Tras una semana de descanso, Rick y Morty vuelven en una aventura que, de nuevo, critica uno de los géneros más exitosos de la cultura popular. En esta ocasión, la sátira de estos dos personajes se aleja de los lugares comunes del género de ciencia ficción para acercarse a otro que, si bien comparte audiencia, tiene unos mecanismos muy diferentes: la fantasía épica, que el show de Dan Harmon y Justin Roiland parodia sin piedad. De nuevo, se trata de un capítulo intrascendente pero que hará las delicias de los aficionados que gusten del formato clásico de las aventuras de este dúo.
Cómo entrenar a tu dragón
La historia empieza con el científico y su nieto recuperando un objeto alienígena, en un comienzo que se asemeja al de tantos otros capítulos. Sin embargo, en esta ocasión, lo que importa es la promesa que le hace Rick a su acompañante: le regalará un dragón, Balthremar, como recompensa a sus esfuerzos, y esta bestia se convertirá en el protagonista indiscutible del episodio. Sin embargo, cuando este hastiado reptil volador acabe uniendo su alma a la de Rick, el equipo formado por el abuelo y sus nietos tendrá que rescatar a este majestuoso ser de las garras de un mago y unos dragones puritanos que quieren castigarle por considerar este contacto pecaminoso. El protagonista de esta serie tendrá que renunciar a sus principios y usar la magia para salvar a la criatura.
La otra línea argumental de este episodio muestra a Jerry, el padre de Morty y Summer, interactuando con un gato que habla y con el que acaba haciendo buenas migas. Lo que destaca de esta historia es precisamente que la aparición de dicho felino no tiene nada que ver con Rick, sino que se convierte en un misterio que perdura durante todo el capítulo. Se trata de una trama más costumbrista, sin grandes alardes de ciencia ficción ni fantasía, pero que termina de un modo inesperado y bastante lógico.
Beth, de nuevo, se ausenta de la acción en este episodio, como ha hecho desde que comenzó esta tanda de episodios. Quizás esto se deba al final de la temporada anterior, en la que se nos planteaba que la madre de Morty podría ser un clon. Solo el tiempo nos dirá si los autores nos quieren transmitir algo con esta falta de protagonismo.
Un espectáculo mágico
Claw and Hoarder: Special Ricktim’s Morty destaca, en primer lugar, por hacer un buen uso de las posibilidades de la animación. Se nota que los responsables de Rick y Morty han tenido éxito y que este ha supuesto un mayor presupuesto con el que han podido jugar. En este caso, el mundo mágico al que viajan los personajes destaca por ser visualmente interesante, aunque tome elementos argumentales y estéticos prestados de miles de productos de fantasía que todos conocemos como Eragon o Juego de Tronos. Además, los hechizos que los héroes utilizan para derrotar al genérico ejército del villano son bastante originales, consiguiendo aunar el humor y la maravilla ante las posibilidades que ofrece este elemento inexplorado en la serie. Los gags, tan gamberros como siempre, desmitifican a estas bestias tan legendarias de la fantasía que son los dragones, incluso si uno de ellos está interpretado por Liam Cunningham, el mismísimo Davos Seaworth. La serie demuestra por el momento un cuidado inmenso por los cameos que se están dando durante esta temporada.
La segunda historia es algo más modesta y tranquila, pero ocupa menos tiempo. De nuevo, el talento cómico de Chris Parnell como Jerry y su interpretación consiguen salvar una trama que no daba mucho de sí pero que acaba con un giro bastante divertido que justifica algunos momentos de aburrimiento puntuales durante los minutos anteriores. El episodio en su conjunto está lejos de los mejores momentos de esta comedia intergaláctica, pero cumple con solvencia la tarea de entretenernos durante veinte minutos. El uso de la magia en la serie abre posibilidades interesantes de parodiar con mala leche otros subgéneros como el grimdark o la fantasía urbana y, si alguien puede hacerlo, son los responsables de este capítulo.
Conclusión
De nuevo, Rick y Morty vuelven con un capítulo correcto, pero la sensación que está quedando en esta temporada es la de un cómodo inmovilismo. Después del final de la segunda entrega y algunos capítulos de la tercera, muchos creían que la serie evolucionaría de otro modo y mostraría capítulos que, sin perder el humor irreverente, hicieran avanzar los numerosos cabos sueltos que se han ido dejando a lo largo de los seis años que llevan ya con nosotros estos personajes. Los episodios no son malos, y sienta bien volver a encontrarse con estos aventureros después de tantos años, pero durante el tiempo que han estado ausentes se ha creado una expectación tan monstruosa que todo parece poco. ¿Durante cuánto tiempo se puede seguir haciendo lo mismo sin caer en la irrelevancia? South Park y Padre de familia lo aprendieron por las malas… y, a pesar de sus excelentes datos de audiencia, el recibimiento tibio de los críticos nos hace preguntarnos si Rick y Morty podrá evitarlo.