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Análisis de Los Ladrones del Bosque de Netflix. Temporada 1

Netflix nos trae Los Ladrones del Bosque, serie de época salida de la prolífica Bélgica y basada en la vida del bandido Jan de Lichte, la cual, a pesar de algunos aciertos, no corre a la altura de otras propuestas de ese origen.

El contexto histórico.

Es sabido que Bélgica se ha convertido, en estos últimos años, en una cantera de grandes series. De ello pueden dar fe grandes propuestas como Tabula Rasa, La Tregua, Zona Blanca (las tres disponibles en Netflix para estos días de cuarentena) o Salamander. Es más, hasta diría que, contrariamente a lo que ocurre en el aspecto cinematográfico, los belgas le han sacado ventaja a Francia en el terreno de las series, al punto de haberse convertido en un mayor referente en ese ámbito dentro del mundo francófono.
Quizás allí resida la causa por la cual le puse mucha expectativa (demasiada, tal vez) a esta serie que hace poco subió Netflix y más tratándose de un drama de época ubicado en el siglo XVIII.

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Comencemos por aclarar que Los Ladrones del Bosque es el título que, en español, le han dado a De Bende van Jan de Lichte (La Banda de Jan de Lichte), quizás por haber tomado como referencia al ya de por sí insulso título que le dieron para el mercado angloparlante (Thieves of the Wood). La serie está basada en una novela del célebre escritor belga Louis Paul Boon (1912-1970), a quien le cupo en suerte (mala) el pasar a la historia como el Nobel que no fue ya que un mortal ataque al corazón le sorprendió precisamente un día antes de la fecha en que había sido citado por la Embajada de Suecia, según se dice, para recibir el mencionado premio. Pero bien, debo confesar que no he leído esa novela y, como tal, no estoy en condiciones de cotejarla con la serie; aun así, me he puesto a investigar acerca de Jan de Lichte para ver hasta qué punto se trataría de un personaje real ya que no por ser profesor de historia, estoy obligado a conocerlo todo.

En efecto, me encontré con que el tal Jan de Lichte existió y que fue (en principio) un bandido carismático al estilo de Robin Hood, pero flamenco y ubicado en el siglo XVIII. Y ya que nombré al mítico héroe inglés, las analogías que pueden trazarse no son pocas, pero vamos por partes: el propio Robin Hood es un personaje que dudosamente haya sido real; por el contrario, lo más probable es que Robert de Locksley, ese noble descastado que se colocó al frente de los humildes, nunca haya existido. Sin embargo, no es de descartar que, como sucede con muchos mitos, el personaje haya sido construido a partir de características de varios bandidos similares: la mitología popular tiende a unificar en una sola persona las virtudes que la moral aceptada exalta en varias. Y de allí, por supuesto, a la “romantización” hay un solo paso puesto que al haber unido tantas virtudes en un solo sujeto, no queda prácticamente lugar para defectos que en caso de que los personajes reales los tuvieran, se han perdido por el camino ya que carece de sentido social el exaltar defectos. Así que, aclarado ello, volvemos a Jan de Lichte: dije antes que fue un bandido carismático… Bien, voy a desdecirme: esa fue la imagen que al parecer creó el escritor Louis Paul Boon. Jan de Lichte nació, al parecer, en 1723 y murió, no diré cómo, en 1748: participó en la Guerra de Sucesión Austríaca pero luego se unió a los marginales que, desde los bosques de Flandes, llevaron adelante una revuelta contra la nobleza local que colaboraba con las fuerzas de ocupación francesas.

No hay pruebas históricas de que realmente haya sido el líder de la rebelión: ese aspecto está discutido y hay quienes, simplemente, lo ven como uno más de los insurrectos o, a lo sumo, compartiendo liderazgo con otros. Por el contrario, de lo que sí hay evidencias es que fue un personaje de estilo cruel y sanguinario.

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                                Matteo Simoni es quien da vida a Jan de Lichte

De acuerdo a lo que pude indagar, Boon construyó en sus novelas (lo digo en plural porque hubo dos, incluida una secuela), escritas en 1957 y 1961, una imagen mucho más romántica y embellecida en la cual, de modo análogo a como lo hiciera luego Mel Gibson con William Wallace en Braveheart, se presentó como un líder de los desposeídos, abnegado, desinteresado y de gran corazón: el clásico ladrón de los ricos que ayudaba a los pobres. La serie, por lo tanto, apunta justamente a esa imagen idealizada y no a la que pudiera desprenderse de los testimonios históricos.

La trama.

En efecto, la trama se ubica durante los últimos días de la Guerra de Sucesión Austríaca, en momentos previos a la firma de la Paz de Aquisgrán y mientras Flandes se halla ocupada por las tropas francesas. En ese contexto y como ninguna historia de ningún Robin Hood funciona sin un príncipe Juan, hay aquí un alcalde que avala las prácticas más corruptas y depravadas por parte de una nobleza local que vive en la lujuria y que es capaz incluso de realizar cacerías humanas con jovencitas que les entrega un orfanato de la zona. Ese mismo alcalde ha perseguido a los marginales a tal punto que los ha obligado a vivir refugiados en los bosques (no es Sherwood, sino las Ardenas) e inclusive tiene el plan de promover la construcción de una carretera pavimentada que, según él, promoverá el comercio y el desarrollo de la zona, pero no tiene complejo en hacerlo sobre la base de la sobreexplotación de los obreros. En medio de todo ello, danzan la corrupción, la prostitución y el tráfico de opio.

¿Hay un sheriff de Nottingham? Sí, por supuesto: se trata del alguacil Baru pero, a diferencia de su símil inglés, es un personaje más complejo y cruzado por sentimientos contradictorios, capaz de despertar en el espectador empatía y rechazo por igual, al punto que, por ejemplo, puede salvar a una joven de las ya mencionadas cacerías humanas pero también utilizar a una niña como rehén en una negociación.

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        El alguacil Baru es, sin duda, el personaje más interesante de la serie

Bien, ¿y cómo cae en esto Jan de Lichte? Se trata de un hombre de clase más bien baja que ha buscado fortuna uniéndose al ejército y que tiene el sueño de migrar hacia América; al regresar de la guerra (otra similitud con Locksley), se pondrá al tanto de la situación que los gobernantes han creado en Flandes y, como tal, tomará bando en favor de los marginados y desposeídos que viven en los bosques, de los cuales se convertirá en líder.

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    Jan de Lichte (izquierda) es un bandido carismático de Flandes

¿Qué más nos falta para completar el cuadro de Robin Hood? ¿Quieren una Lady Marian? También la tenemos: se llama Héloïse (Charlotte Timmers) y tiene en el pasado una historia sentimental no resuelta con el retornado Jan, pero al momento del regreso de éste, ha sido prometida en matrimonio a alguien de la nobleza. Como no puede ser de otra manera, el encuentro y desencuentro amoroso se irán alternando como parte de la historia, sobre todo en la medida en que Jan guarda un secreto del pasado que tiene mucha relación con el hermano de Héloïse, el cual ha sido su compañero de armas durante la guerra, pero no ha regresado con vida de la misma.

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                              Héloïse es la Lady Marian de esta historia

Un Robin Hood sin épica.

Con todos los detalles que hemos dado, tranquilamente podemos decir que estamos a punto de ver la historia de Robin Hood pero situada en Flandes. Sin embargo, el resultado final termina lejos de ello y no necesariamente para bien. Vuelvo a decir que no he leído la novela de Boon, razón por la cual sólo puedo hablar de lo que veo en esta serie y que se puede resumir en tres aspectos que la alejan de Robin Hood: falta de épica, falta de ritmo, falta de humor.

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                   Marginales y rechazados: los seguidores de Jan de Lichte

Vamos por partes. Falta de épica, he dicho: en efecto, no esperes ver ningún antológico duelo de espadas o de pistolas, ningún combate memorable, ninguna persecución heroica, ninguna arenga emocionante (la única arenga que hay es lo peor de la temporada). Ni el guion ni el actor ayudan demasiado en tal sentido. Matteo Simoni, en el papel de Jan de Lichte, es bastante inexpresivo y lo que menos logra transmitir es épica: me hace acordar mucho a Richard Gere o, más todavía, a David Duchovny, pero con menos carisma que cualquiera de ambos. Su rostro es, durante toda la temporada, el de un perdedor, con expresión de depresión permanente y dándonos la sensación de que está pensando en volarse la cabeza a la escena siguiente. No emociona, no despierta identificación con el personaje ni tan siquiera demasiada empatía.

Falta de ritmo, dije. Exacto: por momentos, el relato va como un tren por la Siberia. O una carreta, para anclarnos más en el siglo XVIII. De hecho, creo que los diez episodios de la temporada son un exceso; perfectamente podría haberse contado la misma historia en seis y, poniéndome más crítico, no sé si no hubiera sido mejor una película de dos horas y punto.

Falta de humor, en tercer lugar. Nadie se ríe ni sonríe; sólo los malos, quienes lo hacen, obviamente, con pérfida risa de malos. Todo ocurre entre rostros permanentemente circunspectos y tristes. Nadie soltará jamás una broma ni dirá una tontería: olvídense, por lo tanto, de aquellos alegres integrantes de la banda de los bosques de Sherwood.

¿Qué es lo mejor de la serie? Sin dudas, el alguacil Baru, un personaje interesante, excelentemente construido y magníficamente recreado por Tom Van Dyck. A diferencia de lo que ocurre con Simoni en el papel principal, su rostro lo expresa absolutamente todo y, aun cuando no habla, sabemos y sentimos perfectamente todo cuanto le está pasando por dentro: sus dudas, sus complejos, sus temores, sus dilemas éticos. Se trata del hombre de buenas intenciones que trabaja para el bando incorrecto: algo así como el sargento García en El Zorro, pero sin la carga humorística ni la torpeza de éste.

La ambientación de época está bien lograda, a pesar de algún que otro desliz, como cuando uno de los nobles afirma que Albinoni es su compositor preferido después de Pachelbel, siendo que este último, aun a pesar de ya estar muerto para cuando ocurren los sucesos de la serie, estaba lejos de ser un compositor reconocido y de renombre en el mundo musical dieciochesco sino que ese grado de aceptación le llegaría para el siglo siguiente.

Por último, son para destacar algunos giros interesantes de la trama en los episodios finales, aun cuando uno de ellos no sea del todo creíble.

A Fin de Cuentas…

En el balance final, me dejó sensación de poco. La serie tiene sus logros, que ya he señalado, pero se queda por debajo de esa alta expectativa con que la abordé, basándome en mis anteriores experiencias con series belgas y, sobre todo, tras haber visto hace poco tiempo la excelente La Tregua.

¿Habrá temporada 2? De la forma en que termina, se hace difícil pensarlo ya que la historia principal se cierra, pero si se considera que la serie fue realizada en 2018 y subida a Netflix recién este año, está la posibilidad de pensar que eso haga a los productores evaluar una posible secuela y más aún habiendo una segunda novela como referencia. De ser así, esperemos que superen algunos de los problemas que esta primera temporada ha mostrado.

Un saludo.

Cuídense mucho en estos días y nos encontraremos nuevamente por aquí en próximas entradas.

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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7 COMENTARIOS

  1. Creo que lo que usted pide a gritos y espera y tomo como vara para medir otras producciones es el clàsico, monòtono, predecible y desgastado humos “gringo”

    Si con el cincel de las barras y las estrellas ha sido modelado su gusto es de esperarse una reseña tan vanal como esta.

    • Buenas Isael, mi compañero en las consideraciones finales acaba diciendo: “La serie tiene sus logros, que ya he señalado, pero se queda por debajo de esa alta expectativa con que la abordé, basándome en mis anteriores EXPERIENCIAS CON SERIES BELGAS”.
      Saludos.

      • ¡¡Hombre haberlo mencionado antes!!

        Queda entonces, sanjado el menosprecio al trabajo con “Tiene sus logros”

        Y claro, de manifiesto la errata al referirle a los lectores que no hay épica puesto que la serie no tiene escenas de ” antológicos duelos de espadas o de pistolas, ningún combate memorable, ninguna persecución heroica, ninguna arenga emocionante -o donde le apunten al protagonista con su “rasho” laser- ” porque claro, eso es lo que uno está buscando en una seria Belga.

        Y no digamos nada de los grandes ausentes: La Bromas y el humor, porque -metidos en el contexto histórico ¿cómo no esperar un mínimo de humor aún cuando el país esta, una parte ocupada y la otra en guerra, los derechos humanos y los sistemas de salud no existen, las enfermedades matan más gente que los atracos y la esperanza de vida es la más corta, ¿Cómo no se le ocurrió a la producción?

        Y que las referencias actorales sean Richard Gere y David Duchovny, bueno el chiste se cuenta sólo.

    • Hola Isael, gracias por comentar. Exacto: mi compañero Carlos lo ha dicho de manera impecable. En general, amo las series belgas y ahora que has hecho surgir el tema, me has dado la idea de hacer un top con las que considero mejores de ellas porque la mayoría son de un nivel alto. Esta, en particular y por los motivos que he comentado, se quedó por debajo de mi expectativa que, por supuesto, no tiene por qué ser la tuya ni tenemos por qué coincidir en gustos y criterios, pero, desde ya, respeto tu postura. Ojalá nos encontremos otra vez cuando haga el top de las series belgas y quizás coincidamos más (o no). Un saludo y que estés bien!

      • Eso leo, que ama usted las series Belgas, bueno, permítame -si fuera tan amable, decirle que lo disimula usted muy bien.

        Coincido plenamente con usted, no es necesario coincidir en todo lo que bien menciona, igualmente respeto la suya.

        En todo caso, coincidir dependerá del TOP.

        Saludos cordiales.

        • Hola otra vez Isael. Me da la impresión atendiendo a sus respuestas que considera humor como sinónimo de gag y nada más lejano. El neorrealismo italiano está lleno de humor; el cine británico se caracteriza por un fuerte sentido de la ironía; el francés o el de Europa Oriental están llenos de absurdo. De hecho, prefiero una y mil veces el humor europeo que el norteamericano al cual, sin embargo, usted menciona todo el tiempo como si fuera mi referencia. Lo de Richard Gere o David Duchovny tiene que ver con un parecido físico y con la poca expresividad, o sea que no es que esté mencionando a esos actores como “altos referentes” sino más bien todo lo contrario. Yo mismo, en esta web he comentado muy elogiosamente muchísimas producciones europeas y he destrozado sin piedad algunas norteamericanas como Midway: Batalla en el Pacífico (menciono esa porque se ajusta perfectamente a las barras y estrellas que usted señala). De hecho, lo que menos me gusta de la serie es, justamente, el intento por querer acercarse a algunas propuestas norteamericanas renunciando a la fuerte personalidad que las producciones belgas tienen: me cuesta encontrar aquí lo que encuentro en otras, ¿se entiende? Y si insisto en lo de la falta de épica es, justamente, porque da la impresión (a mí, por supuesto) de que quieren llevar la propuesta hacia ese lado y allí es donde peca de ausencias. Pero bueno, para gustos los colores y en esto, como en todo, la cuestión es respetarse y, después de todo, tampoco he dicho jamás que la serie fuera una porquería ni que haya que dejar de verla. De hecho y habiendo pasado ya un año y medio de este artículo, se me dio ahora por buscar qué habían dicho otras críticas sobre la serie y descubro que, en comparación a lo de otros, la mía fue de las más generosas. Un saludo y gracias por el aporte!

          • Perdón, algo que me quedó sin responder. Usted dice que no se nota que ame las series belgas. Pues, en efecto, me han encantado La Tregua, Tabula Rasa, De Dag, Beau Séjour, Pruébame Rápido, 13 Mandamientos o Zona Blanca (esta coproducida con Francia), pero esta en particular no me convenció. ¿Me tienen que gustar todas? Yo no lo veo así, pero bueno: yo. E insisto en que podemos disentir: en ese sentido, gracias por estos comentarios ya que, a un año y medio de haberse publicado, este artículo tiene muchísimas visitas y las sigue teniendo todos los días, pero por alguna razón jamás había tenido un solo comentario, así que agradezco haberse tomado el tiempo en hacerlo. Un saludo respetuoso y que esté bien!

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