost, del cual acabo de leer la primera novela que escribió, La lista de los siete, y es magnífica.

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