Todos conocemos el clásico Aladdin, su espectacular banda sonora a cargo de Alan Menken y a todos sus carismáticos personajes.
Tras ver los tráilers muchos teníamos la mosca detrás de la oreja cuando se dejó ver una película con cambios drásticos como un nuevo atuendo o un Abu que no acababa de convencer. Pero ante todo, lo que más miedo podía llegar a dar, era la aparente sensación de que “naturalizar” todo aquello captado en la fantástica animación de la primera película, podía dar lugar a un mundo sin magia o demasiado real como para parecer una película de Disney.
Todos nos reímos con lo que parecía, en una desafortunada imagen, un genio lleno de anabolizantes. Y es curioso echar la vista atrás y recordar estos meses donde, al menos yo, pensaba que me iba a encontrar a algo que posiblemente no me llevase de nuevo a ser ese pequeño chaval que tarareaba las canciones.
A la hora de la verdad, no puedo estar más contento con el resultado final de la película. No solo es una película idónea para ver con lo más pequeños que no conocieron la original en su dia, si no también para recordar cómo fue esta y disfrutarla de nuevo porque si bien no es igual a el clásico de Disney y se han reinterpretado muchas cosas, si conserva la esencia de esta primera.
Mena Massoud es un fantástico Aladdin, es carismático, expresivo y capta toda aquella bondad que definía a el protagonista. Pero si de algo hay que hablar es de una fantástica elección de casting como es Will Smith como genio. Smith calca, y para bien, la energía, positivismo y diversión que ofrece este personaje cada vez que aparece en pantalla. Ambos personajes, y sobretodo Aladdin, siguen de forma lineal el desarrollo de acontecimientos del clásico de Disney, y si bien, en ciertos momentos no aportan nada nuevo ni nada que no hubiésemos visto en esta nueva película, esta tampoco lo pretende pues se centra más en su divertida puesta en escena que en la historia que ya todos sabemos.
Es destacable también, el vestuario que aparece en pantalla. Con múltiples representaciones de cada personaje además de una figuración que, con el ya mencionado vestuario, llenan la pantalla de luces y colores. Todo esto junto con las coreografías, conforman un buen espacio de entretenimiento y con miles de detalles. También se podría hablar, desde otro punto de vista, de como toda esa suma de vestuario llena la pantalla. En diversos momentos, toda la caracterización llena la escena de forma abrumadora, e incluso con una estética similar a lo que podría ser una fiesta de disfraces, dándonos una Agrabah irreal y estereotipada, sin embargo, prefiero verlo de una forma positiva, aunque siempre destacando que algunos trajes no estan a la altura de ciertos personajes, Jafar entre ellos.
También se debe hablar de una reestructurada banda sonora, que de nuevo recoge las mismas canciones y añade alguna más para Jasmín. Esta banda sonora es bastante acertada y junto con los bailes, tiene una puesta en escena espectacular, pero también hay que reconocer que, al menos en la versión doblada al español, alguna de estas canciones han sido algo edulcoradas dándonos lugar a algunos momentos algo empalagosos.
La reinterpretación del guión original es evidente, dando un nuevo trasfondo a personajes como El genio, la criada o incluso Jafar, este último es igual, uno de los que peor caracterización tienen, más por temas estéticos que de actuación, una actuación en la que no destaca como Will Smith ni en la que tampoco impone tanto como el Jafar original.
Y es imposible evitar las comparaciones. Es difícil reinterpretar grandes obras de tal forma que conformes una lo suficientemente grande para que no sea eclipsada por la original. Es cierto que hay personajes como Jasmín, que no son como recordamos (lo cual no tiene porque ser algo malo) y, esta última por ejemplo, es la que cuenta con un nuevo enfoque más feminista que no le sienta nada mal al personaje, pero hay veces que se nota cuando el planteamiento de algunas escenas está algo sacado de contexto o metido con calzador. Y es que esos planteamientos, si se hubiesen desarrollado más a la hora de definir los personajes, igual no los encontraríamos tan bruscos.
Por último se debe hablar de los efectos especiales, los cuales, en ciertas escenas, no están a la altura de un presupuesto de 181 millones de dólares. Unos efectos que si en principio son resultones y muestran una serie de apariciones estelares del genio, en ciertos momentos de la película, nos dejan ver a un Abu un poco extraño o a el ya mencionado genio con anabolizantes que en temas de diseño no está muy bien logrado. Además cabe destacar que podemos encontrar alguna parte de la película donde los cromas cantan demasiado o donde podemos ver algún brazo medio recortado del genio.
En conclusión, Aladdin ha vuelto, y es una película que, aun teniendo sus fallos, es totalmente disfrutable para todos aquellos amantes del clásico animado, los musicales y para los más pequeños de la casa. Es más, si algo debo destacar de la sala de cine donde vi la proyección, son las risas y caras de ilusión de los niños que, junto a mi y muchos adultos más, disfrutaron de la película como lo hicimos los demás en su día.