Siempre es un placer que se reediten obras de calidad publicadas hace algún tiempo y que ahora mismo son difíciles de conseguir. Por eso es una buena noticia que ECC de una nueva oportunidad a Tungsteno, el thriller cotidiano de Marcelo Quintanilla que fue editado hace ocho años por La Cúpula.
Tungsteno es la obra gracias a la cual conocimos en nuestro país a Marcelo Quintanilla, un guionista y dibujante brasileño bastante famoso en Brasil, pero del que sólo los muy cafeteros tenían conocimiento en España. Y podemos decir que se trata de una presentación perfecta ya que ofrece una historia muy atractiva a la par que original que hace las delicias de los aficionados a las viñetas y sobre todo de los amantes al thriller.
Estamos ante un emocionante thriller que se aleja de los cánones del género para ofrecer una visión fresa y divertida del género negro profundamente anclada en el Brasil que tan bien conoce el autor y que tan opuesto puede parecer a los amantas de las historias policiacas. Por que siempre que pensamos en un thriller automáticamente se nos va la cabeza a callejones oscuros, al humo del tabaco y a las femme fatales. Pero nada de eso hay en Tungsteno.
La acción trascurre principalmente en las playas y las favelas de Salvador de Bahía, a la luz del día y con la única concesión al género de que uno de los protagonistas, Richard, es un oficial de policía un poco de vuelta de todo, pero tremendamente profesional. Le acompañan en la historia Keira, su amante, con la cual tiene una relación tóxica, el señor Ney, un militar retirado que sigue pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor y Caju, un joven que se dedica a trapichear con droga para sobrevivir.
Lo que une a estos cuatro individuos es un acto delictivo, una pesca ilegal con dinamita a plena luz del día en las aguas de la costa, algo tan cotidiano que el propio autor reconoce que vio en un periódico y que le dio la idea para contarnos esta historia.
El relato que Quintanilla hace de los hechos es sencillamente magistral ya que va mezclando la historia de todos los personajes de una manera orgánica y sencilla para ir mostrando al lector toda la información necesaria hasta llevarnos de la mano a un final que desde luego no esperamos y que nos deja con cara de sorpresa pero que no deja de tener toda la lógica del mundo.
La gracia es que los hechos de esta historia suceden simultáneamente y vamos saltamos de un personaje a otro para mostrar lo que todos están haciendo al mismo tiempo. La acción anda entrecortada con muchos cambios de ritmo y con un aire cinematográfico realmente notable. Al principio puede costar un poco entrar en el juego del escritor, pero una vez que el lector se acostumbra, la sensación de estar dentro de la misma historia es sencillamente genial.
Por otro lado, Tungsteno es un libro que tiene en el realismo que desprenden sus páginas una de sus mejores bazas. Como las verdaderamente buenas historias de género negro sus personajes están alejados de estereotipos. Muestran unas personalidades muy trabajadas, donde no hay héroes ni villanos ya que todos tienen su parte buena y su parte mala, conformando un mundo de grises en el que ninguno es especialmente simpático pero que al final, de cierta manera, acaban ganándose un poco de redención. Y el escenario donde trascurre la acción, las calles y playas de Salvador de Bahía, son un personaje más de la historia.
Con todos estos elementos el autor se permite hacer esbozos de crítica social de la situación que vive su país. El señor Ney representa a los ancianos que no se han sabido adaptar la nueva realidad social y que echan de menos tiempos mejores, pero más autoritarios. Mientras que Caju es el típico joven de favela que no tiene otra salida en la vida que dedicarse al mundo de la droga. Sin olvidar es certero retrato de las relaciones tóxicas que tenemos en la pareja formada por Richard y Keira.
El último elemento que me gustaría destacar es el uso que el autor hace de la acción y sobre todo, de la violencia. La historia trascurre a un ritmo espectacular, siempre están pasando cosas y es imposible aburrirse. Y cuando los personajes se pelean, la acción esta plasmada de tal manera, con tal realismo, que parece que los puñetazos y patadas van a salir de las páginas para impactar al lector.
En el apartado gráfico, Tungsteno también destaca por el realismo. El autor está especialmente inspirado en la representación de los personajes, con unas expresiones faciales muy conseguidas que sirven para subrayar su personalidad. Las escenas de acción están bastante bien, sobre todo las peleas, con un especial cuidado en los encuadres y las posturas de los personajes. Me ha gustado mucho como el autor usa las onomatopeyas como ensalzar algunos momentos importantes e impactantes. También hay que comentar que las viñetas están por lo general llenas de vida, plasmando perfectamente la vida en las calles de Salvador de Bahía. En cuanto al apartado del color, hay una combinación de blanco y negro acompañada del uso del carboncillo con grises planos que sirven tanto para jugar con la iluminación como para trasmitir el mundo soleado y cálido de la ciudad conde se mueven los personales.
Como nota curiosa hay que comentar que a una historia con un ritmo y aspecto tan cinematográfico no podía faltar su propia adaptación a las pantallas, realizada en el 2018 por Heitor Dhalia.
La actual edición de ECC es bastante completa. Estamos ante un libro encuadernado en tapa dura de 208 páginas en blanco y negro, papel de gran gramaje y algunos extras jugosos como entrevistas, bocetos e incluso parte del guion de la película. El precio de venta es de 30 euros.
Tungsteno es una obra perfecta para los amantes de los thrillers que busquen algo orinial. Estamos ante una historia vibrante, con un ritmo espectacular que se lee del tirón y que además deja poso en el lector atento, que puede sentarse a reflexionar sobre lo que ha leído e incluso permitirse el lujo de hacer una segunda lectura más relajada para profundizar en los muchos detalles que esta obra esconde. En resumen, Tungsteno es un libro muy recomendable y que sin duda merece ocupar un lugar destacado en cualquier estantería.