Max ha estrenado finalmente Dune: La Profecía, serie que, creada por Diane Ademu-John, oficia como precuela al universo de Dune creado por Frank Herbert y recreado en las películas de Denis Villeneuve. Analizamos el primer episodio…
Tras el éxito de crítica y público cosechado por las recientes adaptaciones cinematográficas, era inevitable que el universo de Dune se siguiera expandiendo en pantalla y mientras tenemos por delante una larga espera hasta que llegue a los cines El Mesías de Dune (en principio pautada para diciembre de 2026), nos llega a través de Max la serie Dune: La Profecía que, creada por Diane Ademu-John, explora el origen de las Bene Gesserit más de diez mil años antes de los sucesos de las películas dirigidas por Denis Villeneuve.
Protagonizada por Emily Watson, la serie consta de seis episodios y en lo básico sigue la novela Sisterhood of Dune, escrita por Kevin J. Anderson y Brian Herbert. Para ser honesto, no la he leído (nunca he ido más allá de las seis novelas escritas por Frank Herbert), así que no puedo opinar acerca de si guarda o no fidelidad con la misma, pero la sensación es que se han tomado sus libertades y privilegiado que la historia conduzca muy a la larga hacia la primera de las películas.
El primer episodio se titula La Mano Oculta y pasamos a analizarlo, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de invitarles a leer algunos de nuestros muchos artículos sobre el universo Dune…
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Legado
“¿Dónde hay más verdad? En la historia o en la profecía?”. Con esa pregunta en off comienza la serie Dune: La Profecía que, en un extenso flashback inicial de quince minutos, nos habla de la Yihad Butleriana y de cómo los humanos lograron derrotar a las máquinas pensantes en una guerra cuya victoria fue adjudicada a los Atreides mientras los Harkonnen, acusados de cobardes, fueron desterrados a un mundo estéril y desolado.
A partir de allí, seguimos fundamentalmente la historia de Valya Harkonnen que, en su versión joven (Jessica Barden), está decidida a separar definitivamente la verdad de la mentira, sobre todo la que según ella se ha contado sobre su deshonrada familia, de la cual ha encontrado en las Bene Gesserit (aquí todavía llamadas la Hermandad) un sustituto, así como en su líder Raquella (Cathy Tyson) una madre.
El vínculo es tan fuerte que, al morir esta última, deja prácticamente el legado de la orden a Valya por encima de su propia nieta Dorotea (Camilla Beeput) y, en su agonía final, le habla del Tiran-Arafel, una oscura profecía que se cierne sobre la Hermandad y que queda graficada en la visión compartida de un gigantesco gusano de arena (no lo vemos, pero sabemos que lo es), un par de fríos ojos azules y una palabra pronunciada de modo inentendible.
Desde ese momento, la joven Valya se aboca a la tarea de preparar a la Hermandad para lo que se avecina y su modo de hacerlo es influir sobre las distintas casas nobles manipulando las uniones genéticas del modo más conveniente para ejercer poder sobre las mismas. Ello le lleva a conflicto con Dorotea, que se considera heredera del liderazgo de Raquella y acusa a Valya de llevar a la orden en una dirección contraria a sus principios fundacionales, pues se supone que no deberían controlar al poder sino guiarlo.
Dorotea se apodera pues del archivo con el código de uniones genéticas programadas a futuro y planea destruirlo, pero Valya, mostrando una habilidad que acaba de desarrollar, logra detenerla con su potente voz para luego ordenarle que se quite la vida, cosa que en efecto hace. Desde ese momento, el destino de la Hermandad, y tal vez el de la Galaxia toda, está en sus manos…
Noticias de Arrakis
Pasado el extenso flashback, la historia nos lleva a la actualidad o a lo que sería la actualidad para el desarrollo de la serie y la cronología del universo Dune. Nos encontramos más de un siglo después del final de la Yihad Butleriana y más de diez mil años antes del nacimiento de Paul Atreides, discurriendo la historia básicamente en dos escenarios: Wallach IX (cuna de las Bene Gesserit) y Salusa Secundus (sede de la familia imperial).
Ambos arcos, no obstante, se interconectan todo el tiempo y así es como una Valya ya adulta y ahora afirmada definitivamente como líder (Emily Watson) mueve los hilos para conseguir las uniones que más convengan a la Hermandad, tarea en la cual es secundada por su hermana Tula (Olivia Williams) que, a pesar de ser su mano derecha, se muestra de carácter más cauto.
Por medio de la acólita Kasha (Jihae Kim), Valya ha logrado la suficiente influencia en Salusa Secundus para concertar unión matrimonial entre la princesa Ynez Corrino (Sarah-Soffie Boussnina) y el niño Pruwet Richese (Charlie Hodson-Prior) que, con solo nueve años de edad, es heredero de una casa con la cual el emperador Javicco (Mark Strong) ha concertado una alianza estratégica a los fines de que le provean de naves para sofocar una rebelión que al parecer está teniendo lugar en un planeta que conocemos bien: Arrakis.
Desde allí llegan noticias de que los fremen están atacando instalaciones y destruyendo cosechadoras, además de aniquilar casi completo a un regimiento imperial. Desmond Hart (Travis Fimmel), líder y único sobreviviente del mismo, arriba a Salusa con información nueva para el emperador, pues dice que tales acciones no están siendo ocasionadas por los fremen sino por alguna casa rebelde que está robando de Arrakis la tan preciada especie. Y las acólitas de la corte confirman que dice la verdad o, al menos, cree decirla.
Sacrificio
El plan de Valya para la familia imperial es entrenar a la princesa Ynez como Decidora de Verdad de tal modo que cuando Pruwet llegue a la mayoría de edad, sea ya una de ellas y tengan por lo tanto a una acólita sentada en el trono. De conseguir ello, se encarga justamente Kasha, pero Ynez tiene su propia historia de pasión con su maestro espadachín, un tal Keiran (Chris Mason) que, en los créditos finales, aparece con el apellido Atreides. No se sabe aún de qué jugará, pero podría ser un obstáculo para los planes de Valya.
Por lo pronto, se lleva a cabo la boda y un buen revuelo se arma en la corte cuando al niño se le escapa una mascota mecánica, las cuales están prohibidas desde rato. Javicco lo deja pasar como travesura infantil, pues su preocupación es en ese momento otra: viendo una grabación de la batalla librada en Arrakis, comprueba con estupor que, tras ser aniquilado su regimiento, Desmond Hart se ofreció de rodillas al gran gusano que, al parecer, terminó por devorarlo.
Y si alguna duda queda de que este anda en algo oscuro, un instante después lo vemos acercarse al pequeño Pruwet para hablarle de la importancia del sacrificio antes de, precisamente, quitarle la vida al mismo tiempo que reaparecen las visiones del gusano y Kasha muere de igual forma que el niño durante su visita a Wallach IX…
Balance del Episodio
Visto este capítulo inicial, la primera pregunta para hacernos es si estamos ante una serie solo para fans o la misma puede ser también seguida por quien no tenga idea de los libros de Herbert o las películas de Villeneuve. Respondiendo a ello y más allá de algunos guiños y golpes emocionales para el público conocedor, diría que no hay impedimento alguno para lo segundo, sobre todo considerando que al estar la historia ubicada tanto tiempo antes, no hay repetición de personajes. Y sin embargo, se me hace difícil creer que esté viendo la serie alguien que nunca haya leído ni visto nada del universo Dune…
El principal problema de este capítulo es que el bombardeo incesante de personajes enteramente nuevos puede producir agobio en el recién llegado a la franquicia y, si voy a ser sincero, hasta me lo produce a mí siendo más o menos conocedor de la misma. Quizás hubiera sido mejor una presentación gradual o comenzar con dos episodios de un tirón a los fines de que la historia tome algo más de forma y no haya que estar devanándose los sesos la próxima semana para recordar quién es quién, aunque ya sabemos que eso no es algo que HBO acostumbre hacer.
Pero al irse tanto tiempo en presentar a los numerosos personajes nuevos, es inevitable que el tono del capítulo sea por demás introductorio. Ojo: no está mal y hay mucho potencial si la historia es bien aprovechada, además del dato innegable de que estamos ante una producción de verdadero corte cinematográfico en cuanto a escenografías, efectos y vestuarios.
Eso sí: no termino de creerme que estemos diez mil años antes de los sucesos de Dune, pues no es que las diferencias sean tantas para mediar semejante período de tiempo. Alguno podrá replicarme que la prohibición de máquinas pensantes lleva al estancamiento tecnológico, pero la antropología nos enseña que no hay sociedad sin dinamismo por muy precario que sea su bagaje material.
Ya no estamos en Arrakis, pero el planeta desértico impregna la historia aun cuando ninguna subtrama tenga lugar allí. Y la temprana ubicación temporal nos pone ante unas Bene Gesserit todavía en proceso, así como ante las secuelas de una Yihad Butleriana demasiado reciente, lo cual hace que los resquemores y prejuicios contra la tecnología pensante estén aún a flor de piel.
Hay en la serie un cierto tono y estética que hacen acordar a la de Fundación (aquí nuestros análisis), tanto a nivel de intriga política como de producción. Y si bien es sabido que la saga de Isaac Asimov tuvo clara influencia en el universo de Herbert, nunca ha quedado tan en evidencia como aquí, con una Valya Harkonnen que se dedica a manipular el futuro como una especie de Hari Seldon, pero más místico que racional. Y, por supuesto, apenas entramos en el terreno de las intrigas políticas familiares, se advierten también las huellas de una serie que sigue y seguirá influyendo: Juego de Tronos.
Emily Watson (vaya novedad) entrega una actuación deslumbrante y su versión juvenil encarnada por Jessica Barden no le va en saga: de hecho, el largo flashback inicial ha sido lo mejor del capítulo. El resto están bien, pero el poco tiempo en pantalla no permite el lucimiento de casi ninguno y así es como Mark Strong, de cuya capacidad actoral no caben dudas, no tiene, por lo menos hasta aquí, chance de demostrarla. Ojalá eso cambie…
Y hay personajes que hasta ahora están apenas garabateados, como el hermano de Ynez, el maestro espadachín o el sobreviviente de Arrakis interpretado por Travis Fimmel (Vikingos, Raised by Wolves, Warcraft: El Origen), que hasta ahora es un misterio y no sabemos por qué las acólitas no se dieron cuenta que mentía como tampoco con qué poder o habilidad ha quedado tras el incidente del gusano, pero sí que es capaz de matar con la mente e incluso a distancia: suena peligroso…
En definitiva: un inicio aceptable que promete más de lo que da y presenta más de lo que desarrolla, pero con una producción de primer nivel y una Emily Watson impagable que nos hacen darle a la serie una chance de que la cosa vaya tomando forma. Y para saber si este episodio ha sido realmente bueno, habrá que ver el segundo, en el cual esperamos que dejen de introducir personajes nuevos para desarrollar mejor los que ya tenemos.
Hasta la próxima y sean felices…