Las series surcoreanas siguen ganando terreno en Netflix y es el turno de Mar de la Tranquilidad. Analizamos la primera temporada de esta propuesta de ciencia ficción creada por Choi Hang Yong.
Lo primero que debo decir de Mar de la Tranquilidad es que está basada en un corto de 2014 que no he visto, pero no es un dato menor: quizás explique por qué puede parecer que la historia está algo dilatada a pesar de alguna idea interesante.
Se trata de una serie surcoreana y allí está mi mayor problema: los nombres. Es decir: no tengo nada contra los coreanos y sé que a ellos les podrá pasar lo mismo con nuestros nombres, pero la realidad es que al oído nos suena todo muy parecido y más todavía cuando ninguno pasa de dos sílabas y la mayoría son monosílabos con muy ligeras variaciones. Tenemos a la doctora Sung, a la doctora Hong y al capitán Han, todo ello en una serie creada por Choi Hang Yong que tiene como productor ejecutivo a Jung Woo-Sung. ¿Se puede concebir una pesadilla peor para quien escribe una reseña o análisis?
Demás está decir que si se titula Mar de la Tranquilidad, la historia tiene que ver con la luna, pues Mare Tranquillitatis es el nombre de la gran planicie en la cual tuvo lugar, sin ir más lejos, el alunizaje de la misión Apollo XI. Según se menciona en la serie, ese nombre le fue dado por Galileo, pero hasta donde sé no es así, sino que le corresponde a los astrónomos jesuitas Francesco Grimaldi y Giovanni Riccioli: lo que sí es cierto, tal como aquí se dice, es que la denominación se debió a que se pensó que era un mar, lo cual tiene mucho que ver con el desarrollo de la trama.
Pasemos ya a la historia en sí no sin antes advertir, por si aún no la han visto, que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA.
Agua en la Luna
Estamos ante un mundo que marcha camino hacia la aridez: el agua escasea y está fuertemente racionada al punto que se prohíbe tener mascotas. Los ríos se secan; los peces y las plantas mueren. En medio del desastre ecológico se ha hallado agua en la luna, lo cual no tiene nada de descabellado sino que, por el contrario, es avalado por los últimos descubrimientos.
El hallazgo podría significar un alivio para la humanidad, pero es ocultado por las agencias gubernamentales debido a intereses corporativos y posibles beneficios económicos. En la luna se encuentra la base Balhae, destinada al estudio del asunto, pero algo ha pasado allí y no está claro qué: solo que una gran catástrofe acabó con sus ocupantes sin dejar supervivientes y los informes oficiales subsumieron todo bajo un aparente accidente nuclear.
Cinco años después, se recluta una misión de científicos para viajar a la luna y llegar hasta la base, pero no a los efectos de determinar qué ocurrió ni de buscar posibles sobrevivientes sino para rescatar tres cápsulas con una misteriosa sustancia sobre la cual nada se les dice. Entre ellos se encuentra la astrobióloga Sung, cuya hermana mayor, sabremos luego, estaba a cargo de las investigaciones que se hacían en la siniestrada base: no sé si es la mejor elección si se quiere mantener todo bajo secreto…
El alunizaje dista de ser feliz: un accidente deja la nave al borde de un cráter y apenas logran salir de ella para marchar a pie hasta la base lunar que se encuentra junto a una profunda grieta y ya sabremos por qué. A decir verdad, no le encuentro al accidente más sentido que el de dilatar algo más la historia ya que carece de relación alguna con el resto de la trama a no ser como modo de justificar que queden incomunicados.
Es inevitable que una vez en el lugar, los miembros de la misión quieran saber qué pasó allí: más aun cuando los cuerpos hallados no presentan residuos de radiactividad y, por el contrario, muestran aparentes signos de ahogamiento por una excesiva cantidad de agua en los pulmones.
La doctora Sung quiere llegar al fondo del asunto, pero el capitán Han se encarga de recordarles tanto a ella como al resto que están allí por otra razón. Ya sabemos que en cualquier misión turbia hay siempre alguien que sabe más que el resto, aunque luego veremos que no es el único y que, de hecho, se mueve con las manos bastante atadas. Por lo pronto, él no está incomunicado y dispone de un canal privado con la directora del proyecto en Tierra.
Hay alguien aquí…
De las tres cápsulas que buscan, solo una está en condiciones y, para colmo de males, vieron por las cámaras a una enigmática figura apoderarse de la misma, lo cual arroja el sorprendente dato de que hay algún superviviente. Más adelante sabremos que se trata de una niña, cuyo cabello desgreñado y el ambo que viste como atuendo remiten a los yurei, los clásicos fantasmas de la cultura japonesa: sí, ya sé que Corea no es Japón; solo digo que hace acordar…
La cuestión es que terminan enterándose que los científicos de la base habían descubierto agua en las profundidades de la luna y allí tenemos la razón por la cual la misma estaba construida junto a una grieta.
Pero el agua lunar no es cualquier agua: al revisar los registros se ve que también habían descubierto que se reproduce a sí misma y de modo acelerado: basta que ingrese un sola molécula en los pulmones de alguien para, a los pocos instantes, matarlo por ahogamiento mientras vomita agua en cantidades demenciales. El líquido hallado en los cuerpos, por otra parte, no parece agua común sino destilada, ya que no presenta ningún componente orgánico.
Si ello resulta ya de por sí revelador y estremecedor, más desgarradoras aún resultan las filmaciones en las que se puede observar cómo fueron experimentando uno tras otro con distintos clones humanos a los que usaron como sujetos de prueba. A los mismos se les daba el nombre Luna (así, en español) y recién en el intento 73 tuvieron éxito en que el agua no se reprodujera. Se trata, obviamente, de la niña que deambula por los corredores y conductos de ventilación.
A la doctora Sung se le hará imposible no despertar sentimientos de empatía por ella y tratará de establecer contacto aun cuando la niña exhiba un comportamiento poco humano y casi bestial.
Desde Tierra, la directora Choi se compromete a enviarles una nave para sacarlos de la luna dejando en claro que deben hacerlo con la muestra y con la niña. Sung es más bien partidaria de llevar la muestra a una estación espacial para estudiarla en aislamiento y sin poner en peligro a la humanidad.
Pero hay un tercer actor en el conflicto y no es el capitán Jan (para esta altura ya aliado de Sung), sino un tal Tae-Seok, quien oficia como infiltrado y hasta llega a apoderarse de la cápsula con el agua lunar: pronto descubriremos, sin embargo, que está bastante desquiciado parece trabajar para alguien más con quien se comunica permanentemente.
Agua que no has de beber…
¿Pero qué pasó con la base para que todos murieran? Pronto lo sabemos: muy cada tanto, el fondo de la grieta recibe la luz del sol y cuando ello ocurre, al no haber aire y tal como se da en la luna, la temperatura cambia drásticamente. Ello provoca que el agua aprisionada en forma de hielo se libere y salga despedida como un gran géiser invadiendo, obviamente, la base lunar que se halla encima.
El agua, entonces, al reproducirse, inundó la base y mató a sus ocupantes, exactamente lo mismo que vuelve a ocurrir. La inundación le cuesta la vida a Tae-Seok y también al capitán Jan que termina tomando partido y sacrificándose para salvar al resto.
Teniendo ahora con ellos a la niña y habiendo ganado su confianza, sobreviene una trepidante secuencia en que deben huir por los corredores de la base mientras el agua va invadiendo el lugar. Cuando logran salir al exterior, Sung descubre que Luna, tal como la bautizaron, se ha despojado de su traje espacial y se halla de pie sobre una colina mirando hacia la Tierra.
Balance de Temporada
Vuelvo a lo que dije al principio. La serie está basada en un cortometraje y tal vez Choi Hang Yong se haya salteado un paso: me refiero a que cuando se toma un corto para adaptarlo a un formato más largo, lo común es que se lo haga en película y no en serie, lo cual deviene en estiramiento. La historia perfectamente podría haberse contado con un par de episodios menos o, por qué no, en película.
Pero bueno, lo que tenemos es una serie y como tal hay que evaluarla. Es inevitable que, sobre todo, en los primeros episodios, nos vengan a la mente imágenes de Alien, La Cosa o, por el ámbito lunar, de las más cercanas Stranded o Apollo 18.
El aislamiento, la sensación de claustrofobia y la presencia de una amenaza en un ámbito reducido son referencias recurrentes en este tipo de historias y si a ello le sumamos una niña que ha sobrevivido a un desastre y se oculta por tubos de ventilación, se hace inevitable pensar en Aliens: el Regreso, aunque la doctora Sung encarna a una Ripley bastante más pacífica.
Las actuaciones están en general bien logradas y se salen algo del histrionismo de muchas series coreanas, aunque mantienen cierto estilo oriental de rostros cargados de tensión y con expresión de susto permanente. Y si les resultan conocidos Bae Donna (la doctora Sung) o Gong Yoo (el capitán Han) es porque los han visto en otras dos exitosas series coreanas como lo son Kingdom y El Juego del Calamar, respectivamente.
Son muy interesantes los diálogos entre Sung y su hermana Jian, ya sea en forma de flashbacks o de manera imaginaria: fue ella quien, de hecho, le contó siendo niña la historia de Galileo y del mar lunar. Sung no puede entender cómo es que ha aceptado estar al frente de un proyecto tan inhumano y ella “le responde” que quería mostrarle el mar: analogía casi poética.
Con respecto a la utilización de clones en la luna, se hace inevitable la asociación con Moon (Duncan Jones, 2009), excelente filme independiente británico sobre el cual prefiero no decir mucho más por si no lo han visto: háganlo en cuanto puedan.
La factura técnica es muy digna y la recreación del paisaje lunar bastante creíble, lo cual no quiere decir que no existan consabidos y habituales errores científicos. Cuando dejan la nave siniestrada y marchan hacia la base, las botas de los miembros de la misión levantan partículas de polvo que quedan en suspensión, algo que nunca podría ocurrir en ausencia de aire. Tampoco se entiende por qué la mencionada nave, al despeñarse hacia el cráter, hace tanto estruendo cuando en la Luna no hay sonidos. Por último, no se sabe por qué caminan lento y en baja gravedad cuando están fuera de la base, pero con toda normalidad dentro de ella.
Creo que ocho episodios son demasiados: con seis hubiera estado bien (o con una película como dije antes); la serie se maneja durante tres cuartas partes con mucho clima pero también con un ritmo pausado y oriental que puede no ser del agrado de todo el mundo.
Es en los dos últimos episodios donde se pone más interesante y en verdad no tengo ningún problema con que no haya un enemigo de rostro visible, algo que a muchos suele impacientar. Películas como Gravity o Marte han demostrado que se pueden contar historias espaciales con mucho suspenso y sin necesidad de villanos.
En definitiva, diría que aprueba con lo justo y se salva sobre el final, pero claro: hay que llegar allí y no todo el mundo tiene la paciencia necesaria. A menos, claro, que, como yo, seas de esos que con ver algo de espacio y un traje de astronauta ya son felices.
¿Habrá segunda temporada? El final da a entender que sí, pues los científicos supervivientes han quedado aislados en la luna y quedan muchas preguntas por responder.
¿Qué es el agua exactamente? ¿Tiene vida propia o se comporta más bien como un virus? ¿Qué efectos tiene sobre aquellos que logran sobrevivir a ella? De hecho, vemos a la niña desplazarse a una velocidad asombrosa y treparse a los muros casi como una araña, más la sorpresa final de que respira en ausencia de atmósfera. ¿Cómo actuarán desde Tierra ahora que la doctora Sung sabe todo y la niña ha escapado de la base? ¿Con quién se comunicaba Tae-Seok?
Por lo pronto, Netflix tiene la palabra y, como suele ocurrir, suelen demorarse en confirmar segunda temporada. Tengo entendido que a la serie le ha ido bastante bien en visitas, por lo que supongo que la tendrá. De ser así, nos encontraremos aquí nuevamente.
Hasta entonces y sean felices…
¡Me encantó el análisis! La serie ofrece una perspectiva única sobre la búsqueda de la felicidad y cómo las pequeñas cosas en la vida tienen un gran impacto. ¿Alguien más se sintió identificado con los personajes? ¡Espero con ansias la segunda temporada!
Me encantó el análisis que hiciste sobre “Mar de la Tranquilidad”. La forma en que conectaste los temas de felicidad y cómo se reflejan en las vidas de los personajes me hizo reflexionar. Definitivamente, la serie tiene un enfoque único que resuena con muchas de nuestras propias experiencias. ¡Espero leer más de tus perspectivas sobre la temporada!