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Crítica de El prodigio (2022), de Netflix

El prodigio es una película oscura que, durante sus dos horas de metraje, nos muestra algo extraordinario que parece suceder en un pequeño pueblo. Dirigida por Sebastián Leilo y protagonizada por Florence Pugh, la cinta trata el controvertido tema de los milagros, un asunto muy interesante. Estos supuestos hechos extraordinarios, que las tradiciones religiosas suelen recoger para fortalecer la fe de sus integrantes cuando el convencimiento incondicional no es suficiente, darían para escribir ríos de tinta, y suponen el eje central de una trama enfermiza pero idealista que merece la pena visitar.

El prodigio 

La película transcurre desde el punto de vista de una enfermera británica que visita un pueblecito de Irlanda con una misión poco convencional: vigilar a una niña que, según el testimonio de los lugareños, ha sobrevivido durante meses sin comer. Tanto ella como una monja supervisarán el día a día de la pequeña para comprobar si el supuesto milagro es real.

El prodigio

A lo largo de su vigilia, desarrollará una suerte de amistad con la niña, cuya fe en Dios choca con los ideales más modernos de la mujer. Sin embargo, irá ganándose su confianza, y ambas se contarán a la otra algunas vivencias que hasta ahora mantenían en privado. Esto, sumado a las conversaciones con sus padres, hará que deduzca qué está sucediendo.

¿Crees en los milagros?

El prodigio es una película lenta y atmosférica, que no necesita de escenas sangrientas o tensas para perturbarnos. Sin duda, la primera mitad es la más lograda, ya que consigue trasladarnos brillantemente la extrañeza que la enfermera siente al entrar en contacto con una aldea tan subdesarrollada y supersticiosa como esta. Durante esta primera parte, tal es el convencimiento de los personajes que ni siquiera el espectador sabe si está ante un largometraje de temática sobrenatural, y en este sentido recomiendo ver el filme sin expectativas de ningún tipo.

Durante su segunda mitad, El prodigio se resiente por su excesiva duración, con algunas escenas prolongadas que son capaces de causar el bostezo y que no aportan demasiado al conjunto. Este es el principal defecto de la película, junto a un amago de subtrama romántica que no se desarrolla lo suficiente como para resultar creíble. Es una lástima que este largometraje sea tan irregular, porque brilla con fuerza en sus momentos más inspirados.

El prodigio

Por ejemplo, cualquier escena en la que la niña y su enfermera intercambian opiniones o vivencias es una maravilla, desde los incómodos intercambios del comienzo hasta las conversaciones más íntimas que ocupan el segundo y el tercer acto. Florence Pugh es la actriz más conocida del elenco y, aunque hace un gran papel, debemos destacar a su compañera de reparto Kíla Lord Cassidy, que consigue mostrarse tan intimidante como vulnerable en su interpretación de la niña Anna, dependiendo del momento.

Al final, y esto puede suponer un spoiler, eso es lo que nos llevamos de El prodigio. Cuando llegamos a la soberbia conclusión de esta película, comprendemos a todos los personajes, que son tan humanos como nosotros. No estamos ante una vampira en el cuerpo de una niña ni ante los líderes fanáticos de alguna secta inhumana, sino ante unos individuos sujetos a circunstancias muy difíciles que les harán cometer actos inmorales y/o delictivos.

Un tema que no esperaba ver en El prodigio es el choque entre religión y ciencia, pero es el eje de toda la trama. Al parecer, esta está basada en una novela que, a su vez, se inspira en diferentes sucesos aparentemente milagrosos que sucedieron en Europa durante esta época donde los avances sociales y científicos que hoy conocemos estaban lejos de ser universales. Esta base real es la que hace que se nos pongan los pelos de punta, preguntándonos cuántas Annas habrá habido a lo largo de los siglos.

Conclusión

La diferencia abismal entre sus tramos más brillantes y los más tediosos impide que El prodigio sea una obra excelente, y hará que muchos se rindan antes de que termine sin que podamos culparlos por ello. Sin embargo, sigue mereciendo la pena por su lograda ambientación, por lo bien resueltos que están los dilemas a los que se enfrentan los personajes y por suponer un tenebroso recordatorio de las consecuencias que puede tener el fanatismo sobre la sociedad y las personas.

Máximo Simancas
Máximo Simancashttps://laautopistadepalabras.wordpress.com/
Periodista. Redactor en esta página y, antes, en el portal digital madridesnoticia. Creador de contenido para redes sociales.
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