Ya restan solo tres episodios para cerrar no solo la tercera temporada sino la serie Star Trek: Picard al completo o, lo que es lo mismo, para despedirnos de nuestro querido capitán Picard y muchos otros personajes igual de entrañables. Mientras tanto, analizamos lo que nos ha dejado esta séptima entrega cuyo título es Dominio. La serie, que tiene a Terry Matalas como showrunner y a Patrick Stewart como actor protagónico, es emitida por Prime Video.
Bienvenidos una vez más, trekkies y no tan trekkies, para analizar otro episodio de la temporada final de Star Trek: Picard. Una séptima entrega que ha tenido sus altos puntos emotivos aunque no al nivel de la catarata que fue la anterior, pero que ha hecho avanzar la trama hacia respuestas que parecen estar a punto de conocerse.
El hecho de que el título sea Dominio es perfecta definición, pues ese concepto adquiere más de una connotación a lo largo de una entrega en la cual, además, son centrales la reflexión moral y los planteos éticos. Al análisis, pues, sin más dilación, advirtiendo que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y recordando que pueden leer aquí los análisis anteriores.
Un Rostro Conocido
Comenzamos con una emoción fuerte, pues Siete, reemplazando en ausencia a Riker, está en comunicación con… ¡Tuvok! Una alegría ver nuevamente a Tim Russ interpretar al vulcano, pues, salvo alguna aparición animada en Star Trek: Lower Decks, no sabíamos de él desde el final de Star Trek: Voyager. Pero cuidado: nada es lo que parece…
Hay lógica desconfianza a bordo de la Titan, por lo que están abocados a determinar si realmente es quien dice ser. No hay nada extraño en el análisis de voz y se respira cierto alivio cuando dice recordar que Siete solía ganarle seguido en el ajedrez kal-toh.
Por otra parte, manifiesta no tener información sobre el paradero de Riker y cuando Siete le pregunta por Janeway, responde que esta se halla organizando la logística para la celebración del Día de la Frontera en la cual, justamente, podría llevarse a cabo el temido atentado.
Es la segunda vez que se hace referencia a la ex capitana de la Voyager en relación con un importante cargo jerárquico y, aunque seguimos sin verla, ¿les queda alguna duda de que volveremos a ver a Kate Mulgrew en el personaje? Quizás en el último episodio, pero ya se nos eriza la piel de imaginar el reencuentro con Siete.
Tuvok dice lamentar no poder ayudarlos mucho mientras estén en condición de prófugos, por lo que concertan un planeta de encuentro y, deliberadamente, Siete propone Aklion VII, mundo que un vulcano jamás aceptaría debido, según luego dice, a las “manifestaciones anti-kolinahr”: si han estado escarbando en su memoria al respecto, espero tranquilizarles al decirles que eso no ocurrió en ninguna serie o película de la franquicia, al menos que yo recuerde.
Al aceptar el lugar de encuentro, queda en evidencia el engaño y el supuesto Tuvok se revela como el cambiante que es. Desde ya que nos decepciona saber que no era él, pero al igual que con Janeway, no tengo duda de que le veremos pronto y en versión auténtica: ningún trekkie aceptaría haber esperado tanto tiempo para verle y que nos dejen con esta imagen…
Picard insiste en saber sobre Riker y, mientras el cambiante adopta el aspecto de este, le dice que está casi muerto al igual que ellos. “Estamos solos” sentencia tristemente Jean-Luc, cayendo en la cuenta de que la flota está infiltrada hasta en la más altas esferas…
La Lucha Interior
La apremiante situación plantea la discusión moral sobre las posibles soluciones: Beverly habla de usar un ataque biológico contra los cambiantes, lo que en la práctica se traduciría en genocidio y, después de todo, ya se hizo alguna vez.
No tienen noticias de Worf (recordemos que había prometido volver con Riker) ni logran descifrar qué hay detrás del robo de cuerpos: podrían estar tratando de utilizar el ADN de Jean-Luc y la sangre de su hijo Jack para provocar una infiltración en la celebración del Día de la Frontera.
Geordi LaForge, en compañía de su hija Alandra, intenta aislar la personalidad de Data, pero sin éxito. No hay problema con Lal y B-4, que solo parecieran estar presentes en la memoria, pero distinto es el caso de Lore, que se disputa con Data el control del cuerpo que ambos habitan. No hay forma, dice Geordi con tristeza, de eliminar al primero sin riesgo de perder también y para siempre al segundo (otra cosa que ningún trekkie perdonaría después de tanto tiempo sin ver a Data).
Proteus
Despúes de haber trabajado en conjunto para robar el sistema de ocultamiento de la Bounty, Jack y Sidney parecieran no solo formar una excelente dupla sino además estar desarrollando entre sí algún tipo de vinculación especial que va más allá de la atracción mutua: da la impresión de que él puede leer sus pensamientos y actuar en consecuencia a ellos, lo cual, desde ya, la asusta y ahuyenta.
Jack quiere entregarse a cambio de Riker, pero su padre no está dispuesto a permitirlo: no obstante, ello le brinda una idea que bien podría servirles para atrapar a Vadic: con falsos mensajes subespaciales en los que dicen tener el núcleo warp inoperante, hacen en efecto que Vadic y los suyos vayan confiados a la Titan y, una vez allí, se encuentren con Jack que, fingiendo entregarse, les dice que el resto están muertos.
Es una trampa: dispara contra los de Vadic y, una vez más con ayuda de Sidney, les obliga a perseguirle hacia el interior de la nave hasta que quedan a tiro de que Geordie pueda aislarles y encerrarlos mediante campos de fuerza. También quedan en esa situación Jack y Sidney, lo cual no sería problema si pudieran transportarles pero, al momento de intentarlo, el sistema falla y descubren que todo es obra de Lore, quien parece haber tomado control completo del cuerpo que comparte con Data. “Solo busca el caos” responde con fastidio LaForge cuando Picard se pregunta por sus objetivos.
No solo el sistema de transporte ha quedado comprometido: también peligran los campos de fuerza. Al hablar con Vadic, esta les habla del genocidio practicado en su planeta contra su raza y vamos entendiendo hacia dónde apunta su proclamada venganza. Picard arguye que la Federación les envió una cura, pero ella replica que ello nunca ocurrió sino que la misma fue llevada casi de incógnito por uno de los suyos, lo cual, desde ya, nos hace pensar en Odo.
Pero allí no terminan sus motivos de resentimiento: además les anoticia de que ella y otros cambiantes fueron usados para cruentos experimentos en Daystrom. El objeto del Proyecto Proteus era aprovechar su capacidad de cambiar formas para convertirles en espías perfectos, pero la cosa se desmadró y la tortura, de manera impensada y no prevista, les hizo avanzar un paso más en la evolución…
Queda claro entonces que la mutación que presentan los cambiantes y que les permite ahora también copiar órganos internos de los humanos, es justamente consecuencia colateral de la acción de estos. La noticia conmociona a Picard y los suyos, pero también a nosotros, que teníamos otra imagen de la Federación. Queda la posibilidad, no obstante, de que la Sección 31 haya actuado por su cuenta: de momento no lo sabemos…
El Enemigo de mi Enemigo…
Sabiendo que quizás sea el único que pueda ayudarles, LaForge intenta “despertar” a Data apelando a emociones y recuerdos compartidos: admite que le convirtió en mejor persona, que quedó devastado por su muerte e incluso se refiere a él como “mejor amigo”, primera vez que Forgie lo hace, mientras que Data sí lo había hecho con él.
En gran secuencia doble, el diálogo se alterna con el de Jean-Luc y Beverly que, en otra parte de la nave, discuten qué hacer con Vadic: “¿Estamos tan cambiados tú y yo como para comprometer todo aquello en que hemos creído?”, pregunta Picard. La escena es grandiosa y el acompañamiento musical no lo es menos…
Pero Lore es hueso duro de roer y sigue en control sobre Data: “el enemigo de mi enemigo… ya sabes el resto”, le espeta a Geordi cuando este quiere saber por qué está ayudando a los cambiantes. Acto seguido, baja los campos de fuerza y libera a los prisioneros, con lo que hay lucha por toda la nave…
En el exacto momento en que estaban por darle muerte, Vadic se escabulle como masa viscosa mientras, en otro sector, uno de los suyos se lo está haciendo pasar muy mal a Sidney. Vuelve a operar la conexión entre ella y Jack, pero de modo aún más impensado: él parece meterse en su mente y gobernar sus movimientos durante la lucha. Merced a ello, Sidney logra vencer a su atacante pero, por más que Jack le haya salvado la vida y le insista en que confíe, tiene terror de él o lo que haya en su interior.
El recurso a lo emocional por parte de Geordi surte finalmente efecto y, tras una ligera sacudida, Data está “despierto” y en control del cuerpo. De inmediato se dedica a rehabilitar los sistemas de la nave y así Beverly puede consultar las bases de datos de Daystrom sobre el proyecto Proteus. Descubre que inyectaron a los cambiantes un agente estabilizador llamado thelonium-847, que permanece en ellos durante cien años: significa que ya tienen una forma de identificarlos y aunque no se vuelve a hablar del asunto, ese dato puede ser clave en la resolución final…
El Río que fluye
Vadic y los suyos van hacia el puente de mando. Shaw, cada vez más reivindicado de aquella imagen detestable que nos diera en los primeros episodios, dirige una resistencia heroica en el turboascensor, pero acaba maltrecho y capturado. Los atacantes ingresan al puente y Vadic dirige un mensaje a toda la nave: “ a mi nave” enfatiza mientras al activar el comunicador interno se oye el característico silbido de la serie original.
En estremecedor discurso, dice actuar no por crueldad sino por piedad y compara a la condición natural de los cambiantes con la de un río que fluye argumentando que “hay muchos caminos para llegar al mar”. Afirma que están allí para “llevar a Jack adonde pertenece” y, mientras se autoproclama como capitana de la USS Titan, se dirige al joven, donde quiera que se halle, para decirle que es hora de que sepa quién es realmente…
Balance del Episodio
Que la vara había quedado alta tras el episodio anterior es algo de lo que no cabía duda, como tampoco de que El Bounty (me niego a decir La Recompensa) fue, tanto desde el punto de vista emocional como desde el narrativo, una de las mejores entregas ya no solo de la serie sino de toda la franquicia. Ello no debe, sin embargo, impedirnos ver que el que nos ocupa ha sido también un gran episodio y era bastante lógico que mermara un poco la avalancha de emociones tras el vendaval de la semana anterior.
Ojo, un poco: porque estuvieron y no fueron débiles ni pocas. Siguen regresando personajes del pasado de la franquicia y, entre ellos, varios no anunciados. Ya el regreso de Data nos había dejado anonadados aun cuando, viéndolo ahora, era impensable que nos fueran a regresar a Lore y no a él. “¿Cómo diablos iba a hacer una reunión sin Data?” manifestó por estos días el showrunner Terry Matalas y tiene toda la razón del mundo…
Pero había más ases guardados: lo de Tuvok fue un impacto muy fuerte y a pesar de la desilusión de saber que era un cambiante, ha dejado la puerta entreabierta para un verdadero regreso que, doy por descontado, veremos en los próximos capítulos. Y otro tanto para Janeway, de quien ya para esta altura no pueden ser casuales tantas menciones.
Como decíamos al principio, el título del episodio es perfecta definición del mismo y casi podría decirse resumen. Todo lo que ha ocurrido gira en torno a ese concepto ya desde el momento en que se trata de consecuencias de la Guerra del Dominio, pero además está presente en la lucha entre humanos y cambiantes por el control de la Titan, así como en la que Data y Lore libran por el control de un mismo cuerpo o bien la que se avizora entre Jack y Sidney en la medida en que él siga interfiriendo en los pensamientos o actos de ella.
Por cierto, no terminamos de saber aún qué es exactamente Jack y la frase final de Vadic abre aún más interrogantes, pero está claro que parece tener dotes de telepatía, telequinesis o ambas. En ese sentido, también él sostiene una lucha por el dominio de sí mismo contra una esencia que pugna por emerger…
Los dilemás éticos y discusiones morales son también parte central del episodio y, en ese sentido, hay algunos diálogos brillantes. La mención del genocidio como posible solución para evitar un mal mayor nos lleva a pensar, por ejemplo, en las bombas de Hiroshima y Nagasaki, en su momento justificadas bajo pretexto de acabar una guerra. ¿Se puede aceptar cualquier solución o pagar cualquier precio, incluso al coste de las propias convicciones? Esa es en buena medida la reflexión que hace Picard…
En cuanto a Vadic, yo había temido que el saber que hay alguien por encima suyo pudiera desdibujar su personaje en la medida en que fuera dejando de ser villano principal. Lejos de ello y mientras seguimos aún sin saber quién es la forma incorpórea que, como vaporoso rostro, se comunica con ella para darle órdenes, la realidad es que el conocer su historia y la de los cambiantes nos lleva a entender que sus motivaciones son propias y diferentes. “El enemigo de mi enemigo… ya sabes el resto” dijo en algún momento Lore y se puede hacer extensivo a ella.
¿Pero qué pasará con esa supuesta alianza o la obediencia a sus superiores en la medida en que se acerquen a los objetivos y los suyos puedan diverger de los de ellos? Creo que su sed de venganza puede ser crucial en la definición final y es un gran detalle el que, para dar forma a su odio, haya tomado tanto la forma como el silbido de su torturadora…
Ya que hablamos de silbidos, a muchos puede sorprender el que oigamos seguido el que caracterizaba a las llamadas en la serie original, al igual que otros detalles que parecían ya olvidados por la franquicia. Matalas lo justificó no hace mucho diciendo que así como en nuestra sociedad regresan cada tanto diseños de autos o prendas de vestir que están claramente ancladas en el pasado, no hay motivo para pensar que el futuro no conocerá momentos retro y, en efecto, la historia que cuenta la serie transcurre durante uno de ellos…
Párrafo aparte para la magnífica banda sonora de Stephen Barton, cuyo dramatismo ha dado clima justo al episodio, particularmente en los momentos en que se alternan escenarios simultáneos. Y lo llamativo (o no) es que esas sesiones de cuerdas remiten bastante a las de la cuarta temporada de Star Trek: Discovery, cuya banda sonora ha estado a cargo de Jeff Russo, responsable también de la de Star Trek: Picard en sus dos primeras temporadas.
En fin, ya nos quedan solo tres episodios y ello solo puede generarnos nostalgia de antemano, pues la serie va concluyendo casi como una coronación de la franquicia al punto de parecer, inclusive, una despedida de la misma. Por suerte no es así, ya que todo el tiempo estamos recibiendo noticias sobre nuevas películas o series del universo trekkie, así como nuevas temporadas de las que ya se están emitiendo, así que a no desesperar.
Les espero para analizar la próxima entrega mientras seguimos en la cuenta regresiva. Hasta entonces y sean felices. Larga vida y prosperidad…