Dolmen Editorial ha publicado recientemente las primeras aventuras del personaje de los sesenta Zarpa de Acero y sus uñas me han arañado la piel hasta dejar al descubierto mis recuerdos más primigenios.
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Zarpa de Acero es de los primeros cómics para adultos que recuerdo haber leído. Mi hermano, diez años mayor que yo, y mi padre ya habían disfrutado de sus aventuras y varios ejemplares rondaban por mi casa esperando el cambio de generación lectora. Esa zarpa metálica que flotaba por el aire, la necesidad de una descarga eléctrica y los escenarios que se presentaban me engancharon desde el primer momento. Tan solo con ver el logo de la zarpa en la portada era suficiente para que se me erizara la piel.
Obviamente al leerlo ahora reconozco que las historias han quedado un poco obsoletas y la temática es muy recurrente bebiendo continuamente del Hombre Invisible para el personaje principal y del Doctor Jekill y Mr. Hyde para su primer villano y némesis.
Este tomo que nos presenta Dolmen comienza en el origen del personaje, el cual se presentó en una revista inglesa llamada Valiant la cual publicaba tan solo dos páginas de Zarpa de Acero en cada entrega. Creado por Ken Bulmer y muy bien dibujado por nuestro compatriota Jesús Blasco, el personaje pronto se haría un hueco entre los lectores más avezados.
La historia es la de Louis Crandell, ayudante de laboratorio. Un hombre resentido por un accidente del pasado que le hizo perder su mano derecha y tener que suplantarla por una de acero. Un nuevo accidente se cernirá sobre Crandell pero esta vez le conferirá un gran poder. Cada vez que su mano de acero entra en contacto con la electricidad Crandell se vuelve invisible con la excepción de la zarpa que queda a la vista como delatora de sus fechorías.
El cómic supo aunar muy bien la acción, terror y ciencia ficción que tanto impacto tenía en los sesenta. Zarpa de Acero intentaba aprovecharse de su poder para hacer el mal en sus primeras aventuras pero posteriormente se reconduciría al personaje hacia el bien para terminar por convertirle en uno de los primero súper héroes que campaban por el papel.
Como he comentado, el guion leído ahora ha perdido algo de fuerza pero aún así plantea situaciones muy icónicas como el momento en que el personaje se refugia en una tienda de armaduras medievales para que sus perseguidores confundan la zarpa con el material del comercio. Así mismo cada escena en la que Crandell consigue entrar en contacto con la electricidad están ideadas con bastante ingenio.
El dibujo sí que sigue siendo bastante magistral incluso para estos tiempos en los que es una gozada ver las sombras y escenarios que Blasco diseña perfectamente para conseguir la atmósfera que mejor adorna al personaje. Sin duda el español se merecía el lugar que consiguió labrarse al otro lado de las fronteras.
Soy un enamorado de todo aquello que me recuerda a mi niñez en los ochenta. Este cómic empezó hace casi veinte años antes pero yo empecé a leerlo en aquella década por lo que me trae unos recuerdos increíbles. Si también disfrutáis con ese sabor antiguo y la manera de hacer los cómics de antes sin duda este ejemplar debe de estar en vuestras estanterías. Es más, creo que deberíais de leerlo con el prisma de aquella época y entender la originalidad del personaje aunque esté claramente inspirado en el Hombre Invisible de H.G. Wells.
Zarpa de Acero, el Ojo de Kelly, Perros de Estroncio … Todos estos personajes que se publicaban en Inglaterra por aquellos tiempos tenían un sabor distinto a todo lo demás. Una cierta oscuridad y sombreado sumado a una desolación que impactaba al lector. Y el éxito les fue reconocido. Creo que es muy interesante conocerlos para entender en cierta forma la evolución de los cómics y cómo se pueden crear personajes con entidad propia y fuera del arquetipo de un súper héroe. Espero que disfrutéis de verdad este ejemplar y despierte vuestra curiosidad por el cómic inglés de los sesenta y setenta. Sin duda os llevaríais más de una sorpresa y alegría. Pero por muy contentos que os pongáis, por favor, no metáis los dedos en un enchufe. No os volveréis invisibles. O eso creo.
Un abrazo a todos.