Un servicio de vídeo bajo demanda debe ofrecer novedades constantes a sus suscriptores, en el intento de mantener su fidelidad. Así, Netflix recupera viejos animes como Evangelion o Hellsing, y renueva su catálogo con las temporadas más recientes de series como Stranger Things o La casa de papel. Así, ofrece un producto distinto a cada sector de su audiencia, porque sabe que esta es increíblemente diversa, y que no todos tienen los mismos gustos. Esto supone para este tipo de servicios una ventaja primordial sobre la televisión, ya que les permite ofrecer productos más arriesgados que apasionen a los nichos a los que van dirigidos, sin sacrificar su permanencia como negocio. El caso de Filmin en España lo demuestra.
Entonces, ¿por qué siguen existiendo películas como Secret Obsession?
Puede parecer una pregunta algo tramposa o poco comprensible, pero es que Secret Obsession es uno de esos productos cuya existencia ya parece obsoleta una vez llegados al siglo XXI, al menos dentro de una plataforma de vídeo bajo demanda, y más teniendo en cuenta lo mucho que Netflix ha promocionado este desastre cinematográfico que tenemos entre manos. Así que procura no dormirte de aburrimiento, que nos toca contarte por qué Secret Obsession es un filme tan prescindible como incomprensible.
Ya no me acuerdo
La protagonista de esta cinta, interpretada por una Brenda Song conocida por sus series en el canal Disney Channel, interpreta a una mujer que está huyendo de un hombre con un cuchillo que pretende matarla. A pesar de que logra escapar de su perseguidor, esto no supondrá el fin de sus problemas: en su huida, un coche la atropellará, y esto acabará resultando en una pérdida parcial de memoria. Los últimos años de su vida se esfuman de un plumazo, y despierta en el hospital sin acordarse de ese hombre que va a visitarla: su marido.
Este la llevará a su retirada casa de las afueras, donde intentará que se adapte a su nueva y tranquila vida. Mientras tanto, un detective de la Policía investigará este accidente, y se dará cuenta de que hay algo que no encaja. El largometraje sigue los pasos de este personaje en la búsqueda de la verdad, y de la víctima tratando de adaptarse a una vida que no reconoce y de superar el trauma que le ha supuesto huir de ese asesino.
Tienes razón
Sí, la tienes. Si piensas que puedes predecir la gran sorpresa de esta película y hasta hacer una aproximación de lo que sucederá en cada uno de los tres actos, lo más probable es que estés en lo cierto. No sé cuánto tiempo le habrán concedido desde Netflix a los guionistas de esta película para terminar de escribirla, por lo que no seré demasiado duro con ellos: una rápida consulta a IMDb me confirma que tanto Peter Sullivan como Kraig Wenman, encargados del guión, escriben para una cantidad obscena de películas al año, por lo que no es de extrañar que recurran a los lugares comunes de este subgénero del thriller para acabar el trabajo con rapidez. Sin embargo, cuando no hay ningún aliciente en las interpretaciones ni en los diálogos más allá de la intriga, no saber plantear un misterio ni resolverlo adecuadamente acaba condenando a Secret Obsession al más absoluto fracaso creativo.
Toda la película parece una copia constante de otras, como si un algoritmo especialmente rígido hubiera interpretado lo que el público quiere en un producto de este estilo. La totalidad del metraje está consagrada a que sus personajes vayan del punto A al punto B, siguiendo un camino que todos conocemos y que no se nos permite disfrutar. Los actores, por supuesto, no son ninguna excepción: todos y cada uno de ellos, excepto el sufrido intérprete que encarna al detective, parecen estar leyendo sus diálogos directamente del guión. De nuevo, a saber cuánto tiempo habrán tenido para grabar esta bazofia.
Conclusión
Pero la bazofia al menos tiene sabor, ¿no? Hay películas cuya calidad es más que cuestionable pero que han amasado una gran cantidad de seguidores. Secret Obsession no es una de ellas: se trata de uno de esos olvidables productos con los que Antena 3 o Televisión Española suele remediar nuestros problemas de insomnio a la hora de la siesta. Uno que ni siquiera huele a bazofia, porque es tan aséptico que no huele a nada. Esto es comprensible en el caso de la televisión tradicional: al fin y al cabo, busca crear un producto inofensivo que, si no atrae, por lo menos no ofenda a la mayor parte de los espectadores de esa franja horaria. Algo que poner de fondo cuando no hay nada mejor que hacer.
Pero… ¿en Netflix? ¿Qué sentido tiene para un servicio de vídeo bajo demanda ofrecernos una cinta como esta cuando tenemos la libertad de escoger qué queremos ver y cuándo lo queremos? ¿Quién va a ver un thriller como Secret Obsession pudiendo ver Dark o El juego de Gerald? ¿Quién va a seguir viendo esta muestra de despreocupación después de los primeros veinte minutos? Cualquiera podemos tragarnos una peli mala de un género que nos guste… ¿pero quién se va a parar a visionar algo tan inocuo como esto?
Por lo que parece, un servidor. Pero, al menos, lo hago para advertir a quien esté leyendo esto de que vea otra película o haga algo más interesante durante la hora y media de vida que Secret Obsession roba vilmente a sus espectadores.