El candidato es la nueva película dirigida por Jason Reitman, un director que últimamente ha protagonizado varias noticias en torno a su próximo proyecto: dirigir la siguiente secuela de Cazafantasmas. Reitman como muchos sabrán es el hijo del Ivan Reitman, el director de Cazafantasmas, sin embargo, no hay que obviar lo evidente: Jason ha ido ganándose su reputación a base de esfuerzo con películas como Up in the Air, Juno y Tully, un estreno del año pasado que acabó siendo una de las películas más interesantes de todo del año. El candidato, aunque no llega al nivel de Tully, es un filme que plantea una pregunta de forma contundente y obliga al espectador a realizar sus propios juicios morales. A pesar de tener muchos elementos para un triunfo moderado, la película ha pasado totalmente desapercibida.
El candidato desde un primer momento nos sitúa en unas elecciones presidenciales, en la primera que se presenta, el demócrata Gary Hart (Hugh Jackman) pierde ante Walter Mondale en 1984. Más tarde, en otras elecciones, todo parece ir viento en popa para el candidato, su equipo no tiene ninguna duda de que en breve será el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Todo empieza a tambalearse cuando Gary conoce a una mujer llamada Donna Rice (Sara Paxton) en un yate. Más tarde saldrán a la luz unas noticias sobre el supuesto romance extramatrimonial en el que estaba envuelto Gary Hart, una noticia que afectó profundamente los resultados de las elecciones de 1988.
La pregunta más importante que plantea el filme, y a lo que principalmente se reduce, es si la política y la vida privada deberían mezclarse. Si tenemos derecho a conocer todos los detalles de la vida del siguiente presidente ya que esta persona debería comportarse de la forma más moral posible. En este caso, vemos a un político actuando de forma errada porque sus palabras dicen una cosa y sus actos otra. Hasta qué punto los periodistas tienen derecho a entrometerse en la vida de una persona. En una de las escenas más horripilantes del filme, un periodista descubre el secreto de Hart y sonríe por el descubrimiento que ha hecho, nunca se plantea las repercusiones que tendrá este suceso si llega a aparecer en los periódicos. En la película vemos el lado más feo de la profesión del periodista. Sin duda, el filme se posiciona junto al candidato, desde un primer momento es su historia la que seguimos, no son los periodistas los protagonistas.
Lo que resulta irónico es que en cierto modo, el problema principal de la película es que comparte rasgos de personalidad con su protagonista. La película solo cubre la superficie de sus personajes, Gary Hart nunca muestra un atisbo de arrepentimiento, la culpa la tienen los periodistas quienes no deberían entrometerse en su vida. Lee, la mujer de Hart, interpretada por Vera Farmiga, no cobra demasiado protagonismo, al igual que Sara Paxton, quien interpreta a Donna Rice. Es una pena porque la historia podría haber tenido un mayor impacto emocional si se hubieran explorado un poco más estos personajes, ellas protagonizan dos de los momentos más impactantes de toda la película, pero no hay que menospreciar la interpretación de Jackman quien aporta diferentes tipos de intensidad a su actuación y siempre parece estar en el tono adecuado.
Lo más perturbador de esta película es la conexión que tiene con el tiempo en el que vivimos. Todas las personas que utilizan las redes sociales y que aspiran a tener un empleo en un puesto con cierta relevancia social van a tener que comedirse de sobremanera porque el pasado se puede volver en su contra muy fácilmente como ya hemos visto en más de una ocasión. Y ya no solo son las personas que aspiran a tener cierto tipo de reconocimiento social, a todos nos puede afectar. Es evidente que ciertos tipos de comportamiento son imperdonables, pero, ¿nos vamos a convertir en una sociedad que no perdona ningún comentario desafortunado?
En conclusión, el candidato es una película que centra en el debate de hasta qué punto tiene derecho el público a conocer la vida privada de una persona en una posición de importancia. A veces, es demasiado unilateral para su propio beneficio, pero eso no conlleva que cada espectador puede labrarse una opinión propia.